EL PAíS › KIRCHNER EMPEZO LA CAMPAÑA ELECTORAL
Octubre ya está aquí
El Presidente inició la campaña el jueves en Misiones, involucrándose y exponiéndose a un plebiscito de gestión. Cristina aceptaría ir por la provincia. Bielsa será acompañado por una mujer y por Pablo Lanusse, interventor en Santiago.
Duhalde y Solá.
Por Sergio Moreno
En la semana que acabó, Néstor Kirchner comenzó su campaña electoral para octubre de 2005. En un programa televisivo, el miércoles, dijo que iba a “jugar con lo mejor que tengamos” en cada distrito y que utilizaría todo su “potencial”. Un día después, a 24 horas del 32º aniversario del triunfo de Héctor Cámpora, en un acto en Misiones, involucró sin cortapisas su suerte al destino al afirmar que en los comicios de octubre se plebiscitará su gestión, por lo tanto pedirá “casa por casa, rancho por rancho” el apoyo de los ciudadanos. Este lanzamiento viene acompañado de la estrategia electoral que, desde hace ya tiempo, dibujan el Presidente y sus consejeros. Kirchner comenzó a torcer la voluntad de su esposa, la senadora Cristina Fernández (CFK), y todo indicaría que ella sería la candidata en la provincia de Buenos Aires. Aquende la General Paz, el canciller Rafael Bielsa correrá con el estandarte presidencial, acompañado por una mujer en el segundo lugar y muy probablemente por el interventor federal en Santiago del Estero, el ex fiscal Pablo Lanusse.
El buen observador no tiene más que escuchar y ver sus movimientos para desentrañar la intención del Presidente. Kirchner fue lo suficientemente transparente el jueves, en el acto en Posadas, Misiones, del cual volvió fascinado. “Había 15.000 personas, vamos a ganar siete a dos, (Ramón) Puerta no existe más”, dijo a sus ocasionales contertulios, entusiasmado con la construcción que ha erguido junto al gobernador Carlos Rovira. En ese meeting, Kirchner saludó a los compañeros y compañeras, y también a los “correligionarios”. El Presidente está convencido de que esa provincia es una suerte de laboratorio donde la alquimia producida bien podría ser un modelo a seguir en el resto del país para su acumulación política, superador incluso del experimento transversal. El molde de un peronismo de contornos porosos y difusos, abarcador de otros partidos –en este caso un sector importante de la UCR–, sin sectarismo, que enfrente de ser necesario a los condottieri de su propio partido que se resistan, seduce a Kirchner y a sus arquitectos.
Fue en ese acto que el patagónico rompió con la tradición especuladora de otros presidentes: afirmó categóricamente que en estas elecciones se juega su suerte. “Menem decía que él no era candidato, y así intentaba zafar cuando perdió ante el Frepaso y la Alianza; De la Rúa decía que su gobierno no había competido en la elección de 2001, cuando el peronismo lo demolió. Nadie les creía, y los resultados incidían sobre el poder del Presidente. Acá, Kirchner le hace frente, se hace cargo y se la juega”, analizaba, con entusiasmo militante, un miembro del gabinete ante este diario. “El Presidente se va a hacer cargo de esta campaña”, abundó. Kirchner quiere capitalizar lo que entiende será un holgado triunfo en octubre, y pretende que la victoria sea leída como un plebiscito de su gestión, no como un triunfo de los caciques provinciales que, a las puertas del 2005, otean el umbral del 2007. Pero el Presidente no se conformará con machacar en cada discurso que se juega el cuero en octubre, saldrá a buscar pan de trastrigo y armará una conveniente ingeniería en los distritos más importantes, para personalizar en él (en su gobierno) el resultado nacional.
Bonaerenses
“Cristina es un cuadro político y decidirá políticamente”, comentaba a Página/12 un habitante del primer piso de la Casa Rosada. Momentos después, el Presidente coincidía con ese criterio, dejando ver que la tarea de convencimiento sobre su mujer estaba dando resultados. Con CFK peleando la candidatura a senadora por la provincia de Buenos Aires, el escenario volvía a modificarse. “Duhalde va a acordar (con el desembarco de CFK); él mismo lo dijo al finalizar la cena en la quinta de Ezeiza”, recordó un alto funcionario nacional, en referencia al asado que realizó el jefe territorial en Los Caudillos, la casa de fin de semana que Hugo Toledo tiene en Ezeiza.
La aceptación de CFK cae como un bálsamo para el gobernador Felipe Solá, ensartado en una lidia de alta intensidad contra el aparato duhaldista. Solá está construyendo una estructura por fuera de dicho entramado, recogiendo las adhesiones de muchos que se sienten sofocados y hartos de los duros cerrojos de los centuriones duhaldistas. Pero las fuerzas a vencer son poderosas; Solá ya lo ha comprobado.
En la Casa Rosada prefieren acordar con Duhalde la forma del desembarco kirchnerista en las listas de senadores y diputados nacionales. El caudillo de Lomas ha dicho a sus mesnadas que esta segunda nómina la repartiría “50 y 50”, mitad y mitad, lápiz en mano, con el Presidente. En La Plata temen que esa negociación deje intocadas las listas para legisladores provinciales. “Eso es lo que quiere Duhalde, para seguir manteniendo el poder en la Legislatura provincial. Eso implica dinero y poder, el fluido con que se aceita el aparato duhaldista. Si Kirchner quiere desembarcar para cambiar al peronismo, también debe meter cuchara en esas listas, y no dejárselas a los gurkas”, dicen muy cerca del gobernador.
El asunto se debate en la Casa Rosada y en Olivos. Hay quien aconseja al Príncipe que se olvide de las listas de candidatos provinciales, para “entregarle algo a Duhalde”. Hay quien sostiene lo contrario. El Presidente, por ahora, macera alguna decisión. Pero ha mostrado algo de su pensamiento al comentar, como al pasar, que no vería mal que Ricardo López Murphy saliese segundo en la provincia, en octubre. “El segundo lugar para los radicales, entiende Kirchner, sería un injusto premio para quienes fueron y son socios y copartícipes del duhaldismo en toda su existencia”, comentó a este diario un contertulio presidencial.
El viernes, CFK estuvo en el festival de cine de Mar del Plata. Solá evitó la foto en común, en contra de lo que sugerían algunos de sus consejeros. “No hay que presionar”, los frenó el gobernador.
Porteños
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el otro distrito donde
Kirchner intervendrá personalmente. Lanzado a obtener un triunfo sobre contrincantes con anhelos e influencia nacionales, Elisa Carrió y Mauricio Macri, el presidente patagónico intuye que la voluntad popular se inclinará para su lado de la romana cuando deba evaluar la gestión presidencial ante la urna. Los sondeos que viene estudiando y sus evoluciones le inducen a pensar de que el caudal electoral está dividido, por ahora, en tercios. Como ya se adelantó en Página/12, algunos artesanos electorales de palacio preparan sus orfebrerías para influir sobre un sector de la diaspórica UCR porteña, a efectos de que, con el sello de su partido, se presenten a la elección impulsando la candidatura de Enrique Olivera, y con ello menguar en algunos puntos el caudal de Carrió y Macri. La ganancia sería para el candidato oficialista.
El canciller Rafael Bielsa ha sido medido y vuelto a medir en diversos sondeos consultados por los oráculos presidenciales. Kirchner está convenciéndose de que Bielsa será el mascarón de proa de sus naves en la Capital. La imagen del jurista rosarino se mantiene –y hasta crece– aun en momentos no tan dulces para el progresismo porteño.
A Bielsa le harán falta acompañantes capaces de seducir al electorado porteño, que no se caracteriza por su docilidad ni por su fidelidad. El segundo lugar de la lista será para una mujer, pero el casillero aún está vacío: no hay nombres, todavía, para la dama. Sí lo hay para el tercero de la nómina: Pablo Lanusse, ex fiscal, ex secretario de Estado de Gustavo Beliz, actual interventor de Santiago del Estero, donde el candidato oficial, el menemista devenido neokirchnerista (y a estas horas vaya a saber qué) José “Pepe” Figueroa, fue batido en la lidia. Esa derrota no ha causado en el Presidente mayores tormentos. Cuando menos, no se la achaca –como sí lo hace Duhalde– a la intervención ni a su interventor, a quien “premiaría” con un sitio expectante en la lista de candidatos a diputados nacionales.
Mimada en el distrito, Elisa Carrió introdujo maliciosamente un elemento a tener en cuenta: tras la buena performance en el canje de la deuda que estaba en default, Lilita chicaneó que Kirchner ha conseguido en el ministro de Economía, Roberto Lavagna, un nuevo contrincante político. “Si Lavagna quiere ser Presidente, que es lícito, deberá serlo de mi mano”, comentó esta semana el Presidente a sus íntimos. En esa plática, algunos se lanzaron a hacer cálculos: si Kirchner opta por la reelección que le permite la Constitución, Lavagna deberá esperar hasta el 2011; para ese entonces, el ministro habrá entrado en los 70 años.
Mucho tiempo para estar a la intemperie. Aunque podría no estarlo, por varios motivos. Uno, manteniendo su cargo de titular del Palacio de Hacienda; dos, tentando a la suerte para suceder a Aníbal Ibarra al frente de la Ciudad de Buenos Aires en 2007. Esta última chance no es mal vista en algunos despachos de la Casa Rosada. Pero para aquel tiempo falta, en términos argentinos, dos eternidades.