EL PAíS
Reutemann, enojado, se niega a firmar el acuerdo
Por Sergio Moreno
“¿Te lustro los zapatos? ¿Te sirvo café? ¿Qué querés que haga por vos?”, preguntaba, medio en broma medio en serio, el ministro del Interior Jorge Matzkin, el jueves pasado, hablando por teléfono. Del otro lado del tubo, Carlos Reutemann, blindado a toda simpatía, gruñía sin dar respuestas. A partir del viernes, las llamadas a Santa Fe desde la Casa Rosada se multiplicaron, obteniendo los mismo sonidos. La crisis desatada a partir del reparto de planes para desocupados organizada por la Nación en Santa Fe, y de las acusaciones del piquetero Luis D’Elía desde la Casa de Gobierno, aumentaron la brecha que separa a Reutemann de Eduardo Duhalde. El gobernador está convencido de que hay una campaña en su contra, al igual que sus principales operadores. Tal certeza aumenta la probabilidad de que Santa Fe espere a que otras provincias firmen primero sus acuerdos bilaterales con el gobierno nacional para después hacerlo ella, rompiendo la ilusión del Gobierno de que el Lole dibuje su rúbrica esta semana que comienza. Como dijo uno de sus colaboradores, “hay un clima de mierda”.
El ministro del Interior esperaba que en dos semanas todos los distritos –a excepción de Santa Cruz y San Luis– firmaran los acuerdos comprometidos en los 14 puntos que los gobernadores redactaron en sintonía con los pedidos del Fondo Monetario. Tenía, incluso, un preacuerdo con Santa Fe casi terminado, ya que la provincia tiene un déficit consolidado muy bajo, envidiable por la mayoría de los distritos. Pero la irrupción de D’Elía en la Rosada, acusando a Reutemann de atacarlo y pidiéndole respuestas por los muertos en la represión del 20 de diciembre en su provincia, desató la ira del parco santafesino. Lole respondió por los medios. El acuerdo con la Nación pareció evaporarse.
Reutemann está convencido de la existencia de una campaña en su contra. Ayer, el diputado nacional Jorge Obeid, ex gobernador y operador del ex corredor, le dijo a Página/12 que “se está orquestando una campaña para difamar y agredir la figura de Reutemann. Nos preocupa porque se agrede a nuestro candidato, pero también nos consolida en nuestra opinión de que Lole es el presidenciable con mayores posibilidades porque nadie le pega a alguien que no las tenga. Cuando uno es candidato a intendente, te tiran con un rifle de aire comprimido; cuando es candidato a gobernador, con un 22; y cuando compite para ser presidente, con una bomba atómica”.
Los santafesinos están soliviantados, además, por el manejo de los planes para jefes y jefas de hogar que el gobierno nacional ha hecho en la provincia. “Acá, en los listados, apareció una tira larguísima de tipos que viven en la provincia de Buenos Aires ¿Cómo se explica eso si no como una maniobra para armar quilombo?”, se preguntaba un hombre del gobernador. Otro de sus confidentes consultados por este diario describió: “Se le dieron planes a cuanto puntero apareció. Mil planes a la CGT local, 1000 planes a la UOCRA, otros 1000 al frente villero. Estos tipos tienen la lógica de repartija del Conurbano, creen que con eso se salvan y no ven que el vendaval de la historia se los va a llevar a todos. No logran entender lo que es Santa Fe ni lo que es y de dónde viene el Lole”.
Otro hombre de confianza de Reutemann fue mucho más duro. “La gente del Conurbano –reflexionó– tiene la lógica de Juan Manuel de Rosas: piensan que a los indios hay que comprarlos, entonces ellos pactan con los piqueteros y los extorsionan”.
“Yo espero que este fin de semana, cuando vuelva el Lole del campo, se le pase la bronca”, dijo Matzkin a uno de sus colaboradores. Pero no se quedó esperando y volvió a fatigar su celular. Habló con el Gobernador, con el senador Oscar Lamberto y con el ministro de Economía santafesino, Juan Carlos Mercier. Uno de ellos contó a Página/12 que los llamados fueron incesantes. Pero la respuesta de Reutemann a Matzkin fue la misma que recibió el secretario del Presidente, José Pampuro: monosílabos y enojo, según relata Mario Wainfeld en las páginas 8 y 9 de esta edición.
Inclusive, la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, levantó su viaje a Santa Fe, programado para mañana, cuyo fin era recomponer un poco la situación. “No entiende por qué lo suspendió, qué le habrán dicho en el Gobierno”, sospechó un operador del Lole.
A pesar del enojo del ministro provincial Mercier porque la Nación les debe dinero, porque la crisis le hizo caer un tramo de un crédito ya acordado por el Banco Mundial, porque descree que el BCRA haga lo suficiente para salvar a los bancos privados que operan en Santa Fe-situación que agudiza la recesión–, porque Santa Fe no emitió bonos y ve como los demás lo hacen, su distrito está en condiciones de firmar el acuerdo bilateral que pide el FMI.
Pero el principal problema es político. “Esto se va a tener que arreglar –supuso ayer ante Página/12 uno de los confidentes de Reutemann–, pero estos episodios van dejando en el camino recelos y rencores.”
Otro de sus hombres más cercanos, sintetizó ante este diario: “Surge aquí el problema de fondo: en un país normal esto sería una anécdota; en éste, con la gravedad de la crisis, puede ser el fósforo que incendie la pradera.”