Domingo, 31 de mayo de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Sergio Urribarri *
Cuando acompañaba a la presidenta Cristina en los actos del 25 de Mayo no sólo acompañé a la guía presente de este proyecto transformador; entendí, como los cientos de miles que salieron a expresarlo, que tenemos una responsabilidad inmanente para lo que viene. Es una tarea militante seguramente llena de escollos y encrucijadas, donde lo importante no sólo pasará por las personas que asuman los cargos, lo crucial será la continuidad de la gesta recorrida en estos 12 años.
Una y varias plazas llenas de familias trabajadoras, de incluidos, de dignificados hacen imposible no ser autorreferencial. Para un peronista eso conduce a un lugar común; hay una fuerza interna que les permitió a millones de argentinos tener destino, tener metas, pensar en la movilidad social ascendente como producto de su esfuerzo, pero también sabiendo que del otro lado hay un Estado presente, activo, contenedor; listo para tender la mano.
No es otro 17 de octubre, pero ese pueblo en la calle es el puente a los sueños de generaciones; por eso están los jóvenes, por eso están sus padres y también los abuelos. Esa es la selfie del Proyecto Nacional adolescente que necesariamente debe llegar a la adultez, esa foto debe ser película; esa es nuestra alta responsabilidad.
Es el puente al desarrollo industrial, a la soberanía energética, a la ciencia y la tecnología, a la inversión educativa, a la producción agropecuaria con alto valor agregado, al acceso universal de los bienes culturales, al reparto equitativo de los recursos y la distribución del ingreso; todos como derivados de una intervención activa del Estado, no como consecuencia de una componenda superestructural de las corporaciones; a ese país la mayoría no quiere volver.
Porque sabemos que cada vez que los procesos con respaldo popular se interrumpieron, las conquistas nunca volvieron; sólo minorías imbuidas por el espíritu gerenciador que le reservan los organismos internacionales enarbolan banderas sin anclaje social, como la rendición al pago de la deuda a los fondos buitre, por citar un ejemplo. Esa política superada sigue actuando en tándem con los exégetas del minuto a minuto o con las plumas que apelan al absurdo, la descalificación y hasta la mentira para sostener una posición opuesta.
Nosotros no queremos que abandonen su mirada crítica e investigativa, no que claudiquen en sus convicciones o modelos; lo que pedimos es que admitan esta construcción colectiva y se sometan al juicio de la mayoría silenciosa, la que no tiene micrófono ni cámara pero que demuestra un nítido acompañamiento a esta Nueva Argentina. Porque aún desde otro lugar tienen un rol importante, pero no desde la negación de los hechos que están a la vista. Como el acompañamiento del pueblo a nuestra Presidenta, ¡claro que la vamos a extrañar!
Por eso es el momento de asumir nuestras altas responsabilidades desde el lugar que fuere; si en 2003 parimos este adolescente que es el Proyecto Nacional, nuestro deber es tutelar su crecimiento acompañando a quienes sean honrados por la voluntad popular. Esa es la legitimidad que le pedimos al pueblo argentino para continuar esta tarea y es la mínima red que debemos tender para ratificar el rumbo. Del otro lado del puente todavía hay argentinos esperando; no están en el subsuelo, no están abandonados, no perdieron las esperanzas; ahora saben que hay un destino cierto que es la Patria. Vamos por ellos.
* Gobernador de Entre Ríos.
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