Lunes, 5 de junio de 2006 | Hoy
EL PAíS › EL CORONEL CESIO ANALIZA LO SUCEDIDO CON ALGUNOS OFICIALES
En esta entrevista, Cesio critica a cierta “jerarquía autocrática” del Ejército que busca reivindicar la dictadura. Dice sentir pena por los oficiales jóvenes que fueron “inducidos”.
Por Miguel Jorquera
No dudó en enfrentar a los jerarcas de la dictadura que impidieron su ascenso antes de asaltar el poder y que luego lo sancionaron quitándole el grado militar y hasta el uniforme por plegarse a una de las marchas de las Madres de Plaza de Mayo. A los 80 años, el ahora restituido coronel Juan Jaime Cesio vuelve a oponerse a quienes organizaron el acto de plaza San Martín para reivindicar el terrorismo de Estado, impulsado por una “jerarquía autocrática, que todavía busca que el Proceso tenga cría”. Cesio aseguró que “los despreciables ofendieron a nuestros próceres y mártires”, que sintió pena por la democracia, por “las Madres y Abuelas que siguen sin saber de sus seres queridos” y hasta por “los cinco oficiales jóvenes inducidos a perder sus carreras por elementos residuales de la dictadura”. Pero aprobó las sanciones a los militares que criticaron y no se encuadraron frente al jefe de las Fuerzas Armadas, porque “ellos siempre buscan meter miedo”. Sin embargo, Cesio no comparte la posibilidad que se eliminen los liceos militares.
–¿Qué sensación le causó el acto de plaza San Martín, reivindicando el terrorismo de Estado?
–Dos sentimientos muy profundos: de pena y de ofensa. Porque los despreciables, rencorosos, innobles, maniqueos, los que nos agraviaron al alzarse contra la democracia, cuando poco faltaba para elegir nuevos gobernantes y que aún hoy pretenden legitimar el horror, ofendieron a nuestro prócer máximo, haciendo ese acto nada menos que en la plaza San Martín y a los caídos por las Malvinas, nuestros soldados que ardieron en la cubierta del General Belgrano o superaron su desamparo en un terreno inhóspito; helados sus cuerpos, sometidos a torturas, mal alimentados, sin equipo de combate y mal conducidos.
–¿Pena por quién?
–Por el recuerdo de las instituciones arrasadas, la industria destruida, el desenfreno en el ejercicio del poder, la corrupción desvergonzada, el derecho de gentes pisoteado, el reinado de la mediocridad y la ineptitud; por esa soberbia que menoscaba y enferma. Pena por las Madres y Abuelas que siguen sin saber de sus seres queridos, aunque no dejan de clamar por ellos sin desmayos y con encomiable perseverancia.
–¿Considera justos entonces los pases a retiro y las sanciones impuestas desde el Gobierno a los militares que adhirieron a ese acto?
–¿Cómo no voy a estar de acuerdo? Los ejércitos en ningún lugar del mundo, y tampoco en la Argentina, son democráticos en su estructura sino autocráticos, piramidales: uno que manda y otro que obedece, y todos obedecen al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. No se permiten opiniones o disidencias, cosa distinta de la política. Se cumplen las órdenes y si a uno no le gustan las órdenes, se va. Pero no hace semejante acto pueril, estúpido, vergonzoso que altera la paz que supimos conquistar los hombres de bien. Aunque también siento pena por los cinco oficiales jóvenes inducidos a perder sus carreras por elementos residuales de la jerarquía autocrática, que todavía buscan que el Proceso tenga cría, y que en la larga noche trágica de la dictadura hizo morir a cientos de argentinos de bien en la defensa de doctrinas falaces.
–¿También está de acuerdo con la réplica pública del presidente Kirchner?
–En la Plaza de Mayo, cuando el Presidente habló, estaba influido por ese acto en plaza San Martín, y los trató como los debía tratar porque los militares siempre metieron miedo. Kirchner demostró desde un primer momento que no les tenía miedo cuando descabezó la cúpula militar de Menem. En la Argentina, en todas las dictaduras militares, sobre todo en la última, gobernaron imponiendo el miedo y aterraban a la gente sobre las barbaridades que podían hacer, y que hicieron, estos tipos en una escala inimaginable.
–Pero las críticas que se hicieron desde el acto de plaza San Martín van más allá que contra la política oficial hacia las Fuerzas Armadas.
–Todas las dictaduras militares dejaron a nuestro país peor que lo encontraron, de modo que ahora no se hagan las víctimas y que no acusen tampoco al Presidente que adopta, según ellos, a veces medidas autoritarias, porque más autoritarios que ellos que barrieron con los tres poderes republicanos en un solo minuto, no los hay. Es realmente asombroso, me deja perplejo que se animen a hacer lo que hicieron.
–¿Qué le parece que una mujer, en este caso Cecilia Pando, sea quien se encarga de motorizar los reclamos de estos militares?
–Son al menos seis las organizaciones que armaron esta cosa tan vergonzosa en la plaza San Martín, entre ellas está Pando, que no es ni más ni menos que una mujer de (Luis) Patti, nada menos. Sobre su actuación eso ya lo dijo uno de los (Aníbal) Fernández: que el mayor Mercado es un pollerudo. Esa mujer no estaría haciendo lo que hace sin la licencia de su marido. Aunque no está impulsada sino que forma parte de una organización que reivindica el terrorismo de Estado.
–¿Cómo evalúa que el Congreso impulse en este momento un proyecto de ley que propone reivindicar a los militares sancionados por las sucesivas dictaduras, desde la Revolución Libertadora hasta Videla?
–Eso es anterior, no es una respuesta del Congreso a quienes hicieron el acto del 24 de mayo. Es parte de la política oficial sobre el tema. Por otra parte, nadie, con mucha más razón yo que recuperé mi grado y uniforme hace muy pocos meses, puede negarse a que se reivindique a los militares que defendieron la democracia.
–¿Qué opinión tiene sobre la polémica que generó la posibilidad de que se eliminen los liceos militares?
–Soy liceísta, de la segunda promoción del Liceo Militar, que si bien dio frutos porque compañero mío fue (Raúl) Alfonsín, también lo fue (Leopoldo) Galtieri. Pero en lo personal no me parece buena la medida, pese a que a la señora ministra (Nilda Garré) no le guste porque no es cierto eso que se crearon para inducir a los muchachos a seguir la carrera militar. Los liceos se crearon para formar reservistas. Cuando existía el servicio militar obligatorio, el haber hecho los tres años en el Liceo Militar era como haber hecho ya la conscripción. Creo en los liceos militares, a los que habrá que reformarlos en su estructura, en sus planes de estudio. No sé cómo están las cosas ahora, si cómo estaban en épocas mías; pero eliminarlos, yo no participo de eso.
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