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“Después de ser Papa no podría ser sacerdote”, dijo Carlos Menem en varias ocasiones desde que dejó la Presidencia para descartar cualquier candidatura menor. Pero ayer demostró una vez más que no es un hombre de palabra: anunció que el año próximo se presentará como candidato a diputado o senador por La Rioja con el propósito de encabezar un “polo opositor” para retornar a la Casa Rosada en el 2007 y denunció que las causas judiciales en las cuales fue ordenada su captura tienen el objetivo de “inhabilitarlo” políticamente. Menem reveló sus planes en uno de sus ya habituales embates contra el Gobierno y los jueces Norberto Oyarbide y Jorge Urso, en el que lo traicionó uno de los fallidos a los que también acostumbró ya a los argentinos. “En los casos míos –dijo– prácticamente no hay delito.” El presidente Néstor Kirchner, en tanto, se pronunció por su vuelta al país. “Todos los argentinos tienen que responder ante la Justicia”, dijo.
“Vamos a ver, falta un poco todavía. Una vez que esté bien seguro, podrá ser que me presente como candidato a diputado o a senador por mi provincia, pero el objetivo fundamental es el año 2007”, comentó Menem. También reveló su intención de organizar una línea política para “reconstruir al justicialismo y hacerle notar al Gobierno lo que funciona bien y lo que está funcionando mal” y ponerse a la cabeza de una “oposición no para destruir, sino para ayudar a construir” la Argentina.
Que Menem anuncie ahora que el año que viene va a presentarse como candidato a un cargo legislativo, cuando más de una vez descartó de plano esa posibilidad, no sorprende porque está claro que el respeto a la palabra empeñada no es su fuerte. En 1989 prometió salariazo y revolución productiva y cuando llegó al poder no sólo hizo todo lo contrario, sino que además se ufanó explicando que si hubiese dicho lo que en verdad pensaba hacer nadie lo habría votado. Mucho más acá en el tiempo, hace exactamente un año, juró y perjuró que no renunciaría a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. “Sólo un borracho lo haría”, decía y después terminó rehuyendo el mano a mano con Néstor Kirchner.
Basta repasar su trayectoria para comprobar que Menem también es capaz de decir cualquier cosa. Por eso tampoco debería sorprender que ayer haya dicho que “es la intención de este gobierno inhabilitarme para no participar de las elecciones del 2005 y del 2007”. Ni tendría por qué sonar rara su afirmación “no es un rapto de soberbia, pero a los hombres exitosos, a los que hemos tenido que gobernar una provincia durante 10 años y Argentina durante 10 años más, evidentemente se nos persigue” o que se haya comparado con “(Juan Domingo) Perón y otros grandes de la historia que fueron perseguidos por sus diferencias en el campo de lo político”.
Menem es capaz de decir lo que dijo en diálogo con La Red y de admitir en la misma entrevista que delinquió. Tal vez le jugó una mala pasada su subconsciente, pero lo reconoció: “En los casos míos prácticamente no hay delito”.
En medio de su recorrida por la Feria del Libro, anoche, el presidente Kirchner sostuvo que la acusación de persecución política que le hacía Menem era algo “poco serio”. También opinó que el ex presidente debía presentarse ante la Justicia.
Otro que salió al cruce de Menem fue Oyarbide y puntualmente le respondió algo en lo que el riojano insistió ayer: que si quiere, vaya a tomarle la indagatoria a Chile. “Eso es imposible. No estoy para acatar órdenes. El no es el juez de la investigación, sino el protagonista. No corresponde viajar”, dijo el magistrado. Ofuscado, Oyarbide añadió: “¡Cómo me voy a sujetar yo a las apetencias de este señor! De ninguna manera. El señor tiene que concurrir. Cuando se haga efectiva la captura, vendrá y tendrá que cumplir con el acto procesal como cualquier individuo”.