La cuenta regresiva llega a su fin. Esta tarde, la Argentina saldará su deuda con el Fondo Monetario Internacional. El monto rondará los 9506 millones de dólares. La operación, anunciada hace casi tres semanas por Néstor Kirchner, se efectivizará no bien desde Washington giren el saldo deudor del país con la última actualización. En ese momento, desde el Banco Central se enviará la orden para que una parte de las reservas que están depositadas en el Banco de Basilea, en Suiza, se acrediten en la cuenta del Fondo. A poco de cumplir medio siglo como socio del FMI, la Argentina está a punto de concretar un paso histórico por su trascendencia política y económica y que al mismo tiempo ha generado polémica que a la vez es polémico entre economistas y políticos.

Para conocer el monto exacto de lo que se abonará hay que aguardar hasta hoy. El FMI tiene su propia unidad de cambio –DEG (Derechos Especiales de Giro)–, que es una canasta de monedas integrada por el euro, el dólar, la libra esterlina y el yen. Cada día, el DEG tiene una cotización distinta, en función de los movimientos de aquellas monedas. Ayer, el DEG cotizó a 1,42834 dólar. Como la deuda con el Fondo asciende a 6655,73 DEG, su equivalencia era de 9506,6 millones de dólares.

El dinero saldrá de las reservas del Banco Central, que ayer se situaban en 28.045 millones de dólares. Quiere decir que, una vez efectuado el pago, se reducirán a unos 18.539 millones. En el Gobierno están seguros de que este nivel es suficiente para ahuyentar una eventual corrida especulativa en contra. De todas maneras, en los despachos oficiales piensan reforzar ese colchón. En principio, adquiriendo las divisas del superávit comercial. No se descartan nuevas emisiones de bonos para venderle a Venezuela. Al revés que el Fondo, Hugo Chávez ha incrementado en forma sensible su exposición a la deuda argentina: en los últimos meses adquirió 1500 millones de dólares en Boden 2012, que le están dejando una rentabilidad de entre 8,5 y 8,75 por ciento anual en dólares.

Hay dos razones para pensar que la salida de reservas no implicará turbulencias financieras: lo apacible del actual contexto internacional y la solidez de la economía local, que muestra un fuerte superávit tanto comercial como fiscal.

En un reportaje concedido a Página/12 hace dos domingos, Felisa Miceli aseguró que su objetivo es recuperar el actual nivel de reservas a lo largo de este año. Similar previsión adoptó, luego, en su declaración ante el Senado, el presidente del Banco Central, Martín Redrado. La estimación luce optimista si se tiene en cuenta que en 2005, con un superávit comercial record, las reservas se expandieron en el también record de 7000 millones de dólares.

Más que las implicancias económico-financieras, la decisión de pagarle toda la deuda al Fondo gatilló una fuerte discusión política. Kirchner defendió la determinación en que así se ganaban “grados de libertad” para elegir la que se considere mejor estrategia para el crecimiento. Desde hoy pasarán a la historia las misiones del Fondo reclamando medidas políticas y económicas a condición de otorgar financiamiento. Esta tarde, el país considerado como el mejor alumno durante los años ’90, tendrá su egreso. Lo que no significa que vaya a romper el carnet del club. El próximo 20 de septiembre, la Argentina cumplirá 50 años como socio del FMI. Lo hará sin ninguna deuda pendiente.

Justamente, los críticos al pago argumentan que el Fondo sumó a su privilegio de cobrar sin ninguna quita la ventaja de hacer “clink caja” por adelantado. En el mismo sentido también se ha cuestionado desde la oposición que un país con niveles críticos de pobreza y desigualdad apresure el pago de una deuda que equivale a un tercio de sus reservas. Este enfoque crítico argumenta también que los vencimientos obligatorios de este año eran manejables (1600 millones de dólares). El tiempo dará respuesta concreta a esta problemática, cuando quede de manifiesto la utilidad que el Gobierno le haya dado al hecho de tener, definitivamente y sin más vueltas ni especulaciones, las manos libres en relación al Fondo, que es el argumento central de esta decisión.

Ya se anunció que los 1600 millones de dólares que se habían presupuestado para pagarle este año al FMI serán inmovilizados en el denominado “fondo anticíclico”, una señal a la city de que no habrá tentaciones por el lado del gasto.Para el Tesoro, el pago al Fondo no debería implicar una reducción de sus pasivos. Con la diferencia de que qantes le debía al Fondo y ahora le deberá al Banco Central.

El pago adelantado al Fondo se tomó también en forma casi simultánea con la misma decisión del gobierno de Brasil y de esta manera se le otorgó una fuerte carga política. Para el gobierno implicó dejar atrás las imposiciones del Fondo y ofrecer una imagen coordinación regional.