Según fuentes diplomáticas, Juan Antonio Yáñez, actual embajador de España en las Naciones Unidas, sería el enviado del rey Juan Carlos la semana próxima cuando se inicien las gestiones de “facilitación” por el conflicto por las papeleras entre Argentina y Uruguay acordadas días atrás, durante la Cumbre Iberoamericana de Montevideo. Si se confirma el nombramiento, el designado parece indicado para una misión riesgosa. Histórico del PSOE y mano derecha de Felipe González en Relaciones Exteriores mientras estuvo en la Moncloa, Yáñez anduvo por la ex Yugoslavia en los peores tiempos de la guerra y actualmente copreside la asamblea de estrategia contra el terrorismo en la ONU. Es de esperar, entonces, que las rígidas posturas que hoy muestran los funcionarios argentinos y uruguayos no le quite el sueño de acá hasta fin de año, cuando imaginan que tendría que culminar la real gestión.

Ayer, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, informó en el Congreso que el 14 de noviembre llegaría el enviado del rey. En Cancillería aseguraban que todavía no había precisiones en cuanto a dónde se realizarían los encuentros ni quiénes serían los participantes. Pero fuentes diplomáticas que han tenido participación activa en la negociación revelaron el nombre de Yáñez como el designado por la corona.

La información fue imposible de certificar porque ayer el embajador no estaba en su despacho de jefe de misón en las Naciones Unidas. Ya había viajado a Estambul, donde el fin de semana coincidirá con el jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en un encuentro de la Alianza de Civilizaciones, un ámbito que patrocinan España y Turquía para tender puentes entre el mundo occidental y el árabe y el musulmán. En Nueva York esperaban la vuelta de Yáñez para el martes 14 por lo que las gestiones por aquí arrancarían el miércoles 15.

“No se utilizó la palabra mediación porque una mediación fracasa, y el rey no puede fracasar. De ahí la idea de la ‘facilitación’”, explicó a Página/12 un funcionario que siguió de cerca las conversaciones. La idea, confirmó, viajó desde España hacia el sur aunque por razones no precisadas se presentó como una iniciativa de Néstor Kirchner. El presidente argentino se fue de Montevideo sin decir una palabra sobre la intervención de Juan Carlos I y media hora después, sorpresivamente, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, revelaba el pedido.

Según fuentes de la Casa Rosada, el acuerdo era que el anuncio se hiciera luego de que Tabaré Vázquez mostrara su conformidad con la idea. La desprolijidad, se comentó, habría generado un intercambio de opiniones entre el canciller español Miguel Angel Moratinos y su par argentino, Jorge Taiana. En la Casa Rosada justificaron la ansiedad ibérica en su deseo de mostrar un avance concreto en una cumbre por demás anodina que resultara y que si ganó repercusión fue por los presidentes que faltaron.

“España quiere ver unidad en una región que está marcada por conflictos bilaterales entre países fronterizos, como Chile con Perú y con Bolivia. Ahora surge éste, y así es muy difícil hablar de comunidad iberoamericana”, argumentó un alto diplomático.

Aunque en las cancillerías nadie quiere hablar de plazos para una gestión que se presenta complicada, ayer, fuentes argentinas imaginaban que fin de año sería un lapso sensato para arribar a un acuerdo. “No se puede eternizar”, justificaban. Y apuntaban que en enero Argentina tiene que presentar sus pruebas ante La Haya. Pese a que no parece una meta complicada, recordaban que –también tratándose de España– la negociación por la relocación de la pastera Ence se realizó con rapidez y sigilo.