Martes, 3 de enero de 2006 | Hoy
En esta entrevista, el socialista Binner defiende la decisión de mostrarse junto al resto de la oposición en contra del proyecto de reforma del Consejo. Pero dice que la foto fue “parcial”.
Por Adriana Meyer
“No fue una asociación de opositores, nos convocó la preocupación de preservar la independencia de uno de los poderes del Estado.” La definición pertenece a diputado socialista Hermes Binner y se refiere a la iniciativa conjunta de parlamentarios de diferentes sectores políticos y de distinta proveniencia ideológica contra la reforma del Consejo de la Magistratura impulsada por el Gobierno. El legislador enfatizó que la foto junto a referentes de la derecha “no fue un error” y no tuvo un costo político, aunque insistió en que el retrato que integró junto a los principales líderes opositores fue “parcial”, porque faltaban los sectores sociales que también estuvieron presentes el martes pasado en Diputados. Binner interrumpió sus actividades partidarias en Rosario, donde prepara un Foro Social y Económico que tendrá lugar el último sábado de febrero, para dialogar con Página/12. Ante la prórroga de las sesiones extraordinarias resuelta por el Ejecutivo, dijo que concurrirá al Congreso “si es necesario”, y aunque todavía no está de vacaciones adelantó que piensa tomarse unos días “en Río”. “No en Brasil, Río Ceballos, en Córdoba”, aclaró. Mientras tanto, se entretiene leyendo un libro sobre la obra de Antonio Berni.
–¿Por qué decidió juntarse con los demás referentes opositores?
–La foto fue parcial, allí había más de veinte organizaciones sociales como el Cippec, Poder Ciudadano, Diálogo Argentino, APDH, Pastoral Social, la Federación de Colegios de Abogados... Hay dos cuestiones claras o coincidentes: nadie duda de que luego de ocho años de funcionamiento al Consejo de la Magistratura se le pueden hacer algunas modificaciones; en esto están todos de acuerdo. Pero nadie está de acuerdo con la modificación que plantea el Gobierno.
–¿Es razón suficiente para agruparse como lo hicieron?
–No fue una asociación de opositores, nos convocó la preocupación de preservar la independencia del Poder Judicial, de modo que ninguna de las patas del Consejo tenga preminencia. Si la reforma se concreta hoy, saldría beneficiado el poder político. Todo lo que se avanzó con la reforma constitucional de 1994 se retrotrae con esta modificación que se pretende. Incluso, lo mucho y bueno que se hizo con los cambios en la Corte Suprema corre riesgo de comenzar a recorrer el camino inverso.
–Si bien estuvo al lado de diputados que pueden resultar afines como los del ARI, ¿qué sintió al sentarse en la misma mesa junto a Federico Pinedo y Mauricio Macri?
–La misma sensación que tengo cuando estoy en el recinto. Son expresiones del abanico político argentino, y es importante considerar a cada uno, son parte de la democracia que se asienta en la participación.
–¿Entonces no considera que haya sido un error político?
–No lo fue. No lo vemos como una agrupación sino como una iniciativa, y si yo fuese gobierno me preocuparía.
–¿Es un hecho que podría repetirse?
–Esperemos que no. Perdón, ¿a cuál hecho se refiere?
–A una posible futura iniciativa conjunta de la oposición.
–No fue iniciativa conjunta de partidos de oposición, esa es la forma simplista de verlo. A todos esos sectores políticos y sociales nos une la preocupación por la pérdida de la independencia de uno de los poderes. La reunión se produce por esa coincidencia de diferentes sectores, que es grave como para ser convocante. Esta reforma genera esa preocupación por lo que se puede llegar a perder.
–¿No tuvo un costo esa foto?
–Me parece que no. Pero, ¿qué vale más que la pérdida de uno de los poderes? Insisto en que la foto es parcial, faltan sectores sociales...
–Pero en la mesa había sólo políticos.
–Sí, pero todos respaldados por el voto de la gente. No hay una convocatoria abierta a todos los sectores políticos para luchar contra el Gobierno, eran todos representantes parlamentarios con el respaldo de la gente, somos parte de la democracia.
–¿Cómo imagina el año en cuanto a la tarea en el Parlamento?
–Me lo imagino un poco más tranquilo, en esas pocas reuniones que tuvimos en veinte días de funcionamiento se resolvieron numerosas leyes fundamentales, entre ellas el Presupuesto, que debieron haber sido resueltas por la anterior conformación de la Legislatura.
–¿Qué opina del dictamen favorable a la reforma del Consejo?
–Salió porque la mayoría hace uso de su peso como mayoría. Hubiera preferido que se hiciera con la consulta a todas las instituciones de la sociedad civil que quieren opinar del tema, que son más de veinte. El problema es la crisis política, que se vivió profundamente en diciembre de 2001, y esa crisis se soluciona con la reforma de la política, con desempolvar el Diálogo Argentino, y con dialogar con todos los sectores políticos y sociales. Por eso nosotros proponemos un Consejo Económico y Social, y creo que este sería el momento.
–¿Por qué?
–Por la buena imagen que tiene el Presidente, por el crecimiento económico sostenido, por lo tanto es el momento de ampliar el diálogo y el consenso. Lo proponemos porque el Gobierno está en sentido contrario.
–¿La iniciativa sobre el Consejo afectó la buena relación que mantiene con el gobierno nacional?
–Nosotros habíamos manifestado durante la campaña el apoyo en todo lo posible al Gobierno, pero también dijimos que íbamos a tener nuestra palabra cuando no coincidamos, y este es uno de los casos. Pero la inmensa mayoría de las leyes que mandó el Ejecutivo la apoyamos. Voté a favor de casi todos los artículos del Presupuesto y de las demás leyes económicas.
–Sin embargo, afirmó que los pagos al FMI deberían decidirse en el Congreso.
–Bueno, es una cuestión de forma, pero estamos de acuerdo con el contenido de la decisión de cancelar la deuda con el Fondo.
–¿Imagina una oposición unida en futuras coyunturas?
–Tenemos que tirar todos del mismo carro, en un Consejo Económico y Social. Mientras un 40 por ciento de argentinos siga debajo del nivel de pobreza vamos a seguir viviendo en una débil democracia, mientras haya 5 millones 600 mil niños que viven en hogares pobres el futuro está condicionado y la inseguridad será una constante.
–¿Se siente hoy más opositor que transversal?
–Me siento más argentino y más socialista.
–¿Sigue manteniendo un diálogo con el intendente de Morón, Martín Sabbatella?
–Siempre nos encontramos, como ocurrirá el 15 de enero en Santiago de Chike, donde vamos a compartir el probable éxito en la elección presidencial de (Michelle) Bachelet, quien me parece una mujer fantástica.
–Usted había dicho que era preocupante que Roberto Lavagna no continuara al frente del Ministerio de Economía. ¿Qué piensa hoy?
–Todavía no había renunciado y eran rumores por los que fui consultado en un medio. Ahí dije que era preocupante que se fuera cuando la economía es exitosa, al revés de lo que ocurre con los directores técnicos en el fútbol, cuando generalmente los echan por los malos resultados. Pero hice la salvedad de que era una decisión propia del Presidente. Creo que (Felisa) Miceli es una excelente ministra.
–¿Qué opina del juicio político a Aníbal Ibarra?
–Que es una barbaridad, porque verdaderamente pensar que destituyéndolo se solucionan los problemas de la ciudad es buscar cortar el hilo por la parte débil. Para determinar las responsabilidades de (el incendio de) Cromañón está la Justicia. Que él sea el único responsable es injusto, sobre todo porque es una buena persona.
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