Jueves, 21 de junio de 2007 | Hoy
La comunidad de la Escuela Carlos Pellegrini le permitió entrar y asumir al nuevo rector. Juan Carlos Viegas aseguró a Página/12 que llamará al diálogo y que se recuperarán las clases perdidas.
Por Javier Lorca
“La actividad está normalizada.” Juan Carlos Viegas se dio el gusto de deletrear la frase, después de ser rechazado durante casi un mes en la puerta de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, como un adolescente rebotado por los patovicas de un boliche. Finalmente, ayer temprano a la mañana, los estudiantes, los docentes y los padres que mantuvieron tomado el colegio de la Universidad de Buenos Aires (UBA) levantaron la medida de fuerza y le permitieron asumir al nuevo rector, designado el 23 de mayo y por los próximos cuatro años. En conversación con Página/12, el contador Viegas dijo que llamará al diálogo a la comunidad educativa del Pellegrini y que su primera preocupación es organizar la recuperación de las clases perdidas por la toma.
El conflicto se destrabó –por ahora– a partir de un acuerdo cerrado anteayer en el rectorado de la UBA, donde los sectores movilizados de la escuela aceptaron la llegada de Viegas, ex vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas, tras consensuar garantías para la continuidad del perfil de la escuela –que combina aspectos comerciales y humanísticos–, la creación de un consejo con atribuciones resolutivas –que estaría integrado por docentes, alumnos, no docentes y padres– y la regularización de la planta de profesores, entre otros puntos.
Mientras algunos padres y estudiantes manifestaban ayer su descontento por el ingreso de Viegas en el despacho que durante los últimos 14 años ocupó Abraham Gak, adentro de la escuela volvían a dictarse las clases y el flamante rector, de 64 años recién cumplidos, recorría las instalaciones y ponía en marcha un relevamiento administrativo y académico para conocer la herencia recibida. Al término de la jornada, Viegas dialogaba con este diario:
–¿Cómo fue su demorado debut como rector?
–Fue un día de mucho trabajo, llegué a las 7 de la mañana, me reuní con los profesores, recibí a alumnos que venían a saludarme y a conocerme, también a los vicerrectores, los preceptores. Convoqué a los directores de departamento a una reunión, que se hizo a la tarde, estuvieron prácticamente todos, y empezamos a definir algo que me tenía muy preocupado: cómo vamos a recuperar los contenidos que no se pudieron dar por la crisis. Ya les solicitamos a todos los profesores, para la semana que viene, un informe donde expliquen qué contenidos no pudieron desarrollar. Una vez que tengamos los informes, vamos a buscar la mejor forma en lo académico para recuperar el tiempo perdido.
–¿Habló con los padres de alumnos?
–Todavía no, pero ya les estoy enviando a través de los alumnos una nota, una carta abierta, donde se hace una síntesis de lo que firmamos el martes en el acta acuerdo, y se plantea un cronograma para convocar a los docentes, los no docentes, los estudiantes y los padres, para que esa mayoría silenciosa que hasta ahora se sintió un poco excluida de todo lo que pasó, que no se sentía representada por las asambleas, pueda tener espacios deliberativos. Todo este proceso nos va a llevar unos días, porque son más de 5 mil los padres.
–¿Cómo va a manejar de ahora en adelante la relación con el centro de estudiantes, uno de los sectores que rechazó su designación? ¿Volvió a dialogar con los dirigentes estudiantiles?
–Ya estuvimos hablando bastante durante estas dos semanas... Vamos a seguir trabajando.
–¿Cómo lo afectó la protesta? ¿Cree que de algún modo debilitó su autoridad?
–No, no creo, no voy a cambiar ahora, a esta altura de mi vida. Por supuesto uno tiene su corazón, y algunas cosas me dolieron...
-En el acta acuerdo se ratificó la continuidad del proyecto pedagógico que ya está en marcha en la escuela. ¿Qué va a pasar con el proyecto que usted había presentado cuando se postuló al rectorado?
–Hay un error en eso. Yo no presenté un proyecto, sino un programa de trabajo, que es algo muy distinto. En una escuela se trabaja por consenso, en acuerdo con la comunidad educativa, respetando lo que está funcionando actualmente y tratando de introducir mejoras y cuestiones que no fueron incluidas en el proyecto actual, incorporando a todos los sectores. Mi idea es sostener las fortalezas de la escuela y trabajar para corregir las debilidades.
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