EL PAíS › EMPRESARIOS DESCONCERTADOS CON LA CRISIS DE GOBIERNO

Mirando desde el balcón

 Por Cledis Candelaresi

En un desesperado intento por sostenerse en el poder, Eduardo Duhalde no sólo intentará seducir al Fondo Monetario Internacional sino que también buscará robustecer su administración con el anhelado y esquivo respaldo de empresarios. Hasta ayer, sin embargo, su gestión seguía cosechando críticas en ese frente, donde se ve al Presidente tan perdido y sin programa como desde Washington.
“Acá no hay un problema de herramienta económica sino de política. Hasta que no se resuelva, nada va a funcionar”, advertía ayer ante este diario un empresario de la alimentación, quien como el resto de sus colegas, prefirió no comprometerse con opiniones on the record cuando aún no hay certeza absoluta de quién conducirá el destino económico del país ni con qué plan. “No veo estrategia económica y así es imposible planificar a una semana de plazo”, se quejaba desde su oficina otro presidente de empresa.
Ni siquiera un tipo de cambio fijo a un nivel que, sea el que fuere, será alto, resultaba atractivo para los hombres de empresa. “La cuestión no es a cuánto se fija el dólar sino otra serie de decisiones que permitirán sostenerlo en ese nivel diez años o una hora”, comentaba otro hombre de empresa, apuntando hacia la naturaleza política del problema que derrumbó la gestión de Jorge Remes Lenicov y compromete la propia estabilidad del Presidente.
Duhalde intenta reconstruir su relación con el establishment local, pero sin una táctica muy apropiada a ese fin. El martes por la noche, cuando Alieto Guadagni todavía era candidato a Economía, sus posibles colaboradores especulaban con defender el dólar a 3 pesos gracias a que las exportadoras podrían pagar anticipadamente retenciones. Pero según aseguraron ayer a Página/12 responsables de la principal exportadora cerealera, no hubo siquiera un testeo para conseguir ese apoyo que sería muy resistido por las posibles aportantes.
Anoche se reunió en Olivos con representantes del Consejo Empresario Argentino, entre los que se encontraba Oscar Vicente, con quien el Presidente tejió muy buenos vínculos durante la campaña electoral de 1999. Por entonces, el vicepresidente de Pérez Companc se perfilaba como un eventual ministro de Economía o de Producción, en caso de que el justicialismo ganara las elecciones, cargos para los que ayer habría sido tentado infructuosamente.
Vicente no tiene hacia el Presidente la inquina que sí manifiestan otros referentes patronales, que lo consideran un populista incapaz de recortar los gastos del Estado con la energía que debería. Pero tampoco le seduciría ser parte de una gestión trastabillante, que puede tener los días contados.
La experiencia del renunciado ministro de la Producción, Ignacio de Mendiguren, fue suficientemente amarga y desalentadora. El presidente de la Unión Industrial Argentina en licencia cosechó airadas recriminaciones de las propias bases de la entidad patronal. De Mendiguren no tiene adónde volver. La UIA se está desmoronando, desprestigiada y sin figuras de mucho peso en su conducción, tiene que enfrentar la competencia de una organización germinal, que hace unos meses están bosquejando los dirigentes de la Fundación Invertir y del CEA, entidad que congrega a los principales grupos económicos del país, Pérez Companc, Macri, Techint y Roggio, entre ellos.

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