Martes, 9 de septiembre de 2014 | Hoy
EL PAíS › DECLARARON CASI DOSCIENTOS TESTIGOS EN EL JUICIO ORAL POR LA MASACRE DEL 19 Y 20 DE DICIEMBRE DE 2001
El proceso, que comenzó hace seis meses, ya recorrió la mitad del camino hacia la sentencia. Los jueces están analizando ahora los asesinatos de Diego Lamagna, Gastón Riva y Carlos “Petete” Almirón, tres de las cinco víctimas fatales.
Por Ailín Bullentini
En medio año de debate oral, cerca de 200 testigos ya desfilaron frente al Tribunal Oral Federal Nº6 para repasar las circunstancias en las que más de 100 personas resultaron heridas y Gustavo Benedetto y Alberto Márquez, asesinados durante la represión que las fuerzas de seguridad estatales desataron el 20 de diciembre de 2001 en las calles del centro porteño. Cuando transita por la mitad de camino hacia la sentencia, el juicio ahora comenzó a revisar el contexto, las condiciones y la forma en que Diego Lamagna, Gastón Riva y Carlos “Petete” Almirón, las otras tres víctimas fatales de aquel día, fueron alcanzados para siempre por balas de plomo policiales. “En estos meses de debate pudimos demostrar la injustificada represión en la manifestación del 20 de diciembre de 2001 y cómo la disposición del estado de sitio firmado por De la Rúa funcionó como un cheque en blanco para que la policía actuara con violencia extrema”, evaluó el equipo jurídico del Centro de Estudios Legales y Sociales, que representa la querella de las familias de esos tres muchachos. Mañana continúa el debate con dos testimonios fuertes sobre el asesinato de Riva. El ex secretario de Seguridad del gobierno de la Alianza Enrique Mathov es el representante del Ejecutivo liderado por Fernando de la Rúa que ocupa el sector de los acusados en este juicio. Lo acompañan los, por aquellos tiempos, jefes de la Policía Federal Rubén Santos, Raúl Andreozzi y Norberto Gaudiero y varios otros efectivos.
Si bien los jueces José Martínez Sobrino, Javier Anzoátegui y Rodrigo Giménez Uriburu determinaron recorrer lo sucedido aquel día desde cada uno de los casos denunciados, desde la perspectiva de los abogados Maximiliano Medina, Rodrigo Borda y Lucía de la Vega todos los testimonios aportan a la generalidad del juicio porque “los relatos se cruzan y suman al contexto”, clave para la imputación de Mathov y los ex jefes policiales. La acusación que recae sobre el ex secretario de Seguridad, Santos, Gaudiero y Andreozzi es la de homicidio culposo y la querella lo fundamenta desde la funcionalidad del estado de sitio y la represión: ambos, unidos, sirvieron para vaciar las calles poder negociar con el peronismo una salida si no decorosa, al menos más relajada.
“El juicio está demostrando cómo la disposición del estado de sitio funcionó como un cheque en blanco para que la policía actuara con una violencia extrema con el objetivo concreto de impedir la protesta”, explicaron desde la querella del CELS. Esa violencia, según la hipótesis que ese equipo trabaja para corroborar, tuvo como consecuencia las muertes y los heridos de aquel día y “de ahí deriva la responsabilidad de Mathov y la cúpula de la Federal”, continuaron. Como conclusión, “si los que ordenaron la represión hubieran controlado eficazmente el accionar de los agentes policiales, este episodio no hubiera ocurrido”, apuntaron.
Riva y Lamagna fueron, junto con Almirón, los primeros muertos de esa jornada de furia. Riva, motoquero, cayó de su moto en Tacuarí y Avenida de Mayo, fulminado por un balazo en el tórax. El tumulto que lo rodeó entonces gritó que se moría. Alguien lo cargó en una ambulancia. No sobrevivió. Dos de los testigos que hablarán ante el tribunal el miércoles ofrecerán detalles de la muerte de Riva. Daniel Guggini, su amigo, vio la secuencia desde atrás de la víctima, un motoquero de entonces 30 años, una esposa y tres hijos chicos. Iván Clemenco, en tanto, contará lo que vio y mostrará las fotografías tomadas con la cámara que llevaba colgada de su cuello aquella tarde.
Clemenco integró el tumulto que rodeó a Riva y también asistió a Lamagna, que falleció en la intersección de Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen. Una bala también le había agujereado el pecho. La caída de Lamagna fue testificada ante el TOF 6 por Julio Urien, uno de los cinco testigos que declararon el viernes pasado en el juicio. Urien, un ex guardiamarina que pasó varios años de la última dictadura secuestrado y “desaparecido” por sus presuntos camaradas, también vio morir a Riva el 20 de diciembre, cuando había intentado llegar a la Plaza de Mayo para manifestarse. “¿Por qué?”, le preguntó la querella representada por el CELS. “Ante la indignación por el cierre de industrias que se venía dando por la crisis y por el decreto del estado de sitio, quería defender la democracia”, respondió. La periodista Florencia Etcheves, otra de las testigos de la semana pasada, vio a Lamagna tirado en el piso. “No se podía levantar, me pareció que estaba muerto”, describió en un relato en el que también realizó una evaluación general de la situación que le tocó presenciar como productora de un programa periodístico para la señal Todo Noticias. “La policía estaba por todos lados, fue la primera vez en mi carrera que tuve miedo”, confesó.
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