El próximo domingo, a las cinco de la tarde. Ese día y a esa hora, Cristina Fernández de Kirchner volverá reunirse con el Papa. Será el quinto encuentro entre ambos y tendrá lugar en el Vaticano. Durante su visita a Roma, CFK también hablará en la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, donde recibirá una distinción por el progreso de la lucha contra el hambre en la Argentina y tendrá un almuerzo con el presidente de Italia, Sergio Mattarella.

Como en las anteriores ocasiones, el encuentro entre el Papa y Cristina Kirchner será sin un temario prefijado. El día antes de recibir a la Presidenta, Francisco viajará por unas horas a Sarajevo, con la intención de promover la convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos. CFK tiene por costumbre interesarse en los temas de la agenda del Papa y seguramente querrá saber de su visita a la capital de Bosnia Herzegovina, como también de la gira a principios del mes próximo realizará por Ecuador, Bolivia y Paraguay –en la que tal vez vuelvan a verse– y de su viaje a Cuba y Estados Unidos en septiembre.

La reunión entre Francisco y CFK será a solas y está pautada para la tarde del domingo, algo que no es habitual porque ese día todas las actividades del Vaticano concluyen después de que el Papa sale al balcón a la hora del Angelus a dar la bendición a los feligreses reunidos en la Plaza San Pedro. Esta vez el encuentro no será en Santa Marta, el lugar que Jorge Bergoglio eligió para vivir cuando se convirtió en jefe de la Iglesia Católica, sino en un salón contiguo al aula de audiencias Paulo VI. Santa Marta es en verdad una suerte de hotel que Francisco comparte con otros prelados y cuentan en el Vaticano que para no molestarlos decidió hace un tiempo empezar a recibir a quienes lo visitan en otro sitio. En el mismo lugar donde tendrá ahora la entrevista con Cristina Kirchner recibió el 10 de mayo pasado al presidente de Cuba, Raúl Castro.

La nómina de acompañantes de la Presidenta en su viaje a Roma terminará de definirse en las próximas horas, aunque algunos funcionarios tienen un lugar seguro en la comitiva. Es el caso del canciller Héctor Timerman, quien después viajará a Bruselas para participar entre el miércoles y el jueves de la reunión de cancilleres UE-Mercosur y representar a la Argentina en la Cumbre UE-Celac, y del ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, quien participará de la conferencia de la FAO. El secretario de Culto, Guillermo Oliveri, viajará mañana a la capital italiana para ultimar los detalles de la visita al Vaticano y –junto al embajador argentino ante la Santa Sede, Eduardo Valdés– recibirá a CFK en su arribo a esa ciudad.

Está previsto que Cristina Kirchner llegue a Roma el viernes. Como acostumbra en cada visita a esa ciudad se hospedará en el Hotel Edén, en la zona de Villa Borghese. Para ir a Rusia en abril, como a China en febrero, CFK paró a descansar a mitad de camino, atenta a la recomendación médica de evitar los vuelos excesivamente largos. La distancia que separa Buenos Aires de la capital italiana le permite viajar sin necesidad de detenerse a dormir en tierra, aunque la falta de autonomía del Tango 01 para cubrir sin escalas la totalidad del trayecto obligará a hacer una parada de reabastecimiento.

En la Casa Rosada todavía no confirmaron la agenda de la Presidenta para el sábado. Ese día empezará la Conferencia de la FAO, que se extenderá hasta el viernes y por la cual pasarán varios presidentes. Una posibilidad es que aproveche para encontrarse con Lula da Silva, quien estará en Roma porque recibió una de las tres invitaciones especiales para participar del encuentro que en esta ocasión cursó el director general de ese organismo, José Graziano da Silva. El cuadro de invitados especiales lo completan la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y la propia CFK.

Lula y Bachelet hablarán en la apertura de la Conferencia de la FAO. CFK, en cambio, expondrá el lunes, después de recibir una distinción “en reconocimiento de progresos notables y extraordinarios en la lucha contra el hambre” que se registraron en la Argentina de manos de José Graziano da Silva y de la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Ertharin Cousin. Durante su 39º período de sesiones ordinarias, la FAO distinguirá a 72 países que cumplieron con la meta de reducir a la mitad la población con hambre, una de las tres que se fijaron en el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas para el período 1990-2015. La Argentina no sólo es uno de esos países, sino que además está entre los doce que en los últimos quince años mantuvieron el nivel de desnutrición por debajo del 5 por ciento.

Durante su paso por la FAO, la Presidenta tendrá además una reunión con José Graziano da Silva –quien fue ministro de Hambre Cero del gobierno de Lula–, a cuyo término se firmaría el “acuerdo de sede” para regular la relación entre ese organismo y la Argentina. Ese acuerdo jerarquizará el vínculo entre la FAO y el país. Su firma es una vieja aspiración argentina.

La última actividad de las que CFK tiene por ahora previstas en Roma antes de emprender su regreso a Buenos Aires el mismo lunes es el almuerzo con Mattarella, quien fue elegido presidente de Italia el pasado 31 de enero en reemplazo de Giorgio Napolitano. Por el momento no está pautado que la Presidenta se junte con el primer ministro italiano Matteo Renzi, aunque la agenda aún no está cerrada.