La turista brasileña que atraviesa el hall del Bauen difícilmente sepa gran cosa sobre fábricas recuperadas, pero eso no la priva de recorrer con placer, con un verdadero placer de turista, los dos salones del hotel donde se exhiben tejidos artesanales, artículos de cuero, agendas con diseño, libros y otros productos sin duda algo inusuales, como lavarropas y pistones. El Bauen cumple tres años y organizó un encuentro –la Primera Feria de Empresas Recuperadas, Emprendimientos y Cooperativas– en el que más de 60 fábricas y organizaciones sociales muestran lo que hacen. La Feria, que estará abierta hasta hoy a las diez de la noche, es acompañada de mesas de debate y será cerrada con un festival gratuito de tango y rock.

El primer panel se realizó el miércoles, con un título árido (“Jurídica”), y tuvo un desarrollo más interesante de lo que prometía. El constitucionalista Eduardo Barcesat habló sobre la necesidad de sancionar una ley de expropiación que facilite la reapertura de fábricas: una norma que establezca que, cuando una empresa está ociosa, la indemnización al propietario debe ser devaluada.

El público que lo escuchaba estaba integrado en su mayoría por trabajadores de recuperadas. Barcesat les planteó que en la Argentina ya existe una normativa que debe ser aprovechada. La Constitución del ’94, señaló, tiene una cláusula que reconoce la propiedad común. Está referida exclusivamente a las tierras de las comunidades aborígenes, pero es un antecedente que cuestiona el concepto clásico de propiedad privada. Los tratados internacionales de derechos humanos, agregó el abogado, son una herramienta clave, porque los procesos de toma y reapertura de fábricas cerradas implican, en esencia, el ejercicio de derechos: por ejemplo, al trabajo y a la salud.

“Argentina ha ratificado el mayor número de tratados y convenios de derechos humanos, y no está mal, pero no basta, hay que pasar del plano jurídico a la realidad concreta”, sostuvo. Por esto, planteó al público que debían incluir en sus luchas una mayor atención al plano jurídico.

La idea de que el derecho puede ser visto como una herramienta favorable (y no como un arma de represión) causó cierto recelo en el auditorio.

Es natural: entre los presentes había más de uno que podía justificarlo con su ejemplo.

Brukman, que luego de un proceso tan largo como conflictivo consiguió legalizar su situación, tiene a diez de sus trabajadores procesados por usurpación. El Estado les reconoce que la cooperativa es legal, pero un juez en lo penal los sigue considerando delincuentes por haber entrado a la fábrica.

Los integrantes de Renacer, la fábrica de lavarropas de Ushuaia, tienen la expropiación, pero no les dieron la escritura, lo que les impide acceder a cualquier crédito.

El Bauen no está en una mejor situación, contó Fabio Resino, integrante de la cooperativa: “A pesar de que el hotel recuperó 150 puestos de trabajo y nos va bien, con mucho turismo, legisladores macristas y kirchneristas votaron crear una comisión que le devuelva el edificio a su antiguo dueño”.

De estas cosas se habla en las mesas y en los stands que reúnen emprendimientos de todo el país. IMPA, Cerámicas Zanon, la imprenta Chilavert, Metal Varela, Gráfica Patricios y la Mutual Sentimiento son algunos de ellos. También hay movimientos como el Frente de Organizaciones Sociales, el Darío Santillán y el Mocase.

La agenda de hoy, último día, tiene pautada una mesa sindical de 14 a 16 (con la participación de la UOM Quilmes, Fabio Basteiro, de la CTA, Roberto Pianelli, de los delegados del subte, y la Federación Gráfica); entre las 16 y las 18 hablarán las organizaciones sociales y, en un panel aparte, las fábricas recuperadas. El festival del cierre comenzará alas 6 de la tarde con una performance de tango y la orquesta típica Fernández Fierro, en la puerta del hotel, ubicado en Callao 360.