EL PAíS › SE PROFUNDIZO LA PELEA DEL GOBERNADOR BONAERENSE CON EL DUHALDISMO
Solá no se resigna a quedar rodeado
El ministro de Gobierno, Florencio Randazzo, cruzó a la vicegobernadora Graciela Giannettasio, duhaldista, por haber criticado a Felipe Solá. Fue la demostración pública de la interna abierta entre la tropa del gobernador y la de Eduardo Duhalde.
Por Martín Piqué
La pelea que se desató en el PJ bonaerense llegó hasta confines insospechados. Ayer, por primera vez desde que Felipe Solá llegó a la gobernación, uno de sus hombres de confianza cargó muy fuerte contra la vicegobernadora Graciela Giannettasio. El ministro de Gobierno, Florencio Randazzo, la acusó de “faltar a la verdad” por asegurar que los legisladores del duhaldismo no habían “maniatado” a Solá. Se refería a la eliminación de las facultades especiales del gobernador, que los duhaldistas aprobaron el miércoles en la Legislatura. Randazzo también criticó en público al ex presidente Eduardo Duhalde, algo que no muchos dirigentes del peronismo bonaerense se atreven a hacer (y que en el peronismo bonaerense puede significar un pasaje al ostracismo).
“Duhalde debería haber cumplido con la palabra empeñada hace un tiempo, que fue renunciar y dar un paso al costado para que otros hombres del justicialismo asuman esa responsabilidad”, dijo Randazzo. El ministro, uno de los hombres de más confianza de Solá, hizo esas declaraciones tras salir de un almuerzo con el gobernador y todo su gabinete. Un rato antes, Giannettasio había asegurado estar “muy sorprendida” con las acusaciones del felipismo. Los cruces se produjeron un día después de que los felipistas acusaran al duhaldismo de estar pergeñando un “golpe de Estado” para ubicar a la vicegobernadora al frente del Ejecutivo provincial.
Cerca de Solá insistieron con sus críticas a los legisladores alineados con Duhalde. El ministro de Economía, Gerardo Otero, los acusó de “adoptar un rol de gobierno que no les compete” por eliminar las atribuciones especiales para reasignar partidas. “Para acudir en ayuda de un municipio que está en problemas, por ejemplo una inundación, el gobierno debería recurrir a la Legislatura”, graficó. Esas fueron las únicas declaraciones del felipismo, donde ayer se analizó en detalle cada movimiento. Al final, la respuesta a la feroz contraofensiva de Duhalde quedó a cargo de los subordinados de Solá. Así se preservó a los intendentes Alberto Balestrini (La Matanza) y Julio Alak (La Plata), quienes se llamaron a silencio.
También en el duhaldismo descontaban que la crisis tendrá una pausa en enero y que sus protagonistas optarán por el bajo perfil. “Ahora todos se van a dormir la siesta del país”, pronosticó a Página/12 un diputado duhaldista que surgió del conurbano. “Nosotros tenemos una voluntad muy fuerte de ganar una interna. Y no hay forma de que una lista que se pare enfrente de Duhalde pueda ganar. Felipe eligió un camino innecesario. Quiere pelear, pero nunca se preocupó por cultivar el poder, como hace Duhalde, que te llama por teléfono desde cualquier lado para preguntarte qué opinás de algún tema. Eso crea lealtades indestructibles”, agregó.
Mientras el duhaldismo se llamaba a silencio, en el entorno de Solá se analizaba qué hacer con el presupuesto. La discusión era si vetarlo o no. Si decide vetarlo, el gobernador se enfrascaría en una impredecible batalla en la Legislatura donde, se sabe, no cuenta con muchos aliados: los radicales, como demuestra el pedido de sanción que presentaron ayer para el diputado Luis D’Elía, tienen una sociedad histórica con el PJ bonaerense. Una sociedad que los favoreció en algunas circunstancias, como durante la campaña de Raúl Alfonsín para ingresar al Senado. De cualquier forma, en el felipismo dicen que Solá está dispuesto a gobernar, como sea. “Si es necesario, vamos a usar el decreto”, prometen.
Pero en La Plata no sólo pensaban en los problemas de gestión. También analizaban las ventajas y desventajas de adelantar o retrasar la confrontación con el duhaldismo. Para el duhaldismo, está claro: las internas deberían ser en “no mucho más allá de abril y mayo”. Así lo planteó el diputado citado anteriormente. Sin embargo, para lograrlo deberían modificar la ley vigente en la provincia que determina que las internas deben ser abiertas, obligatorias y simultáneas, y que tendrían que realizarse 90 días antes de la elección general. El felipismo, en cambio, prefiere que se mantenga la ley porque la interna se acercaría al 23 de octubre. El Congreso aprobó una ley que unifica en ese día las elecciones de todo el país.
Aunque parezca algo intrincado, la fecha de la interna no es una cuestión menor. Si la elección del PJ bonaerense se realiza en el marco de las internas abiertas, debería hacerse en julio –tres meses antes de la general–, podrían votar los independientes y estaría supervisada por la junta electoral de la provincia. Si se modificara la ley y el peronismo convocara a sus propias internas para abril, sólo votarían los afiliados que figuren en el padrón del PJ. Además, la institución que monitorearía el proceso sería la junta electoral del partido, que preside el intendente Hugo Curto, ultraduhaldista. En ese caso, piensan los felipistas, el aparato duhaldista haría destrozos.