Domingo, 2 de octubre de 2016 | Hoy
EL PAíS › REPORTAJE A ADRIAN GRÜNBERG, PRESIDENTE DEL TRIBUNAL QUE JUZGO LA COORDINACION DE LA REPRESION
Con sus dos colegas, acaba de publicar cinco mil páginas con los fundamentos del fallo. Son la prueba legal de la existencia de un plan, del rol de los Estados Unidos y de por qué los crímenes cometidos en esos años se concentraron en Argentina.
Por Alejandra Dandan
En 38 meses de audiencias del Juicio Cóndor, Adrián Grünberg llenó doce cuadernos con notas sobre los 222 testimonios. “Nelly Reneé Méndez de Vattino, viejita de 81 años”, dice una anotación. “Madre de un colimba secuestrado que se estaba por casar. Lo secuestraron a él y después fueron a la casa a buscar a su futura esposa”. Luego figura la hermana del colimba, un ex general de brigada de la Escuela Superior de Guerra, de los pocos testigos de los militares, que dice que “la guerra sigue abierta”, el director de cine Andrés Habegger. “Otras personas escuchan del terrorismo de Estado, de miles de desaparecidos, encarcelados, torturados. Pero dicen que miles de muertos son una estadística, pero uno es una tragedia. Esto es lo que pasa en estos juicios: nosotros escuchamos tragedias. La tragedia traducida en palabras”.
Grünberg encabezó el Tribunal Oral Federal 1 integrado por Oscar Amirante y Pablo Laufer en un juicio cuya primera denuncia se presentó en 1998, bajo las leyes de impunidad. El 27 de mayo de este año condenaron a quince de los 17 acusados y dieron por probada la existencia del Plan Cóndor como una asociación ilícita para matar. Para el fallo, Jorge Rafael Videla estaba muerto, pero alcanzó a ser juzgado por última vez. Los jueces acaban de publicar cinco mil páginas de fundamentos de la sentencia que definen como “un trabajo conjunto de los jueces y del equipo, secretarios y letrados”. Ahí dicen que el acuerdo criminal “se insertó dentro de la Doctrina de la Seguridad Nacional y en una política de contrainsurgencia. Tomando las bases teóricas enseñadas desde la sede del Comando Sur de Estados Unidos, en el Canal de Panamá, y de la Escuela Francesa”.
La sentencia aclara que EE.UU. no fue objeto de juicio y que no obtuvieron elementos para probar que desde allí se “digitó” o se “coordinó” el Cóndor. Pero luego de revisar la enorme cantidad de documentos desclasificados y enumerar el tipo de participación que tuvo, Grünberg declara: “Hay algunos cables que tienen sólo dos renglones que pueden leerse porque está todo tachado. Hay cientos de documentos así. Por eso, si algún día desclasifican los cables sacando todo lo negro y todas las tachaduras, tal vez haya elementos para una acusación”.
–La sentencia prueba una asociación criminal que se conocía hace cuarenta años. ¿Para ustedes dónde radica la novedad?
–Esto es un juicio. Llegamos a una conclusión después de evaluar pruebas. Mucho ya estaba relevado en libros de investigación. La Comisión Argentina de Derechos Humanos (Cadhu) lo menciona en marzo de 1977. Por eso, la novedad es que un órgano de justicia de uno de esos países del Cono Sur tuvo por probada la asociación ilícita o acuerdo represivo regional. La importancia es esa. Queda subrayado, además, por comparación: porque ante otros países que han sufrido, son los tribunales argentinos quienes lo probaron mientras el resto tiene investigaciones no resueltas.
–El juicio se pensó como escenario de reparación para víctimas de la región. Las querellas hablaron de una justicia universal.
–Creemos que pudo ser reparatorio para otros. En Brasil, por ejemplo, había –aunque no sé ahora– intención de reabrir el proceso. El fallo es un elemento de prueba importante. No conozco detalles procesales de otros países, pero aquí tomamos como prueba dos sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos de Agustín Goiburú y María Claudia García Iruretagoyena de Gelman. Los fallos ya decían en qué consistió Cóndor.
–Ustedes discuten si fue plan, operativo o sistema.
–Cada experto convocado como Stella Calloni, John Dinges, Carlos Osorio o Alvaro Hugo Rico Fernández lo nombraron de distintas maneras. Calloni, como Operativo. No le gustaba hablar de Plan porque sugería que puede quedar en la nada. Los cables de Estados Unidos hablan de “Cóndor Operation”. Si bien citamos todo, hablamos de “Plan” aunque es sólo una cuestión semántica. La lógica política o castrense habla de táctica y estrategia. Creemos que Plan apunta a algo más estratégico, el que Plan Cóndor fue una gran estrategia o gran plan a nivel regional con fines determinados.
–¿Cómo los definen?
–Cóndor fue ese acuerdo regional para intercambiar datos, perseguir y ejecutar acciones por fuera de todo tipo de control jurisdiccional legal y de toda normativa internacional diplomática. El traslado ilegal de prisioneros secuestrados de un país a otro estaba totalmente fuera de control. Hay tratados de extradición, pero fue todo arrasado. Por eso hablamos de asociación ilícita en la que no sólo intervinieron aparatos militares y fuerzas de seguridad, sino organismos civiles como cancillerías, migraciones, embajadas. Cada país tenía presencia activa de agentes extranjeros en territorio nacional que intervenían en los secuestros e interrogatorios generalmente realizados bajo tormentos. Traspaso de agentes de las fuerzas armadas y de seguridad en las fronteras juntamente con los detenidos o secuestrados que eran entregados a las autoridades de otros Estados de manera clandestina, sin intervención judicial alguna, ni requisito legal. Y hubo intercambio de información sobre actividades de los miembros de las organizaciones políticas de cada país de la región. Usamos la figura del Leviatán para describirlo, como ese gran monstruo castigador de un Estado todo poderoso que puede hacer lo que quiere.
–¿Cómo pensaron a las víctimas?
–Los documentos de Cóndor ubican a la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR) como objetivo, pero cada país tenia como objetivo acabar con los opositores políticos a las dictaduras propias. Hubo casos de grandes personalidades víctimas, claro. El general Carlos Prats en 1974, Orlando Letelier en 1976, el general Juan José Torres de Bolivia asesinado acá. Los uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, senador y presidente de la Cámara de Diputados. El atentado contra Bernardo Leigthon en Roma. Cóndor se encargó de hacer el trabajo sucio de las dictaduras, codo a codo, entre ellas, de todo lo que eran militantes, pero nosotros reiteramos varias veces la idea de “opositores políticos actuales o potenciales” porque la represión regional tuvo características semejantes a la de cada país.
–En el juicio, el Plan fue pensado como proceso en evolución. Ustedes fijan fecha de inicio y de “pactos de caballeros”.
–Cuando uno enseña o aprende el delito de asociación ilícita, según lo describe el código penal –que es formar parte de una asociación o banda destinada a cometer delitos determinados– generalmente dice: nunca vamos encontrar un acta fundacional que diga que tales personas se ponen de acuerdo para cometer delitos tal día de tal año. Bueno, acá existió. Existió una reunión celebrada en Santiago de Chile el 28 de noviembre de 1975 en la que Pinochet a través de Manuel Contreras, jefe de la DINA chilena, convoca a autoridades represivas de los otros países para organizase. Nosotros acreditamos esa reunión como acta de nacimiento del Plan Cóndor. No olvidemos que en Argentina había gobierno democrático. Esta invitación no fue cursada a una autoridad política, sino a autoridades militares o policiales. Antes hubo conferencias interamericanas de militares o de seguridad. Había –los cables hablan de “pactos de caballeros”– acuerdos binacionales o multilaterales de Ejércitos de los países que después integraron Cóndor. Al período previo, lo llamamos Pre-Cóndor, ya es de colaboración represiva y hubo asesinatos políticos. En 1974, fue clave la actuación del agente de la DINA chilena Arancibia Clavel que reportaba a la DINA exterior desde Argentina, en colaboración con el agente del Batallón 601 José Osvaldo Riveiro alias Rawson, prófugo todavía. Pese a la democracia, el agente chileno tenía contactos con la inteligencia argentina para detectar o perseguir chilenos en el extranjero. Nosotros tomamos esa fechas hasta por menos 1980 con los últimos casos en Brasil durante la llamada contraofensiva montonera.
–¿Cada país tuvo roles distintos? Diferencian a Brasil.
–Brasil formó parte de la primera reunión pero no como miembro de Cóndor, aún así prometió apoyo logístico y más tarde se incorpora. Tenemos allí los secuestros de Norberto Armando Habegger primero y luego Mónica Pinus de Binstock y Horacio Domingo Campiglia. No analizamos a fondo por qué Brasil no quedó incluido. Pero creemos que no estaba de acuerdo con la llamada “tercera fase del Cóndor”: aquello de operar fuera de la región, tanto en Estados Unidos como en Europa. Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia estuvieron al comienzo. Después ingresaron Ecuador y Perú. Venezuela no participó como miembro porque el presidente Carlos Andrés Pérez vetó la iniciativa. Pero el papel protagónico –y esto surge de los cables norteamericanos– lo ocupó Argentina, Chile y Uruguay. También Paraguay, pero venía de una dictadura larga del ‘54. Los otros golpes fueron casi simultáneos. Junio de 1973 en Uruguay y septiembre en Chile.
–Por esa sucesión, ¿Argentina fue el central?
–Eso surgió de los testimonios. Muchas víctimas secuestradas acá eran uruguayos y chilenos porque iban escapando de las represiones en sus países. Los uruguayos en 1973 se van a Chile y luego a Argentina. Por eso muchos uruguayos, chilenos y paraguayos vinieron acá a fines de 1973. Y ya en 74 y 75 estaban todos acá. Fue como cazar en el zoológico. Hablamos de una dialéctica en la que el país pasa de ser refugio a ser “coto de caza”. Por eso decimos que no fue casual que aquí se hayan realizado muchas de las acciones Cóndor.
–Ustedes hablan de Estados Unidos en el fallo.
–Primero y principal, no había acá ningún imputado norteamericano. Un juicio es analizar datos históricos, pruebas, pero no como un periodista sino porque tenemos que atribuir responsabilidades a personas. No estamos juzgando ni países ni organismos. El interés primordial es sobre las pruebas que acercan las partes. O sea, no es nuestra tarea ver en detalle el rol de Estados Unidos o Rusia, pero surgieron de la prueba muchos elementos que llevaron a que Estados Unidos sea mencionado. Creo que indudablemente, y lo decimos al hablar de la doctrina de Seguridad Nacional, el por qué del Cóndor es porque estábamos en los 70, en la Guerra Fría. Estados Unidos entrenó a cientos y cientos de oficiales de todos los países que después formaron Cóndor. Y llevaron a cabo los golpes de Estado. No conozco el detalle de la instrucción ideológica, pero en cuanto a lo operativo podemos decir que fueron entrenados muchos en Estados Unidos. Esto quedó claro por los investigadores, por las obras históricas y por la realidad: los legajos militares. Mencionamos cada imputado que iba a Estados Unidos a dictar cursos, a tomar cursos o a intercambios durante sus carreras o como oficiales. Entonces, el tema de Estados Unidos surgió a través de la prueba. Pero no fue materia nuestra ver qué participación tuvo.
–Ustedes citan innumerable cantidad de cables. La discusión parece centrada en si Estados Unidos sabía o no sabía.
–Que conocía, conocía, porque surgió de los cables también. Estados Unidos conocía. No sólo había entrenado militares sino que conocía lo que pasaba porque tenia su embajadas en cada país con agregados legales que era el nombre de cobertura de los agentes del FBI. El intercambio de cables sobre todo hacia el Departamento de Estado, donde estaba Kissinger, surgió de la prueba. Hay cables muy tempranos de Estados Unidos hablando de detenidos o cárceles ocultas. Así, como la Cadhu habla de un acuerdo en marzo del ‘77, Estados Unidos lo menciona antes. El experto Osorio del National Security Archive aportó un dato importante de los cables. Por un lado, la famosa reunión entre Kissinger y Pinochet en la que aparece como palmeándole la espalda y dice: nosotros los apoyamos, pero tenemos que hacer como que les tiramos las orejeas por los derechos humanos. Al poco tiempo, se hizo la reunión con el canciller argentino (César Augusto) Guzzetti de la Armada. Kissinger dice aquello de que lo que tengan que hacer, háganlo rápido. Así admitía que los procedimientos no eran normales. Esos procedimientos no normales, eran los que aprendieron los militares argentinos de los instructores franceses y norteamericanos. Pero de los documentos desclasificados, hay cientos en los que sólo se puede leer una frase o dos, el resto está todo con negro. Si algún día desclasifican los cables sacando todo lo negro y todas las tachaduras, tal vez haya elementos. Por eso, no puedo decir que EE.UU. fue el organizador de todo, pero puedo decir que fue a partir de la Guerra Fría cuando tomó la región como área de influencia, por eso entrenó, por eso capacitó. Por eso hubo dos elementos claves de intervención: entrenamiento y apoyo tecnológico con pertrechos militares, armamentos y demás. Era el anzuelo que Estados Unidos mostraba. Lo mencionamos en las pruebas. Con el interés de mantener la hegemonía sobre la región en el contexto de la Guerra Fría, por eso la doctrina de seguridad nacional.
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