Habrá que darle la propiedad intelectual a Roger Noriega. El ex subsecretario de Asuntos Interamericanos de Estados Unidos fue el primero en hablar de un “giro a la izquierda” de la Argentina. Este fin de semana, Roberto Lavagna consideró exactamente lo mismo de la gestión de Néstor Kirchner. En uno y en otro caso los protagonistas le adjudican al cambio una carga negativa. Lo curioso es que el norteamericano es un republicano declarado, mientras que el ex ministro viene presentándose en sociedad como la cara del “centro-progresismo”. Claro que eso resulta tan llamativo como el abrupto descubrimiento oficial de las supuestas irregularidades y las relaciones políticas de su ex funcionario, a quien –vale decirlo– el Presidente ha sabido dispensarle sobrados elogios en sus años de Gobierno.

Lavagna se refirió a la gestión K durante una entrevista al Financial Times. “Lo que me preocupa es que se ha hecho una interpretación equivocada de los resultados electorales, que ahora que (Kirchner) tiene mucho más poder, las cosas pueden hacerse distinto que antes, lo que llevó a un claro giro hacia la izquierda”, dijo el ex ministro al medio británico.

El posible candidato a presidente habló de un viraje de la misma manera en que, tres años atrás, lo había hecho Noriega. Lavagna defendió al sector privado y cuestionó las relaciones de Kirchner con su par venezolano, Hugo Chávez. Insistió en que ese vínculo, así como también las reuniones para detener los aumentos de precios, “afectan” el clima para hacer negocios en el país. Roger Noriega se había referido, en su momento, a la política argentina hacia Cuba y también al refinanciamiento de la deuda externa.

Lavagna era ministro cuando Noriega formuló esas declaraciones. Nada dijo al respecto. Del mismo modo, Kirchner fue y sigue siendo presidente de la Argentina. Y nunca encontró irregularidad alguna en el desempeño de su ex funcionario ni se quejó abiertamente de sus estrechos lazos con el duhaldismo y el radicalismo.

Pero Lavagna se fue del gobierno. Estudia ser candidato a presidente en el 2007. Y eso fue suficiente para que el mandatario y su ex ministro se descubrieran sus defectos. Con tono moderado pero no por eso menos corrosivo, el ahora ex funcionario de Hacienda pegó primero en una serie de reportajes y conferencias. Lo del Financial Times fue una parada más en un recorrido que promete más críticas.

En el Gobierno hacen cola para devolver los golpes. Ayer volvieron a la carga Carlos Kunkel y Luis D’Elía, los representantes del kirchnerismo más rancio.

“Lavagna presionaba permanentemente para que a las empresas que eran clientes de su consultora Ecolatina y que prestaban el servicio público se les diera aumento de tarifas, diciendo que de lo contrario no podían funcionar, cuando de sus balances se desprendía claramente que estaban teniendo buenas utilidades”, dijo el diputado del Frente para la Victoria.

Habrá que preguntarle a Kunkel por qué formula la acusación recién ahora y no cuando Lavagna era parte del staff oficial.

El subsecretario de Tierras para el Hábitat Social prefirió hacer eje en las declaraciones de Lavagna al diario inglés. “Queda claro que Lavagna no es un heterodoxo keynesiano, sino que responde al repertorio de ideas de los más crueles neoliberales conservadores”, sostuvo.

A los ojos de D’Elía, el ex ministro “propone ajuste estructural permanente de nuestra economía, congelamiento de salarios y jubilaciones, aumento de tarifas y sumisión irrestricta a los intereses antropofágicos de los acreedores internacionales. Queda claro también que el candidato de Duhalde y de Alfonsín nos propone volver al núcleo ideológico que reinó en la Argentina durante la segunda década infame de nuestra historia”, remarcó.