Rodolfo Daer reveló que en la dictadura fue detenido y torturado durante tres días en el Departamento Central de Policía. El ex titular de la CGT, que coqueteó con el menemismo, manifestó que nunca antes había dado detalles de lo ocurrido, pero que al cumplirse 30 años del golpe no quería mantener el tema en silencio. “Yo ya no quiero guardarme nada”, dijo.

“En el año ’76 era delegado. Trabajaba en una empresa de montaje, que se llamaba Cicsa, que desarrollaba las tareas en una fábrica subsidiaria de la Dow Chemical Company, en Lugano. Estaba en el gremio de la construcción. El gremio me expulsa, después del ‘Rodrigazo’, porque me oponía al convenio que firmó la Uocra”, relató el cacique sindical.

“El 18 de junio, siendo las 23 horas –continuó el dirigente– llama la madre de mi novia, hoy mi esposa, con quien tengo 3 hijos, que gente de civil entró a la casa y lo golpeó al papá de mi novia y se la llevaron. Ella era delegada de Topeco, de la Unión Obrera Metalúrgica. A los minutos estaban tocando el timbre en mi casa, entraron con fusiles, ametralladoras. Se lo quisieron llevar a mi padre, yo le dije que lo dejen, sabía que en verdad me buscaban a mí. Y me llevaron. Yo vivía en Lugano 1 y 2. Me subieron al Falcon, me hacen agachar, me tapan los ojos con un trapo que me atan con alambres. Me llevaron al Departamento Central de Policía. Yo veía por abajo de la venda.”

Según relató el sindicalista, de la celda lo trasladaban permanentemente a la sala de torturas. “Me picanearon los pies, las axilas, los testículos. Me pintaban los labios con lo que traía en la cartera Elsa, mi novia. Me decían: ‘Hablá porque tu novia ya habló’, y a ella le decían que hable diciéndole que yo había hablado. Te tiraban agua encima para que la picana duela más. Te tapaban la boca. Estaba en una celda y festejaban que Santucho había muerto. Mi mujer tenía el cuello y los pechos como un rallador. Nos pedían nombres y direcciones de militantes que nunca dimos. Yo ya estaba vinculado al peronismo que estaba contra López Rega. Cuando nos dejaron, hicieron un simulacro de fusilamiento.”

De acuerdo con la versión del sindicalista, la liberación llegó gracias a la gestión de “un vecino del barrio, un yerno de la familia Muñiz”, quien desapareció del barrio con el regreso de la democracia. También aseguró que su madre envió cartas documento y que Albano Harguindeguy le respondió que no tenía ningún registro de la detención.

–¿Por qué lo cuenta ahora?

–Porque estos 30 años del golpe me movilizaron. Nunca más tiene que suceder esto. La peor democracia siempre es mejor que una dictadura.

–Usted, cuando fue secretario de la CGT, se lo veía a gusto con Menem. Y fue Menem quien indultó a jefes de esa dictadura que lo secuestró...

–... son procesos contradictorios.

–Daer, Menem indultó. La CGT podría haber resistido esa decisión.

–Yo creo en los procesos históricos.

–¿Qué quiere decir eso?

–Que hay que hacer un análisis más profundo de lo que ha pasado en nuestro país. Existió el consenso de Washington, donde el instrumento para el desarrollo de las políticas para los países emergentes fue el FMI y el Banco Mundial. El país estaba condicionado por la deuda externa, producto de la dictadura. La anestesia para frenar el proceso inflacionario fue la convertibilidad. En ese plan los sindicatos estaban de más. Lo que se priorizó fue la existencia de las organizaciones sindicales.

–Usted sabe que muchísimos gremialistas de la CGT, lejos de resistirla, consolidaron la política de Menem.

–Puede ser, puede ser.

–¿Aprobaría que este gobierno derogue los indultos?

–Sí. Sin dudas.

–¿En el 2007 vota a Kirchner?

–Kirchner recuperó el rol del Estado, maneja las variables económicas. Entiende de Economía, yo lo votaría.