EL PAíS › SOLO QUEDAN RESERVAS POR 10.000 MILLONES DE DOLARES

Palabra maldita

El descenso del nivel de reservas, que apenas superan ahora los 10.000 millones de dólares, y el índice de precios mayoristas, que anualizado llegaría al 445 por ciento, describen la política aplicada por el senador Duhalde. En Madrid prometió impunidad al padre de una de las banqueras investigadas por el vaciamiento de 2001, cuando los mayores bancos sacaron del país 25.000 millones de dólares, lo que precipitó la crisis. Un ex ministro de De la Rúa y uno de los banqueros investigados asesoran al FMI acerca de cómo conseguir la impunidad para los responsables de la gran estafa.

 Por Horacio Verbitsky

Durante su viaje a Madrid el senador Eduardo Duhalde prometió al presidente del Banco Santander Central Hispano, Emilio Botín, que mellaría el filo de la ley de seguridad del Estado, con la que la justicia argentina está investigando la fuga de capitales durante el año 2001. Una de las personas bajo sospecha es la hija de Botín, Ana, quien conduce los negocios del Santander en el Banco Río de Buenos Aires. La promesa al padre de la investigada se suma a la larga nómina de indignidades que la clase política argentina ha cometido a cambio de conservar sus privilegios, como socio menor del gran capital, local o extranjero. El único éxito del senador Duhalde y señora es que pudieron vestirse como muñequitos de torta de boda, para la foto con los altísimos reyes Juan Carlos y Sofía, para ulterior deterioro del hígado de Inés Pertiné, que no conoció Amsterdam. Lejos de compadecerse por la situación argentina, los países de la Unión Europea la invocaron como motivo para postergar sin fecha el tratado de libre comercio con el Mercosur que se estaba negociando. En cambio, adelantaron la firma de uno equivalente con Chile y difirieron para la ronda comercial de Doha, que durará por lo menos tres años más, cualquier discusión acerca de los casi 50.000 millones dedólares anuales con que los europeos protegen a sus agricultores de la competencia con los productos de mejor calidad y menor precio de la Argentina y Brasil.
Libertad bajo fianza
Otro interesado en la eliminación del instrumento legal que en la jerga cotidiana se conoce como ley antisubversión es el responsable del banco chino-británico HSBC (por Hong Kong & Shanghai), el abogado Emilio Cárdenas. Aunque en el reparto de nombres fue menos agraciado que sus colegas hispanos, nadie pondrá en duda que conoce como pocos las anchas avenidas que llevan a la impunidad. Cárdenas es el hombre que caracterizó al gobierno de Carlos Menem y Eduardo Duhalde de la década pasada como una cleptocracia y, sin mediar aclaraciones, marchó como representante de la banda ante las Naciones Unidas. Esto le permitió enriquecer su cartera de contactos y relaciones, que por entonces era principalmente de cabotaje.
Cárdenas acaba de conseguir mediante una fianza impresionante su eximición de prisión en la misma causa que inquieta a los botines, lo cual no deja dudas de que es parte bien interesada en la solución del caso. De ahí el asombro del ministro de Economía, Roberto Lavagna, cuando preguntó al Banco Central con qué abogados del FMI debían comunicarse los del ministerio para aclarar un par de puntos confusos en el proyecto de ley reclamado por Anne Krueger. “Emilio Cárdenas y Ricardo Gil Lavedra”, le contestaron. De Gil Lavedra no se conoce un interés personal directo en el caso, aunque su previo desempeño como ministro de Justicia del gobierno responsable de la catástrofe hubiera reclamado mayor recato a la hora de asesorar a los auditores internacionales que no cesan de prometer penurias y pesares al país. Los argumentos garantistas de Gil Lavedra en contra de los tipos penales abiertos de aquella ley no difieren de los que ofreció a este diario Esteban Righi. Pero Righi no es más que un profesor de derecho penal, consultado por el más crítico medio argentino de prensa. No un político que trabaja ad honorem para el FMI.
Un bien social
Los disparates que el senador Duhalde segrega cada vez que abre su torcida bocaza se agravan por la falta de acuerdo entre sectores internos de su gobierno. Esto impide mantener cualquier decisión más de unos pocos días, incertidumbre que pavimenta el camino hacia un desemboque hiperinflacionario. También apresura la criminal subasta de lo poco que queda de las reservas en divisas, que ahora apenas superan los diez mil millones de dólares. Más de 3.000 millones se dilapidaron desde enero en batallas perdidas por mantener la cotización del dólar que, de todos modos, ya se disparó hasta 3,50 pesos. Casi 1.000 millones se usaron para saldar un compromiso con el Banco Mundial, si bien Lavagna aclaró que se trataba de reservas indisponibles que, por previsiones de los propios organismos internacionales, no podían usarse para otra cosa. Salvo que las reservas actuales y futuras sean consideradas propiedad de la Nación y un bien social cuyo empleo y disponibilidad no quede librado al atesoramiento de los particulares, sino subordinado a ciertos objetivos generales como el crecimiento de la economía, la creación de empleo y la distribución del ingreso, la lata seguirá vaciándose con lo cual la salida será cada día más difícil.
La semana pasada, Duhalde anunció que los depósitos acorralados (unos 30.000 millones de dólares) podrían pagarse con bienes del Estado en desuso (que con la mejor voluntad de cálculo y realización llegan a 1.500 millones, o el 5 por ciento de lo congelado). Antes de que ningún ciudadano solicitara un vagón ferroviario para adornar el patio de su casa, Lavagna y hasta el mismísimo interpretador oficial Eduardo Amadeo enfriaron el entusiasmo del ex intendente de Lomas de Zamora. En elprograma “Detrás de las noticias”, Lavagna reveló que no espera plata fresca del Fondo Monetario, sino apenas asientos contables que permitan patear hacia adelante los vencimientos de deuda vieja de este año, por unos 9.000 millones de dólares. Fue el primer funcionario del actual gobierno en abandonar el discurso psicotizante que Duhalde, Amadeo, Diego Guelar y Jorge Remes, entre otros, emplearon durante meses, mientras desde todos los púlpitos del poder político y económico de Occidente llovían sermones y admoniciones tan hirientes como inequívocos. El reconocimiento de los duros hechos es mejor que el engaño, que en el caso de alguno de sus voceros no era desinteresado. Pero aun así, Lavagna finca en el acuerdo con el Fondo todas las esperanzas para arrancar a la economía de su coma profundo. Una vez firmado, dice, se reanudarán algunas modestas líneas de crédito para prefinanciar exportaciones, a las que consideró como el único motor posible del crecimiento. Esta opción es una nueva variante de la fallida teoría del derrame. Dado el mínimo impacto de las exportaciones sobre cualquier otra cosa que la cuenta de ganancias de unas pocas empresas, implica resignarse a que el consumo prosiga catatónico por varios años o, dicho sin eufemismos, que el hambre llegó para quedarse.
Ese mismo día se había concretado el primer toma y daca aludido: la Argentina pagó con reservas 680 millones de dólares de un vencimiento con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y un par de horas después recibió 690 millones del Banco Interamericano de Desarrollo, que Enrique Iglesias anunció en persona. Saldo a favor: 10 millones. El jueves se verificó el segundo indicio, cuando el Fondo concedió un año de gracia para el pago de una cuota de 130 millones. Desde el gobierno se descalifica a cualquier objeción aduciendo que quien la formula está en contra del capitalismo o pretende aislar a la Argentina del mundo, lo cual agravaría la situación. Ese argumento discursivo es difícil de sostener en los hechos. Entre la obsecuencia y la ruptura hay un universo de opciones que el gobierno no intenta explorar.
Puerta Doce
Lavagna también dijo que ningún sistema financiero en el mundo resiste una corrida de los depositantes como la que se produjo el año pasado en la Argentina, que ejemplificó con el efecto Puerta Doce. Sólo que en este caso, para continuar con la metáfora futbolística, los primeros que corrieron hacia la salida no fueron los espectadores sino los actores y el árbitro que debían permanecer en el campo de juego, cada uno en lo suyo. Una investigación realizada por el diputado Mario Cafiero (ARI, Buenos Aires) y el contador cordobés Javier Llorens revela que desde que Fernando De la Rúa devolvió el ministerio de Economía a Domingo Cavallo y hasta que el corralito, el estado de sitio, la movilización popular y el pacto bonaerense Duhalde-Alfonsín barrieron con ambos, los principales bancos retiraron del país 25.000 millones de dólares, lo cual precipitó la crisis. En el mismo lapso los depósitos no renovados ascendieron a 18.625 millones.
El trabajo se abre con una cita de la subdirectora del FMI: “Este problema de la Argentina se esperaba, y entonces dio tiempo a que los inversores se acomodaran, y así encontró a los bancos, especialmente, con poca exposición, porque había dentro de las carteras de inversores mayor discriminación y diversificación”, dice Anne Krueger. Luego de una revisión de los balances de todos los bancos, los autores concluyen que las principales entidades redujeron tanto sus activos como sus pasivos, pero no su patrimonio, lo cual pone en evidencia el sentido de su operatoria entre febrero y noviembre. Lo ilustran el gráfico 1 y el cuadro 1.
Parafernalia
Mientras los Activos y Pasivos de los bancos cayeron a un ritmo de 5.000 millones de dólares mensuales, los Depósitos sólo mermaban a razón de 1.800 millones cada treinta días. Cafiero y Llorens detectan la fuga en las cuentas Otros Créditos (en el Activo) y Otras Obligaciones (en el Pasivo). En ellas se contabilizan las operaciones de intermediación financiera mayorista que realizan los bancos, como el financiamiento al sector público, las operaciones de pases de títulos, de compra y venta de divisas a término, de operaciones interbancarias, lo que Cafiero y Llorens llaman “la parafernalia de transacciones de la patria financiera”. De hecho, casi 6 de cada 10 dólares atrapados en el corralito corresponden a depósitos de menos de 50.000 dólares, es decir los giles a los que nadie les avisó a tiempo lo que iba a ocurrir. Una constatación adicional del trabajo es el comportamiento totalmente distinto de esas cuentas en los bancos públicos y privados, como se aprecia en el cuadro 2. Lo más significativo es el rubro Otras Obligaciones. Mientras la banca pública trataba de sostener la solvencia del sistema, la banca privada cancelaba por ese concepto casi 25.000 millones. En términos porcentuales: el achique de la exposición de la banca pública no llegó al 5 por ciento y el de la privada rozó el 50 por ciento. Ver cuadro 2.
En cambio sólo hubo diferencia de décimas entre bancos públicos y privados en la evolución de depósitos y de préstamos (con caídas de alrededor de 20 y 5,5 por ciento respectivamente en ambos). Es decir que el secreto no debe buscarse en las actitudes del público y su relación con los bancos. El estudio también revisa las denominadas Cuentas de Orden, que se presentan en los balances sin integrar el Activo y Pasivo de las entidades financieras. Ellas contabilizan las operaciones que dan origen a una relación jurídica con terceros, y que no aumentan ni disminuyen el patrimonio del banco ni gravitan en sus resultados. Esas cuentas representan, según sean de orden deudor o acreedor, los derechos y las obligaciones contingentes de la entidad, de los beneficiarios y de los deudores por obligaciones asumidas por el banco, y de los valores recibidos de terceros para su custodia o cobro. Entre febrero y noviembre de 2001 esas Cuentas de Orden decrecieron en el conjunto de los bancos privados en 40 mil millones de dólares, de los cuales 38.000 correspondieron a los diez primeros bancos privados. Encabezaron este ranking de buen servicio a sus mayores clientes a expensas del resto de la sociedad el Citibank (con 9300 millones de dólares en ese período) y el Boston, con 8000. Esto permitió al analista del BCP Securities, Walter Molano una reflexión irónica, tal vez involuntaria: “A diferencia delgigante energético Enron, que tomó a todos por sorpresa, la caída argentina fue en cámara lenta y no agarró a inversores desprevenidos: esto nos lleva a pensar en Wall Street que la calidad y transparencia de información en los mercados emergentes es superior a la del propio mundo corporativo norteamericano”.
Línea dura
Por lo menos desde el golpe militar de 1976, el endeudamiento del Estado sirvió para financiar la fuga de capitales en una escala que se aproxima al 1 a 1. Lo sucedido en 2001 no sólo ratifica esa ley perversa de la economía argentina, sino que ejemplifica la corresponsabilidad de los gobernantes locales, los mayores bancos y los organismos financieros internacionales. Lavagna sostuvo en el reportaje citado que desde hace cuatro años se sabía en el mundo que Estados Unidos no volvería a apoyar operaciones de rescate, como la que se puso en ejecución cuando la crisis mexicana, porque esquilmaban a los contribuyentes estadounidenses en exclusivo beneficio de los bancos. Sin embargo, aun después de la elección de George W. Bush, que representa esa corriente de intereses y pensamiento, el FMI puso en marcha o aprobó para la Argentina grandes operaciones del tipo de las que se criticaban. Ejemplo: el Blindaje de diciembre de 2000, el Megacanje de Junio de 2001, el Salvataje de agosto de 2001 y el Canje y conversión de títulos de deuda en préstamos garantizados, en noviembre de 2001. Cafiero y Llorens afirman que en esa estrategia silenciosa y ordenada de salida el FMI aportó el orden y los recursos financieros. El silencio cómplice provino de las autoridades del Banco Central, los gurúes de la economía y de los grandes medios de comunicación, “más ocupados en demonizar a la dirigencia política para obligarla a los ajustes del déficit cero que en discutir el riesgo moral cero de los banqueros que habían prestado a usurarias tasas de interés”. El estudio, que ha tenido difusión escasa y superficial, describe cómo en el año previo al corralito, cuando se tornó inevitable la caída del seguro de cambio gratuito que fue la convertibilidad, el sistema financiero trasnacionalizado comenzó a llevarse del país las reservas, engrosadas con los préstamos finales del Fondo, a cambio de papeles de la deuda argentina que estaban en el exterior. Recién cuando los bancos terminaron de retirar su dinero, el Fondo volvió a la línea dura con la Argentina, que sólo puede esperar de él pullas y monsergas.
El FMI aplica la misma fórmula en toda Latinoamérica. Sin embargo, ningún país ha llegado al punto negro que la Argentina. Debe ser como afirma Aldo Ferrer, que cada país tiene el FMI que se merece. La devastadora corrupción, que ha sido el precio con que el poder económico compró el abandono de los principios de los partidos de origen popular, es una de las explicaciones de esta diferencia. Que en medio de la crisis que define como la más grave de la historia, el senador Duhalde haya entregado el manejo de los planes de clientelismo político y social a su compañero de bancada Luis Barrionuevo y el ministerio del Interior al prócer manzanista Jorge Matzkin, mientras sus hijas cobran sueldos de más de 2.000 pesos mensuales en el Banco Provincia, sólo revela que esta clase política corrupta hasta la médula no ha aprendido ni olvidado nada y que su ignorancia sólo es comparable con su desprecio por el pueblo al que dice representar. Los subsidios de 150 Billetes del Estanciero deprimen aún más el mercado laboral al convalidar niveles africanos de ingresos y debilitan el argumento por el cual los gobiernos provinciales deberían resignar sus propios papeles pintados.
Piedra libre
La deuda original había sido del Estado con inversores extranjeros pero el megacanje y la conversión de deuda dispuesta por el decreto 1387, latransformó en deuda del Estado con el Sistema Financiero. El Plan Bonex II que motivó el alejamiento de Remes, pero que ahora regresa con fuerza por exigencia de los bancos y a pesar de la oposición de Lavagna, la deuda pasaría a ser del Estado con los depositantes domésticos del sistema financiero. Primero hicieron volar los grandes depósitos, luego se desembarazaron de los títulos públicos argentinos que hubieran afeado sus balances. La violenta reducción de la Deuda Externa Bruta del Sector Financiero en 2001 es otra constatación de “una maniobra anticipatoria, y a su vez provocadora y profundizadora de la crisis, como la que se le achaca ahora a los ahorristas que en base a los amparos judiciales, logran retirar sus ahorros de los bancos, pero muchísimo mas grave. El sector financiero privado redujo su deuda externa bruta de 25.386 millones de dólares en marzo a 16.679 millones en diciembre, un 34,3 por ciento en nueve meses de 2001”.
Para el megacanje se habían emitido títulos de deuda por 30.000 millones. El decreto 1387/01 transformó esos títulos (y otros previos por 10.000 millones más) en préstamos garantizados con la recaudación impositiva, lo que los tornaba mucho más atractivos. El Cuadro 3 muestra cómo se distribuyeron.
Por eso, aunque los préstamos del blindaje y el salvataje fueron de 17.000 millones de dólares, en el mismo año 2001 las reservas se encogieron en 20.000 millones, de 34.000 a los 14.000 indispensables para mantener la convertibilidad. Es decir que salieron capitales por 37.000 millones de dólares, lo cual dejó al sistema financiero argentino sin el efectivo mínimo para operar y dio lugar al piedra libre del corralito, en el que quien no escondió su plata se embromó.
De terror
Aunque Domingo Cavallo pretenda diferenciar su corralito del cepo posterior, uno es la consecuencia natural del otro, y de todo el proceso previo. La salida caótica de la convertibilidad, la pesificación asimétrica de los depósitos y los préstamos, por las que los bancos recibieron un suculento bono compensación, las exigencias del FMI de derogar las leyes que penalizan las maniobras descriptas, completan esta historia de terror, que destruyó el sistema financiero argentino, paralizó el aparato productivo y produjo ya 18 millones de pobres, de los cuales 6,6 millones son indigentes, es decir que ni siquiera ingieren las calorías y proteínas necesarias para realizar una “actividad moderada”, según la definición del INDEC.
Cuando se planteó el Plan Bonex II, se adujo que la deuda pública no crecería, porque los bancos entregarían sus Títulos Públicos en canje de los bonos en dólares que el Estado emitiría a favor de los ahorristas. Esos títulos se reconocerían a valor nominal, pero en los balances de los bancos están contabilizados a su valor de mercado, que no pasa del 20 por ciento. Según los balances en noviembre de 2001, entre títulos y préstamos al Estado garantizados el sistema financiero tenía algo menos de 17.000millones de dólares pero debía responder por casi 70.000 millones de depósitos. Es decir que sólo le alcanzaría para cubrir el 24 por ciento del total de los depósitos. Peor aún, buena parte de esos títulos ya han sido entregados al Banco Central como garantía por adelantos y redescuentos. “En lugar de aceptar las pérdidas para las que supuestamente habían hecho previsiones, los bancos pretenden endosarle esos títulos en la práctica a los depositantes del sistema financiero, a cambio de quedarse con sus depósitos”, dicen los investigadores. Con esta última fase de la maniobra, agregan, parte de la deuda externa pública pasará a ser deuda del Estado con los depositantes domésticos. Los bancos, en cambio, “se quedarán con la crema de los Títulos Públicos en dólares, a cambio de contraer una deuda con el Estado en pesos”. En el futuro, “los bancos podrán cancelar esa deuda en pesos con parte de los Títulos Públicos en dólares, haciendo así una jugosa diferencia, de miles de millones de dólares, a cambio de dejar en el camino un sistema financiero destruido, que necesariamente tendrá que achicarse a un mínimo, una economía paralizada y desquiciada, y una sociedad empobrecida y convulsionada”. Un estudio reciente del economista Claudio Lozano sostiene que si los indicadores del primer semestre se reproducen en el segundo, a fin de año habrá 23 millones de personas por debajo de la línea de la pobreza, la mitad de las cuales serán indigentes. Si el índice de precios mayoristas del primer cuatrimestre se proyectara al resto del año, daría un 445 por ciento, lo cual equivale a pronunciar la palabra maldita.

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