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La indigestión de Néstor Kirchner le concedió al canciller Rafael Bielsa un protagonismo inesperado que le permitió aprovechar la ocasión para hablar de todo. Sobre el rechazo al bloqueo cubano dijo que “en todas las cumbres anteriores se avanzó en el mismo sentido, para que haya un cambio” en la denominación de “embargo” por “bloqueo”. Elogió los acuerdos entre Argentina y España en general: abarcan, destacó, “desde la cultura hasta los intercambios comerciales, lo que es muy importante”. La campaña electoral también se coló en Salamanca. Bielsa, como primer candidato a diputado por el Frente para la Victoria porteño, reiteró en declaraciones radiales desde España, que existe “un chanchullo, un arreglo de poca monta” entre sus adversarios Mauricio Macri y Elisa Carrió. Confirmó que Kirchner esta semana lo acompañará en cuatro actos y en una caminata. Quizá seducido por una ciudad que recuerda al Lazarillo de Tormes, Bielsa eligió ese término para criticar al compañero de Carrió en Capital: “Enrique Olivera debería aclarar si fue o no fue el lazarillo de (el banquero) Gaith Pharaon para la construcción en tiempo record del hotel Hyatt”. Más distendido, en la cena del viernes, el canciller no pudo con su genio literario y se acercó al premio Nobel de Literatura, José Saramago, sentado en la mesa contigua para pedirle un autógrafo.