Martes, 13 de junio de 2006 | Hoy
DEPORTES › CUANDO PARECE QUE EL EQUIPO NO SE CAMBIA PARA EL PARTIDO CONTRA SERBIA
“Estoy listo para jugar cuando el técnico lo disponga”, asegura. Pero Pekerman quiere hacer docencia y corregirle algún desplante, aunque es probable que lo meta en el segundo tiempo contra los serbios.
Por Ariel Greco
desde Nuremberg
“Equipo que gana, no se toca”, dice la máxima futbolera. Desde ese aspecto, sin jugadores golpeados, para el encuentro del viernes ante Serbia y Montenegro, José Pekerman debería mantener los once que arrancaron ante Costa de Marfil. Y así parece que será con otra sesión por la mañana con los titulares por un lado en un trabajito liviano y los suplentes con algo más de intensidad por el otro. Sin embargo, el axioma futbolero nada dice sobre que entre los suplentes el entrenador cuenta con un Lionel Messi cada vez más ansioso por tener minutos en la cancha. Claro que en el cuerpo técnico siguen con la premisa de no apurar al crack de Barcelona y evitar cargarlo de responsabilidad. Entonces, Pekerman se encuentra ante ese dilema: seguir con su postura de llevarlo despacio y que el juvenil se muestre cada vez más fastidioso, o empezar a soltarle la cuerda, en una postura que no se acerca a su idea.
Para complicar aún más el panorama, vale tener en cuenta los rendimientos individuales. Para que ingrese Messi, los candidatos a salir serían Hernán Crespo o Javier Saviola, si se tiene en cuenta la tan mentada búsqueda de un conjunto compensado que pregona el entrenador. “Esta es la formación que más equilibrio me entrega”, había justificado Pekerman su elección del equipo para el debut. Como Crespo es casi un intocable para el técnico, las posibilidades se reducirían a quitar a Saviola, paradójicamente uno de los mejores jugadores en el primer partido. Además, los dos delanteros cumplieron con la premisa básica de convertir.
De esa forma, ante la elección original del entrenador de la dupla Saviola-Crespo, Messi parece no contar con un lugar, lo que le genera mucha ansiedad. “Tengo las mismas chances que todos de ser titular. Hay que estar siempre bien, para cuando me toque entrar”, señaló el rosarino, que no se mostró molesto en público por no haber jugado ni un minuto ante los marfileños, aunque su salida de la cancha, solo, cuando sus compañeros festejaban el exitoso debut, fue un claro síntoma de que la situación no lo deja contento. En su charla con la prensa, la primera desde que el plantel argentino arribó a Herzogenaurach, se mostró cabizbajo y se lo notaba bajoneado por las circunstancias. Las palabras de su padre Jorge también lo dieron a entender: “Siempre que juega, Lionel está feliz”. Por la negativa, no es difícil darse cuenta de que cuando no juega, no lo es.
Hasta hace unos días, el propio Messi coincidía con la idea del cuerpo técnico en que no estaba en su mejor momento físico y entendía que no podía jugar 90 minutos. No le preocupaba que la protección que le dispensaba el entrenador para llegar diez puntos al torneo le restara posibilidades de titularidad. Incluso admitía que no podía aguantar un partido entero. Ayer, el discurso fue diferente: “De la lesión ya estoy bien. No me duele nada y estoy para jugar cuando el técnico lo disponga”. Está claro que con el comienzo de la competencia esa serenidad ya se transformó en parte del pasado.
Lo concreto es que Pekerman sigue considerando que Messi apenas tiene 18 años y que no es bueno que se lo cargue de responsabilidad, como si se tratara de un jugador insustituible. “Hace dos años, todo el mundo estaba fascinado con Saviola, ahora parece que no sirve”, apuntó una fuente del cuerpo técnico. El mensaje es claro: la idea es que Messi no asuma como cierto que todo el mundo del fútbol lo considera un jugador indispensable. Hubo una actitud de Lionel que no gustó en el cuerpo técnico argentino y que pretenden que no se repita: cuando Barcelona ganó la Champions League, Messi no acudió a recibir la medalla de campeón, ya que el técnico Frank Rijkaard había decidido que ni siquiera integrara el banco de suplentes. Acostumbrado a tratar con juveniles que, de pronto, comienzan a ser grandes figuras, en la decisión de Pekerman también hay una dosis de docencia. El técnico lo quiere con los pies sobre la tierra, como un integrante más del plantel, y que no crea que por todo lo que se dice de él ya tenga un lugar ganado en el equipo. Claro que la minipenitencia no significa que ya esté descartado ante Serbia y Montenegro, aunque lo más probable es que ingrese en la segunda etapa, para “ir de a poco”, como lo quiere Pekerman. Los antecedentes del entrenador marcan que no hay figuras que valgan si tiene que prescindir de alguien. En la final de Malasia ’97, el entrenador prescindió de Aimar en el encuentro decisivo ante Uruguay pese a que era una de las figuras.
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