Jueves, 16 de noviembre de 2006 | Hoy
EL PAíS › MEDIA SANCION PARA DEROGAR LAS INTERNAS ABIERTAS
Por Eduardo Tagliaferro
En palabras de la calle se podría decir que los diputados son gente de códigos. Aunque al igual que en la serie Los Soprano, siempre hay alguien dispuesto a romperlos. En Labor Parlamentaria todos los bloques habían acordado no decir nada sobre la derogación de la ley de internas abiertas y simultáneas, nacida en 2002 para transparentar la elección de los candidatos y poner fin al dedo como método político. Los legisladores pretendían que la media sanción que ayer convalidaron pasara de manera desapercibida. Pero el porteño Carlos Tinnirello pidió la palabra y lanzó el alerta a quienes, entre bostezos, presenciaban la maratónica sesión. Con el solitario aplauso del santafesino Juan Sylvestre Begnis y el voto de 161 diputados, la ley que deroga la que supo integrar el paquete de la llamada Reforma Política tuvo media sanción. Catorce diputados se opusieron y cuatro se abstuvieron.
Aprobada en el 2002, en medio del “que se vayan todos”, la ley de internas abiertas tan solo la cumplió la UCR en una elección de 2003 a la que concurrieron pocos votantes. En octubre del 2002 una decisión de la jueza María Romilda Servini de Cubría las suspendió con el argumento de que tal como estaban planeadas podían convertirse en una herramienta del Poder Ejecutivo. Con la suspensión de las internas el PJ llevó tres candidatos por separado, y la estrategia de Eduardo Duhalde terminó con Néstor Kirchner en la Casa Rosada.
Cuando Tinnirello pidió la palabra el titular de la Cámara baja, Alberto Balestrini, dijo que había un acuerdo de no hacer uso de la palabra. El ex integrante del MAS que desconocía el pacto se opuso a la derogación. Recordó que “era una marcha atrás en el reclamo de la población” y que “un personaje del submundo de la política había pedido la suspensión de esa ley en los comicios de la Ciudad de Buenos Aires”, en alusión al entonces apoderado del PJ Capital, el ex interventor del Hospital Francés José Salvatierra. El diputado de la CTA Claudio Lozano manifestó que votaba en contra, igual que el cordobés del Partido Nuevo de Luis Juez Francisco Delich. No hubo más palabras. La sesión discurría tan distendida que el momento de la votación la encontró a la radical Alicia Tate sentada en la bancada del PJ, lo que motivó una chanza de Balestrini.
La pelota ahora la tendrán los senadores. El consenso de los partidos mayoritarios hace prever que los legisladores le pondrán la lápida a la ley de internas abiertas y simultáneas. La nueva política seguirá esperando mejores tiempos. Ni Mauricio Macri, que se presenta como el único nuevo luego de la crisis del 2001, ni Elisa Carrió estuvieron presentes para defender la iniciativa que había tenido tantos elogios cuando se aprobó la reforma política.
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