EL PAíS › KIRCHNER QUEDO DIFERENCIADO DE DUHALDE Y MENEM

Los que viajan ayudan al que no va

Bergoglio criticó a los “progresistas adolescentes”. “Para algunos tener convicciones es ser adolescente”, retrucó Kirchner en el día en que la decisión de los ex presidentes de ir a Roma terminó ayudándolo.

 Por Martín Granovsky

El presidente Néstor Kirchner recibió ayer una ayuda impensada y doble dentro de la polémica sobre si está bien o mal que no viaje al Vaticano para las exequias del Papa. La ayuda mayor fue la noticia de que Carlos Menem pidió autorización para salir hacia Roma. La ayuda menor, que le sirve en la guerra del justicialismo bonaerense, vino de Eduardo Duhalde: estará en Roma para los funerales de Juan Pablo II.
Las dos novedades, que se fueron sumando durante el día, redondearon un día de guerra fría entre el cardenal primado de la Argentina, el arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, y el Presidente.
Ni Bergoglio nombró a Kirchner ni Kirchner a Bergoglio. Pero el enfrentamiento fue fuerte.
En un mensaje a los educadores, Bergoglio pidió cumplir con seis metas hacia los alumnos: “Despertar la memoria, ayudar a vivir el presente como don, desarrollar la capacidad de juicio crítico, promover la aceptación e integración de la propia realidad corpórea, profundizar los valores sociales e insistir con la predicación del kerygma”, que definió como acompañar a los jóvenes “en un camino de conversión personal a la persona y mensaje de Jesús”.
El texto puede interpretarse por un lado como de cierta amplitud, por ejemplo en la mención de aceptar el propio cuerpo, pero también como un modo refinado de colocar un mensaje religioso también dentro de las escuelas públicas, donde la educación es de contenido laico.
“Entramos como pueblo en el siglo XX para seguir excluyéndonos, prohibiéndonos, asesinándonos, bombardeándonos, fusilándonos, reprimiéndonos y despareciéndonos mutuamente”, dijo Bergoglio en otra parte, poco difundida ayer, de su texto, donde también alertó contra que la tragedia de Cromañón se traduzca solo en la obsesión de tener todo bajo control.
Sin embargo, el párrafo del mensaje que sonó más fuerte fue cuando Bergoglio criticó a los “progresistas adolescentes”. El arzobispo porteño también criticó “a los democráticos gurúes del pensamiento único, que confunden el proceso de maduración de las personas y de los pueblos con una fábrica de conserva en lata”.
“Para algunos tener convicciones es ser adolescente”, dijo Kirchner por la tarde durante un acto en La Matanza. “Prefiero ser adolescente toda la vida.”
El Presidente no nombró a Bergoglio, pero solo el cardenal había usado esa palabra durante el día, con lo cual la jornada quedó marcada como el escenario de un nuevo capítulo en la disputa de poder político entre el Gobierno y el Vaticano, por un lado, y por otro entre el Gobierno y la Iglesia católica de la Argentina.
La decisión de Kirchner de viajar a la asunción del nuevo Papa pero no a las exequias de Juan Pablo II quedó inscripta en esa puja.
“Durante muchos años este país vivió más de la formalidad, de la superficialidad, muy preocupado por los protocolos, por los niveles de determinada educación”, dijo Kir-chner. “Y así nos fue”, concluyó.
“Hay un sector del periodismo –dijo Kirchner sin identificarlo– más preocupado por si viaja, si no viaja, si va, si viene, si el Presidente anda con el saco abierto, con la corbata al revés o si se equivocó de mocasines.”
También criticó esa “Argentina donde lo formal vale mucho más que lo de fondo y donde ganó fuertemente esa maldita hipocresía de hacer cosas que no se sienten”.
“Cada país fija su representante y diplomático siempre a una asunción o defunción”, dijo el vocero de Bergoglio, Guillermo Marcó, quien se negó a criticar al Presidente y dijo que el tema no era de su competencia. La comitiva oficial argentina está encabezada por elvicepresidente Daniel Scioli, el canciller Rafael Bielsa y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, a quienes se sumará el ministro de Economía. Roberto Lavagna no tiene necesidad protocolar de ir a Roma, pero en este juego de símbolos y señalamientos de espacios de poder también aprovecha para marcar su propio terreno.
En su discurso, Kirchner no mencionó a Menem, pero no era necesario. Durante toda la tarde circuló la noticia no solo de que el ex presidente había decidido viajar al Vaticano, sino que para salir necesitaba de la autorización de tres jueces, los tres que manejan sus tres procesamientos, Norberto Oyarbide, Jorge Urso y Julio Speroni, el último del fuero penal económico.
“A ver si a Menem y a Duhalde los espera Caselli”, era la ironía que circulaba anoche en un Gobierno donde la guerra bonaerense parece recalentada. Caselli es Esteban Caselli, padrino del cesante obispo castrense Antonio Baseotto, actual embajador de la Orden de Malta en Perú, empresario gastronómico hecho a sí mismo en los últimos años, embajador de Menem en el Vaticano y secretario de Culto con Carlos Ruckauf de canciller y Duhalde de presidente.

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Kirchner criticó a “esa Argentina donde ganó esa maldita hipocresía de hacer cosas que no se sienten”.
 
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