Si alguien tenía alguna duda del respaldo oficial a Hugo Moyano, el propio Néstor Kirchner se la quitó ayer. El Presidente compartió con el titular de la CGT un acto en la localidad bonaerense de Moreno. Fue la primera vez que los socios estratégicos se fotografiaron desde la batalla campal de San Vicente. Pero el camionero no fue el único que recibió el abrigo del poder: lo propio ocurrió con el gobernador Felipe Solá, quien el lunes había renunciado a la posibilidad de su reelección. A propósito, Kirchner señaló que recién el próximo año discutirán las candidaturas para el 2007.

El Presidente invitó personalmente a Moyano. Según fuentes sindicales, la comunicación se produjo el martes. Fue el segundo gesto para oxigenar al cuestionado dirigente camionero. El primero ocurrió semanas atrás, poco después del traslado de los restos de Perón, cuando el ministro del Interior, Aníbal Fernández, le abrió las puertas de la Casa Rosada.

El titular de la CGT llegó a Moreno con varios compañeros de ruta: Juan Manuel Palacios (colectivero), Cacho Pérez (seguro), Juan Carlos Schmid (dragado y balizamiento) y Omar Viviani (taxista). Este último viene oficiando de vocero del sector.

Los dirigentes gremiales compartieron palco con el ministro de Planificación, Julio De Vido, los intendentes Andrés Arregui (Moreno), Julio Pereyra (Florencio Varela), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Miguel Prince (Luján), y los diputados Alberto Balestrini, Carlos Kunkel, Dante Dovena, José Díaz Bancalari, Francisco Gutiérrez, y Carlos Moreno, entre otros.

El acto sirvió para el regreso a escena de Felipe Solá. El “efecto Misiones” lo había obligado a abandonar la búsqueda de una habilitación para pelear por otro mandato. Kirchner cumplió también así su compromiso de acompañarlo en la gestión para que la interna peronista, que se librará por la sucesión, no licue su poder.

El respaldo no se limitó a la foto. Además le dedicó palabras: “Quiero agradecer el gesto democrático, la actitud cívica que ha tenido para con todos los argentinos, para con todos los hombres y mujeres de la provincia y con la democracia toda nuestro querido gobernador Felipe Solá que priorizó primero trabajar y gobernar”, expresó Kirchner.

El mandatario provincial, acompañado por su ministro y uno de los candidatos a sucederlo, Florencio Randazzo, tuvo una recepción cálida. Los concurrentes no fueron tan generosos con Moyano, a quien le dedicaron aplausos pero también alguna que otra rechifla. “Fue un empate”, evaluó uno de los sindicalistas sobre el regreso del camionero a escena. “Puso la jeta delante de la gente, jugando de visitante y después de días de cascoteo. Fue un buen renacer. Superamos la prueba”, siguió su análisis.

Tras los episodios de San Vicente, donde patotas de camioneros y albañiles de La Plata se trenzaron a golpes, Luis Barrionuevo encabezó una movida para desplazar a Moyano de la conducción de la CGT. El gastronómico buscó apoyo de los Gordos, pero éstos le desconfían. En rigor, los Gordos reclaman al camionero que les abra el juego y les habilite la interlocución con el Gobierno.

Moyano sabe que tiene el poder raleado. Pero también sabe que, tras la derrota oficial en Misiones, el Gobierno no está en condiciones de andar despreciando aliados. Su reencuentro con Kirchner sucedió en un acto donde se inauguró el Centro de Trasbordo Moreno, una obra por casi 40 millones de pesos que agilizará el tránsito ferroviario en el oeste del conurbano. Se trata de una de las zonas más pobres del distrito electoral más importante del país.

Como sucede habitualmente, el Presidente aprovechó la tribuna para hablar de la pelea, que promete ser dura, por la sucesión de Solá en la provincia. “Les pido a todos los dirigentes de este país dejar la discusión de las candidaturas para el año que viene porque ahora es momento de esfuerzo y trabajo. Después –dijo– nuestro pueblo va a decidir el año que viene, sabiamente, como decide siempre y volveremos a acatar la decisión de nuestro pueblo como corresponde.”