Viernes, 23 de mayo de 2014 | Hoy
EL PAíS › EL HIJO DE JORGE JULIO LOPEZ REPROBO LA ACTITUD DE JOSE GUILLERMO CAPDEVILA
El ex funcionario de Economía que declaró en la causa Ciccone y denunció amenazas había dicho que prefería ser “un exiliado en democracia antes que un Jorge Julio López”. Ruben López lo criticó por haber hecho esa comparación.
Por Adriana Meyer
“Y sí, me cae mal que usen así el nombre de mi viejo”, dice Rubén López a Página/12. Se refiere a la comparación con Jorge Julio López que hizo José Guillermo Capdevila, testigo del caso Ciccone, para argumentar su decisión de irse del país. López desapareció hace casi ocho años, días después de dar su testimonio contra el represor Miguel Etchecolatz, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura en el primer juicio que se produjo tras la derogación de las leyes de impunidad. Capdevila había dicho que prefería ser “un exiliado en democracia antes que un Jorge Julio López, porque no sirve un testigo muerto”, en alusión al supuesto fallecimiento del albañil que permanece desaparecido.
“Tal como entendí yo, esa persona que supuestamente sabe algo y se va del país, también parece que sabe algo sobre la muerte de mi papá, entonces que los fiscales lo llamen para ver por qué dijo lo que dijo”, declaró el hijo mayor de López a este diario. Más temprano había dicho a radio La Plata que le da “bronca que utilicen con tanta liviandad un caso como el de mi papá, no me gusta cuando se usa a mi viejo desde ningún lugar”.
Consultado por Página/12, Rubén López aclaró que sí está de acuerdo cuando el nombre de su padre es puesto en algún sitio público o es mencionado en alguna circunstancia “que tenga que ver con la memoria, por eso se lo ha nombrado en tantas marchas y nunca hablo mal de las marchas”. En ese sentido, lamentó no haber podido ponerle Jorge Julio López a la fundación que armó. “Me lo impidieron porque no tengo un certificado de defunción”, explicó.
Para diferenciar la situación del testigo Capdevila con la de su padre –que aportó en varias oportunidades su testimonio como sobreviviente de la dictadura y víctima de delitos aberrantes que sufrió mientras estuvo secuestrado en diversos centros clandestinos– Rubén López dijo: “Mi viejo se la bancó”. En tanto, quienes acompañaron a López en la tarea de reconstrucción de sus vivencias para aportarlas a la Justicia hablaban ayer de la “banalización” y el “ninguneo” de su nombre, en boca del testigo Capdevila, ex director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía.
Capdevila habría dejado el país con destino incierto, pero el miércoles sus dichos tuvieron amplia cobertura mediática. Además de compararse con López, dijo que estaba evaluando pedir asilo político en otro país, fue poco preciso en cuanto a la intimidación que sufrió y puso en duda que en Argentina esté garantizada su protección, a pesar de que el juez federal Sebastián Casanello ordenó incorporarlo al programa de Protección de Testigos. Desde algún lugar en el exterior a través de Skype, el ex funcionario dijo que “esa figura no cuadra para esta situación”, en alusión a la posibilidad de regresar y ser “testigo protegido”.
Luego, en diversas entrevistas, Capdevila bajó un poco el tono, y cuando le preguntaron si no había sido exagerada la comparación con el albañil desaparecido en 2006, afirmó: “No me pongo al nivel de la gravedad de lo que ha padecido Julio López, sólo quise plantear que, al igual que él, yo soy un testigo amenazado en democracia. Respeto a la familia de López, es un desaparecido de la democracia. Y yo no quería ser un muerto de una causa judicial, ahora soy un exiliado de la democracia”.
El nombre del testigo que de-sapareció dos veces –la primera el 27 de octubre de 1976 y la segunda el 18 de septiembre de 2006– interpela desde muy diferentes lugares que apuntan a preservar su memoria. Ya figura en plazas, parques, graffiti y afiches, sobre todo en La Plata. Una baldosa blanca en la puerta de su casa, en el barrio de Los Hornos, fue puesta a modo de marca urbana. Una obra de teatro basada en sus testimonios judiciales lleva en el título su apodo familiar: Tito, relato del que ocultó su vida y desapareció para contarla. Y la revista Barcelona preguntó una y otra vez en sus tapas, con su estilo, ¿dónde está Julio López? Es muy dudoso que Capdevila haya tenido la misma intención, aunque su mención podría ratificar que López está en el inconsciente colectivo como un testigo clave que fue silenciado y desaparecido.
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