EL PAíS › ADOLFO RODRIGUEZ SAA CUENTA SU HISTORIA Y CRITICA
“Duhalde en dos meses atrasó veinte años a la Argentina”
El ex presidente cree que tanto a De la Rúa como a él lo volteó el mismo grupo de conjurados. Apunta a Duhalde y a Alfonsín. Sostiene que el nuevo Pacto de Olivos involucra, también, a casi toda la dirigencia del PJ. Critica a Remes Lenicov, la negociación con el FMI y el futuro plan Bonex.
Por Sergio Moreno
Adolfo Rodríguez Saá está activo. Este fin de semana fue a Rosario para debatir con un grupo de jóvenes y dirigentes sobre la situación argentina y armar una estructura que sostenga su plan de regresar a la Presidencia, esta vez por el voto popular. Expansivo, como lo conoció la sociedad en esos siete días en que gobernó el país, “el Adolfo” habla a borbotones y sin eufemismos. En cada frase, vehemente, descerraja adjetivos para con Eduardo Duhalde y todo su gobierno. También él, al igual que Fernando de la Rúa, considera que existió no ya un complot, sino dos, para sacar del poder a ambos, con una semana de diferencia. Raúl Alfonsín, el PJ bonaerense, la UCR de ese distrito, son los blancos comunes. El ex presidente y ex gobernador de San Luis pide elecciones ya, para todos los cargos, mientras denuncia la existencia de un nuevo pacto de Olivos en el cual ubica, además de los nombrados más arriba, a José De la Sota, Carlos Menem y Carlos Reutemann. A ellos, dice, les ganaría una interna “si en el PJ no hacen trampas”. De lo contrario, competirá por afuera del partido.
–De la Rúa ha denunciado que fue un complot lo que lo sacó del poder. Usted, que fue el presidente que lo sucedió, ¿comparte esa teoría?
–Visto desde la perspectiva del hoy, se puede advertir que hubieron cosas muy curiosas, muy raras en esa época. Toda la violencia que le atribuían a la izquierda, ahora parece que o la izquierda pactó con Duhalde o no era la izquierda. Todos los desmanes que se producían en las calles se le atribuían a la izquierda, y creo que esto no es así. Creo que el pueblo argentino salió a protestar con mucha justicia durante los últimos días de De la Rúa, protestó durante mi gobierno, y también ha seguido protestando ahora, porque se está produciendo el saqueo más grande, la estafa más grande de la historia nacional.
–¿Le adjudica a Duhalde los desmanes previos a la caída de De la Rúa?
–Yo no sé quiénes fueron los autores. Yo he leído las declaraciones del doctor De la Rúa, pero es muy curioso que los saqueos, que los desmanes se producían casi en forma incontrolable, y que ahora esa situación no se produce, cuando la situación es mucho más grave. Es una suerte que no se produzcan, y creo que las protestas deben ser pacíficas y razonables. Pero parecería que, en ese entonces, algo hubo.
–¿O sea que usted cree que los saqueos en el Conurbano fueron inducidos?
–Todo indicaría, por lo que ha declarado el doctor De la Rúa, y lo que uno puede advertir, que algo de eso hubo.
–Más allá de las especulaciones y los análisis, ¿tiene alguna información de lo que pasó concretamente en esos días?
–No, no tengo ningún dato preciso, sino la intuición política. Y luego, lo que ocurrió durante mi gobierno, cuando se produce la manifestación pacífica, empieza un grupo a incendiar primero frente a la Casa de Gobierno. Yo le ordeno a la policía que no reprima, no reprimió, y un canal de televisión decía “comenzó la represión”. La “violenta represión” que no había. Era como si hubiera una desarmonía entre una cosa que se iba a producir y no se producía.
–Fue el día en que hirieron a varios policías...
–Y no respondió por orden expresa que impartí al jefe de la Policía. Hasta que comenzaron a quemar la puerta de la Casa de Gobierno. Entonces sí, las fuerzas de seguridad salieron y tenían órdenes precisas de no utilizar armas. Entonces la clase media se retira, y quedan los violentos enfrentando a la policía y se producen esos acontecimientos. Y viene el curioso caso del Congreso, donde se abre una puerta que solamente puede abrirse desde adentro, y entraron y rompen cosas que son insustanciales vistos después, pero que en el momento era una cosa tremenda.
–Siguiendo este esquema de razonamiento, ¿considera que a usted también lo tumbó un complot?
–Visto desde la perspectiva, también, porque uno ve que el Pacto de Olivos estaba conspirando. Este Pacto de Olivos 2, que hacen Alfonsín,Duhalde y sus seguidores, que es haber juntado lo peor del PJ y lo peor de la Unión Cívica Radical. Duhalde ha logrado el milagro que en dos meses la Argentina retroceda 20 años en sus historia.
–Está claro a quién apunta ahora, pero en un primer momento acusó duramente a José Manuel de la Sota, ¿Qué lo hizo cambiar la percepción?
–Sigo teniendo la misma percepción. De la Sota forma parte del Pacto de Olivos, y él formó parte de la operación. Cuando asumí, el radicalismo huía del poder. El Parlamento estaba inmovilizado porque ellos también eran autores del descalabro. La UCR no tomó una sola medida acertada en los últimos dos años. Un grupo de gobernadores apoya mi candidatura a presidente, el Grupo Federal. Con ese apoyo asumo yo el gobierno en medio del caos y casi de la guerra civil. El país se tranquiliza, empezamos a trabajar, se genera un optimismo, se genera un expectativa en el país, y empiezan a pedirme una reunión los gobernadores, para avanzar en los temas que habíamos convenido. Yo acepto la reunión, Néstor Kirchner pide que se traslade de Olivos a Chapadmalal, vamos allí, y a la reunión de Chapadmalal no llegan. No viene De la Sota, no viene el gobernador de Santiago del Estero, el propio Kirchner no va, y quien promueve que no se vaya a esa reunión es De la Sota. Entonces, hay una alianza entre De la Sota y Duhalde. Al día siguiente están totalmente de acuerdo y ellos ya tienen arreglado que el Pacto de Olivos se hace cargo del poder.
–Usted dice que los gobernadores le sacaron la silla, el apoyo.
–Sí, sí, me sacaron la silla, es evidente.
–¿Qué pasó ese domingo en Chapadmalal?
–Durante toda la mañana trabajamos con un entusiasmo impresionante en el plan económico, en el plan de austeridad y en el presupuesto. Teníamos elaborado un presupuesto que lo anuncié esa noche en la renuncia, absolutamente equilibrado, que es lo que debe hacer la Argentina: pagar los sueldos, las jubilaciones, el PAMI, las universidades, a las provincias. Nos quedaba plata para pagar 3500 millones de intereses de la deuda, nos quedaba plata para iniciar un plan de vivienda por 500 millones en un comienzo, y nos quedaba plata para pagar el millón de empleos que significaban 2400 millones en el año (a 200 pesos mensuales), y un plan alimentario y social de 1200 millones más. Eso demostró que la plata alcanza, lo que pasa es que se gasta en la corrupción estructural que tiene la Argentina, y esto no lo pueden aceptar los que están complicados con esta corrupción estructural. Entonces no me aceptaron el presupuesto.
–¿Quiénes? ¿Los que estaban en Chapadmalal?
–Los que estaban ahí, pero también los que estaban ahí les avisaron a los que no estaban. Porque yo dije a las tres y media de la tarde: señores yo si no tengo apoyo... Nosotros, para poder sentarnos seriamente con los acreedores externos y generar credibilidad en el mundo, tenemos que cumplir tres requisitos básicos. Primero, un presupuesto equilibrado, que no generara más recesión, que es el que presentamos. Segundo: una ley de coparticipación que significara una creíble y correcta relación entre la Nación y las provincias, que también la habían elaborado los propios gobernadores, y que yo dije que estaba dispuesto a firmar. Y el tercer punto era un plan de austeridad profundo, que ya estaba en marcha y había que profundizarlo. Estas tres medidas, más un combate a fondo contra la evasión fiscal y el contrabando, se completaba con la liberación del corralito en la forma que lo anuncié en el mensaje de renuncia, que era primero generar una etapa de una semana o 15 días que cada banco dijera quién podía devolver y cuánto. Y luego, nos íbamos a quedar con el problema del Banco de la Provincia de Buenos Aires, el Banco de la Nación Argentina, y quizá algún banco nacional, que no iban a poder devolver los depósitos en la forma razonable en que se debían devolver, y entonces tenía que salir la Nación, la provincia de Buenos Aires, y ese banco privado a garantizar con su propio patrimonio la devolución de los ahorros, porque hay que respetar el derecho de propiedad, hay querespetarlo. Por eso este plan Bonex en cierne es otro asalto a la gente, como todos lo que ha hecho este Gobierno.
–Usted llegó a la Presidencia con el apoyo de los gobernadores, y cuando le quitaron el apoyo decidió renunciar. ¿Hubo alguna otra cosa más? Concretamente, ¿amenazaron a usted o a alguien de su familia?
–No, no, para nada. Lo que hubo es, por ejemplo, que Chapadmalal estaban todas las luces apagadas cuando llegamos. Esa mañana en la puerta de Chapadmalal había unas 15 o 20 personas, y se hacía terrorismo como si fuera una multitud que podía llegar a entrar y la policía no la podría contener. La última noche que estuve en Olivos, la custodia de la Policía Federal desapareció.
–¿A qué lo atribuye?
–Supongo yo que habrán sido presiones psicológicas, que en mí no afectaron el ánimo.
–¿Y quién tomó esa decisión? Porque su secretario de Seguridad era Juanjo Alvarez, el mismo que en la actualidad.
–No sé, eso hay que preguntárselo a él.
–¿A él?
–Sí, a él, y al jefe de Policía. Yo no sé quién tomó esa decisión.
–¿Usted sintió que su seguridad peligraba?
–No, mi seguridad personal... ¿Qué me podían hacer, un magnicidio? No, para nada. Por supuesto se estaba generando un clima insoportable en el país, donde la alternativa que estaban planteando era la represión, que es lo que se va buscando permanentemente ahora, llegar a un estado en el que se justifique una represión. ¿Y cómo se justifica una represión cuando se han quedado con los fondos de la clase media, cuando el salario de los trabajadores se deprecia? Duhalde ha arriado todas las banderas del justicialismo, todas. En primer lugar, ha afectado el salario de los trabajadores argentinos, ante el silencio cómplice de los dirigentes sindicales, que no los entiendo.
–Que lo apoyaron a usted en un acto memorable.
–Sí... No sé si me apoyaban. Me invitaron a la CGT.
–Todos recuerdan su imagen rodeado de los muchachos de las dos CGT.
–Así es. Yo no entiendo la actitud complaciente de los sindicalistas con el salario de los trabajadores. Se ha disminuido a un tercio, el que ganaba 450, hoy gana 150 dólares.
–Si hoy tuviera la oportunidad de gobernar nuevamente el país, ¿qué es lo que no haría de lo que hizo esos siete días?
–En primer lugar me rodearía de gente nueva, de jóvenes argentinos.
–Antes de ser presidente, usted hablaba de cambios generacionales y después nombró a gente como Carlos Grosso, Víctor Reviglio, Hugo Franco...
–Usted tiene que pensar que me nombraron por 60 días y yo tuve 24 horas para prepararme para ser presidente. Yo le había ofrecido la Jefatura de Gabinete a Néstor Kirchner, y le había ofrecido la Cancillería a Juan Carlos Romero, que me dijeron en el momento de mi designación que ellos sí iban a aceptar. Cuando me designaron, me dijeron que no. Entonces tuve que improvisar aún más el gabinete.
–¿A qué atribuye ese cambio de actitud?
–Y, porque 60 días a nadie... Yo renuncié a la gobernación, renuncié a la Presidencia. Porque acá hay que ser coherente, hay que tener ética, hay que dar el ejemplo.
–Ahora,¿no le parece que los hombres que eligió eran revulsivos? ¿No le parece que no supo medir el impacto?
–Ya se lo dije. Me está hablando del pasado. No tenía a quién poner. Menem tuvo un año; el 8 de julio de 1988 lo eligieron candidato, el 14 de mayo del ’89 lo eligieron presidente. Tuvo que asumir el 8 de julio, hacía un año que ya era candidato, hacía tres meses que lo habían elegido presidente y diez años después todavía reclama que le tiraron el gobierno en sus manos. A mí me lo tiraron en 24 horas con guerra civil y con el país destruido, en quiebra. Lo asumí y lo puse en marcha de nuevo. Lo hicecon la gente que pude, no dormí durante siete días y noches, trabajé todo el día, hice lo que pude. Cometí el error de ponerlo a Grosso y pedí disculpas al pueblo argentino, pero eso es el pasado. Tenemos que hablar de los nuevos escenarios, tenemos que hablar qué está pasando hoy.
–Entonces hablemos de eso. Usted es un duro crítico de Duhalde...
–Logró el milagro de hacer retroceder al país 20 años en dos meses. El doctor Alfonsín, su principal apoyo, es el que nos llevó a la hiperinflación, es el que destruyó la economía, el que fracasó en su política económica, fracasó en su política monetaria. Entonces nos están haciendo fracasar. Alfonsín, de jefe de la democracia pasó a ser jefe de un quirófano. Nos tienen anestesiados. ¿A dónde vamos con esos dirigentes? Tiene que terminarse la historia del Pacto de Olivos. ¿Qué es esta cortina de humo de la reforma política? Esta generación que nos está gobernando es incapaz de hacer una reforma política. La reforma política que van a hacer es a la medida de sus intereses. La reforma política la tiene que hacer una nueva generación, que no esté comprometida con los sobornos del Senado. Creo que lo único que puede hacer la generación gobernante del Pacto de Olivos es convocar a elecciones ya, para todos los cargos, y permitir que asuma una nueva generación política.
–¿Cómo ve esta negociación con el Fondo?
–El Fondo Monetario, al menos durante los siete días que yo goberné, no pidió ni exigió absolutamente nada.
–¿Llegó a hablar con algún directivo del FMI?
–Sí, yo hablé con todos. Con los mismos que están hablando ellos. No ponían ninguna exigencia y ofrecían el máximo de colaboración. Pero el presidente Rodríguez Saá no pedía más crédito. Proponía un presupuesto equilibrado, una fuerte austeridad y la destrucción de toda la corrupción estructural en la Argentina. Bajo esas condiciones el Fondo no tiene nada que pedirnos. Ahora, si el que le va a pedir es Remes Lenicov... Remes ya fundió a la provincia de Buenos Aires, es el autor del tremendo déficit que tiene, y que ahora está fundiendo el país. Si él cree que lo que tiene que hacer es pedir plata prestada, yo pregunto ¿para qué? ¿Para seguirla gastando en la corrupción estructural? Tenemos que proponer un plan económico sustentable y serio, y serio significa austero. Esto es lo que nos está pidiendo el mundo. Si hacemos eso, no nos arrodillamos frente a nadie, al contrario, tenemos que elevar la autoestima del pueblo argentino, y convocarlo al trabajo y a la producción.
–Desde que dejó la Presidencia, ¿lo llamaron alguna vez del Gobierno?
–Bajo ningún concepto me ha llamado nadie. Absolutamente nadie. Los hubiera atendido si me hubieran llamado. Más aún, yo le mandé una dura carta al doctor Duhalde que ni me la respondió.
–¿Qué le parece el encarcelamiento de Cavallo?
–Yo creo que el Poder Judicial tiene que funcionar. Creo que hay que separar las cuestiones políticas de los delitos. Los problemas políticos no se deben derimir en la Justicia. Pero la investigación de los delitos se debe hacer con plenitud. Y si Cavallo es sospechoso de un delito, la Justicia debe investigarlo. Pero no debe mezclar la cuestión política.
–¿Va a pelear una interna adentro del PJ?
–Si el Partido Justicialista decide hacer trampa, voy a ir por fuera. Pero si permite una elección limpia, voy a ir contra todos, contra todo el Pacto de Olivos junto.
–¿Y a qué llama “hacer trampa”?
–Mire, en 1999 yo pretendí presentarme, y la Junta Electoral respondía a los dictados de Menem y Duhalde totalmente. Era absolutamente parcial y con un reglamento electoral que conocían solamente ellos. En una elección interna abierta, pública y transparente, me presento y la voy a ganar. En este momento soy el único candidato del justicialismo que genera esperanzas y expectativas.
–Usted estuvo el viernes en Rosario, ¿qué piensa de Carlos Reutemann?
–Quiero que se presente, enfrentarlo en la interna, porque creo que es muy importante que haya interna y que el pueblo argentino pueda decidir. Que se presente Menem, que se presente Reutemann, Kirchner; todos representan al Pacto de Olivos.