EL PAíS

Armar equipo para parar a Carrió

En la Ciudad hacen números y tienen en claro que el ARI es el rival. Quieren construir un polo progresista, en íntima alianza con el kirchnerismo, pero con Ibarra de referente.

 Por Santiago Rodríguez

“Es como un jugador que se encuentra con que sus adversarios dejaron la cancha y entonces encara sólo para meter el gol. O la paramos o se mete en el arco con pelota y todo”. Así ven hoy a Elisa Carrió en el gobierno porteño y dicen que la única forma de frenar su avance, es plantando en el campo de juego un equipo de centroizquierda que tenga a Aníbal Ibarra como técnico y se ponga la camiseta de Néstor Kirchner. “El kirchnerismo –argumentan– tiene que convencerse de que por su propio beneficio es preciso armar un polo progresista en la Ciudad y que somos nosotros los que podemos hacerlo: el PJ es otra cosa y hasta por cuestiones de cultura política no puede contener ese espacio.” En otras palabras, el planteo de los ibarristas es que el único DT en condiciones de convocar a los jugadores necesarios para el partido que se plantea con Carrió –socialistas, radicales progresistas, intelectuales y dirigentes sociales– es Ibarra.
El jefe de gobierno porteño no se plantea bajo ningún punto de vista empezar a forjar un polo de centroizquierda como paso previo a una ruptura con el kirchnerismo. “Somos socios ahora y vamos a mantener la sociedad también en el 2007”, aclaran sus hombres para despejar cualquier sospecha en ese sentido. Lo que ocurre es que los ibarristas llegaron a la conclusión de que, tal como están las cosas, lo que está en riesgo no es ya la alianza con los kirchneristas sino el futuro político de unos y otros en el distrito.
Lo que encendió todas las alarmas de la jefatura de gobierno fue el resultado de la última encuesta que encargaron. Se trata de un sondeo que les merece la mayor de las confianzas y al que consideran libre de toda operación, que arrojó un dato preocupante para Ibarra y su gente: Carrió tiene hoy una intención de voto del 31 por ciento. “Si no la paramos va a llegar a los 40”, advirtió a Página/12 uno de los hombres que analizó los resultados de la consulta junto a Ibarra.
Es que de hace apenas dos meses la jefa del ARI aparecía para el mismo consultor con el 22 por ciento de las preferencias y treinta días atrás medía 27 puntos. Otro dato que no pasa inadvertido entre los colaboradores de Ibarra es el crecimiento de Luis Zamora que pasó de 6 a 12 por ciento de intención de voto en el transcurso del último mes. “Los dos –razonó un funcionario porteño– están creciendo sobre la base de lo que fue nuestro electorado el año pasado.”
En la jefatura de gobierno aseguran que tienen el modo de poner freno al ascenso de Carrió en la Ciudad: generar un espacio con Ibarra a la cabeza para contener a todos aquellos que desde afuera del peronismo adhieren a los lineamientos generales trazados por Kirchner. De hecho, están trabajando en esa línea, pero el problema que dicen tener es que los kirchneristas perciben sus movimientos como una amenaza para el 2007. Entonces, se definirá la sucesión de Ibarra en la Ciudad y del lado del kirchnerismo ya son varios los anotados en la carrera, empezando por el jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández. El ibarrismo también ha dado muestras de que no cederá como si nada el control político del distrito. “El problema es que antes que de todo lo demás, hay que pensar el 2005. Si el año que viene Carrió gana como actualmente muestran las encuestas, estamos todos en problemas porque se corre el centro de gravedad política y pasa a ser ella la jefa de la Ciudad”, se sinceró un estrecho colaborador de Ibarra.
Ese es el tema político central que Ibarra quiere hablar mano a mano con Kirchner. El jefe de gobierno porteño también maneja otro dato para convencer al santacruceño sobre la conveniencia de que le dé luz verde para la construcción de un polo de centroizquierda: en la misma encuesta en que Carrió se impone como clara ganadora, los candidatos de la Casa Rosada figuran a mitad de la tabla –por debajo de Mauricio Macri– y lejos: Rafael Bielsa con 8 por ciento de intención de voto y Daniel Filmuscon 7 puntos. Para los ibarristas “es la muestra de que el kirchnerismo no logra contener al espacio de centroizquierda”.
El ibarrismo, de todos modos, no se ha detenido en su armado político a la espera de la charla entre Ibarra y Kirchner. En la jefatura de gobierno afirman que “hoy de modo invisible se está conversando con representantes de muchos sectores, pero todo eso debería cobrar visibilidad cuanto antes para transformarse en una valla de contención de Carrió”.
Los contactos de los ibarristas son múltiples y en varios sentidos. De muchos radicales no identificados con los sectores tradicionales del partido ya recibieron un guiño. La diputada Silvana Giúdice; el secretario de Cultura porteño, Gustavo López; Luis Brandoni, Facundo Suárez Lastra y el economista Aldo Isuani, entre otros, compartieron el miércoles pasado una cena en Lalín y allí plantearon profundizar su relación con Ibarra y seguir acercándole gente del radicalismo.
Del ámbito político conocidos son también los lazos entre Ibarra y los socialistas, pero además Jorge Telerman está trabajando puertas adentro del PJ. Si bien admiten que “es lo más problemático con Fernández, pero se puede pautar”, los ibarristas no pasan por alto que el vicejefe de gobierno –quien también aspira a la jefatura de la ciudad en el 2007– reunió a 500 personas en un locro que encabezó el 9 de Julio.
En el ibarrismo aceitaron también los contactos con los círculos intelectuales –tienen, por ejemplo, actividades previstas con el Club de la Cultura Socialista, que reúne a hombres como Juan Carlos Portantiero y Emilio De Ipola– y con economistas para impulsar una línea de debate sobre la distribución del ingreso. En el campo social estrecharon también vínculos con dirigentes de las empresas recuperadas, del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos y con sectores de la CTA.
“No planteamos la institucionalización de un espacio, pero sí comenzar a articular en términos de discusión política más general y tal vez ese mismo proceso termine seleccionando algún candidato que no venga de la política”, explican los colaboradores de Ibarra. Y advierten: “Lo que está en el centro de la agenda es la construcción de esa fuerza política de centroizquierda. Limitar la discusión a los nombres de los candidatos es reduccionista.”

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