Los días de Angelo Sodano como secretario de Estado del Vaticano están contados: en Roma confirmaron ayer que el próximo 15 de septiembre será reemplazado por el cardenal Tarcisio Bertone. El elegido por Benedicto XVI como nuevo número dos de la jerarquía católica es otro conservador, aunque se presume que tendrá mayor diálogo con el Episcopado local que Sodano, quien de la mano de Estaban Caselli y aliado con los obispos más ortodoxos mantuvo en los últimos años una fuerte injerencia en la política y la Iglesia argentina.

Los cambios anunciados en Roma son los más importantes que Benedicto XVI realiza en lo que va de su pontificado. Al reemplazo de Sodano por Bertone, se suma el relevo de Giovanni Lajolo de la Secretaría para las Relaciones con los Estados. Lajolo, estrecho colaborador de Sodano, fue nombrado gobernador de la Ciudad del Vaticano.

Bertone es actualmente arzobispo de Génova. Es un salesiano al que Joseph Ratzinger conoce bien, porque fue su mano derecha durante los años en que condujo la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, encargado de preservar la ortodoxia en el Vaticano. También conservardor, Bertone será el primer secretario de Estado que no proviene del mundo diplomático desde 1969.

La sustitución de Sodano, quien asumió en su cargo en 1990, tendrá repercusión en la Argentina, como también el posible desplazamiento del sustituto de la Secretaría de Estado (una suerte de “ministro del Interior”), el arzobispo argentino Leonardo Sandri. Todo parece indicar que Benedicto XVI le asignará también otro destino, aunque su reemplazo sería más adelante para facilitar la transición entre Sodano y Bertone.

Bertone tiene un perfil “pastoral” –que lo diferencia de Sodano, a quien se califica de diplomático de carrera– y conoce la Argentina. El año pasado estuvo en Buenos Aires invitado por la Universidad Católica Argentina (UCA) y tiene en los salesianos una fuente de información directa de lo que ocurre en el país.

En función de sus características y sus vínculos, se espera de Bertone un mayor respeto y diálogo con el Episcopado local. No fue ése, justamente, el distintivo del actual secretario de Estado del Vaticano.

En los años que lleva en su cargo y sobre todo durante el gobierno de Carlos Menem, Sodano incidió en forma directa en asuntos eclesiásticos y políticos argentinos mediante su respaldo a los sectores más conservadores de la Iglesia. Caselli, ex embajador argentino ante el Vaticano y ex secretario de Culto durante el gobierno menemista, es amigo personal de Sodano, sobre quien influyó para imponer sus propias iniciativas y las de los obispos que comparten su prédica. Su principal aliado en el Episcopado es el ultraconservador obispo de La Plata, Héctor Aguer, a quien Sodano recibe en sus reiterados viajes a Roma.

Aunque en estricta reserva, son varios los obispos argentinos que le asignan a Sandri la misma responsabilidad que a Caselli y a Sodano en las intromisiones de las cuestiones propias de la Iglesia local. Les atribuyen a los tres por igual haber impulsado la designación de obispos conservadores. Sandri también se cuenta entre los aliados de Aguer. Aunque por el momento seguirá en un lugar relevante en el Vaticano, sus días en el poder también parecen contados. Algunos le deparan un futuro como nuncio en París; otros, algún otro cargo en la curia romana.