Los conductores de un programa de la cadena británica BBC abandonaron ayer Tierra del Fuego rumbo a Chile en medio de insultos y piedrazos, luego de pasear por la Patagonia durante dos semanas en coches deportivos con la patente “H 982 FKL”, en referencia al año de la guerra y a las “Falklands”, como denominan a las Malvinas. Se trata del programa Top Gear, uno de los más conocidos en el mundo del automovilismo, con antecedentes de provocaciones en otros países. Un vocero de la BBC afirmó que la patente era “una desafortunada coincidencia”. “Nosotros creemos que no fue una coincidencia desafortunada”, advirtió a BBC Mundo Sergio Araque, jefe de Gabinete del gobierno de Tierra del Fuego. “La gente de la BBC vino para burlarse de nosotros”, coincidió el senador Julio Catalán Magni, del Frente para la Victoria. “Ushuaia es la capital nacional de Malvinas y no se puede venir aquí con una actitud tan burda como burlona”, advirtió.

Conductores y productores comenzaron su paseo por Bariloche el 19 de septiembre. “Primeras imágenes de la largada del especial de Top Gear en la Patagonia-Bariloche-Ruta 40-Ushuaia”, se titula un video disponible en YouTube en el que se ven un Porsche, un Lotus y un Ford Mustang en las calles de la ciudad. En el Porsche que conducía el presentador Jeremy Clarkson se observa con claridad la patente amarilla con letra negras que hace referencia a la guerra.

Juan Manuel Romano, secretario de Desarrollo Social de Ushuaia, contó que por esos días, después de tomar contacto con la producción del programa, recibió un anónimo con la advertencia de observar las patentes. En segundos advirtió la provocación. Luego de una reunión del gabinete, “les dijimos que no íbamos a acceder a realizar ningún tipo de evento con ellos”, contó, y recordó su sugerencia para que “en lo posible evitaran el tránsito de esos vehículos con patentes ofensivas”. Pero la filmación del programa continuó. “Hace dos o tres días nos enteramos de que estaban en Tierra del Fuego”, agregó el funcionario.

Un grupo de veteranos de Malvinas se presentó el jueves en el hotel Arakur de Ushuaia, donde se alojaban británicos y productores argentinos contratados para la cobertura. Allí exigieron “el retiro del equipo periodístico del territorio provincial, que incluye a las islas Malvinas, antes de las 20 horas de hoy (ayer), bajo advertencia de convocar a una manifestación popular para repudiar la provocación”, contó Osvaldo Hilliar, de la asociación de veteranos. Mariano Plecity, funcionario del gobierno de Fabiana Ríos, anunció por la tarde que los visitantes habían aceptado retirarse del país. Agregó que camionetas y camiones de apoyo, más los autos, circularían por la Ruta 3 con custodia policial y obligación de no ingresar ni a Tolhuin ni a Río Grande para evitar incidentes. Pese a la tensión, esa noche filmaron varias escenas con los tres autos en la cima del cerro Castor, a 30 kilómetros de Ushuaia.

La salida rumbo a Chile se concretó de madrugada por el paso fronterizo Radman, que no se usa habitualmente y al que se llega por caminos alternativos. Los autos recibieron algunos piedrazos, que provocaron roturas de vidrios, y fueron abandonados luego a un costado de la ruta en una zona conocida como cabo San Pablo. “Surgió un problema con gente de Tolhuin que con razón estaba irritada, por lo tanto arrojó piedras. Me hice presente, alcanzamos la caravana y los asistimos con una ambulancia ante un herido leve”, relató Araque. “Creemos que hubo una intencionalidad de provocar algún tipo de reacción y que no consideraron ni midieron lo sensible que es la cuestión Malvinas para la provincia de Tierra del Fuego”, dijo el ministro coordinador. “Estos tipos se equivocaron”, advirtió el secretario de Desarrollo Social de Ushuaia, Juan Manuel Romano. “No tengo ninguna duda de que venían a mofarse de no-sotros”, dijo, y se mostró “orgulloso de cómo reaccionó, en términos pacíficos, la gente de la provincia”. Catalán Magni coincidió en que “la gente de la BBC vino para burlarse” y reclamó “una enérgica condena por parte del gobierno de ese país y algún tipo de condena social que permita poner freno a este tipo de provocaciones”. “Esto reaviva un sentimiento de angustia y dolor”, advirtió.