EL PAíS › LA LEY CONTRA EL DESABASTECIMIENTO EN LA CABEZA PRESIDENCIAL

Malhumor en la Casa Rosada

El enojo de la Presidenta aumentó tras el anuncio del paro por tiempo indeterminado de los productores agropecuarios. Si comienzan a faltar alimentos, tiene previsto utilizar la ley contra el desabastecimiento.

 Por Daniel Miguez

La idea del Gobierno sigue siendo la misma que a lo largo de los 13 días de lockout de los estancieros y chacareros: no dar un paso atrás y abrir el diálogo una vez que se levanten las medidas de fuerza y los piquetes en las rutas. Y si los productores agropecuarios desabastecen de alimentos a la población, tal como amenazaron ayer en una conferencia de prensa que dieron las cuatro entidades que los agrupan, el plan del Gobierno es como dijo ayer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto en la Casa Rosada, “apelar a todos los instrumentos que la ley y la Constitución” le conceden. La referencia, según pudo confirmar Página/12 entre los funcionarios más cercanos a la jefa de Estado, es a aplicar la Ley de Desabastecimiento y, si el acopio de la cosecha rebasa el tiempo razonable, la Ley contra el Agio.

Todos esperaban ayer definiciones de la Presidenta al retomar la actividad en la Casa Rosada, luego del parate de Semana Santa, donde los productores agropecuarios cortaron las rutas y protagonizaron algunos hechos graves. Ese enojo quedó claro cuando aludió a la precaria situación que vivían los productores cuando Néstor Kirchner llegó al Gobierno, contraponiéndola a la abundancia que disfrutan ahora, como consecuencia, no sólo de los altos precios internacionales, sino de medidas concretas que tomó el Gobierno. En la enumeración de ventajas para el campo que señaló ayer la Presidenta figuran la inversión de 3600 millones de pesos en obras hídricas por las que se recuperaron 8 millones de hectáreas para la producción, el precio del gasoil subsidiado, las mejoras en la red vial que usan los transportistas agropecuarios por 18.000 mil millones de pesos y el precio de las tierras que se quintuplicó en cuatro años.

Todo el enojo que mostró en el acto, lo repitió atrás de escena y con las cámaras apagadas. Cuando los intendentes que participaron del acto, en el que anunció obras de agua y cloacas, se acercaban para felicitarla por su discurso, ella repetía indignada los números que engrosaron las cuentas de los estancieros en los últimos años y que aún en medio de la protesta no dejaron de exportar y seguir llevándose grandes ganancias, a pesar de la suba en las retenciones, que originaron los piquetes. También decía que esperaba que los productores agrícolas reflexionen y, a la vez, que la población tenga paciencia y no entre en la provocación de ese sector, ya sea por los cortes de ruta, las agresiones o el probable desabastecimiento.

Según comentaban sus interlocutores, a la Presidenta se la veía dolida porque considera “totalmente injusto” lo que están haciendo la Sociedad Rural, Coninagro, CRA y la Federación Agraria. Antes y después del acto se sucedieron charlas telefónicas y reuniones personales. Durante la tarde, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, había recibido el llamado de los gobernadores de dos provincias de base agropecuaria, Hermes Binner, de Santa Fe, y Juan Schiaretti, de Córdoba. El otro gobernador de una provincia de características semejantes, Sergio Uribarri, de Entre Ríos, directamente se reunió con la Presidenta en su despacho. Todos querían participar en destrabar el conflicto.

Después del acto, la Presidenta habló unos minutos con el ministro de Economía, Martín Lousteau, que venía de una larga charla en el despacho de Alberto Fernández. Allí la Presidenta le ratificó la posición de no dar marcha atrás mientras sigan los piquetes. Con el jefe de Gabinete, en cambio, repasaron el estado de la situación y acordaron que a partir de hoy Lousteau va a salir a explicar en los medios la posición del Gobierno.

Cuando Lousteau salió de la Casa de Gobierno, a eso de las 20.30, pudo escuchar a unas 200 personas, en su mayoría jóvenes, que a juzgar por su apariencia eran de clase alta y media alta que hacían sonar cacerolas en la Plaza de Mayo. La Presidenta también lo estaba viendo pero por la televisión, que se prodigaba por mostrar esa protesta y otras que se daban a esa hora en algunas esquinas de Recoleta y Barrio Norte. A las 22.30 CFK apagó la tele y dejó su despacho rumbo a Olivos.

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La decisión de extender el paro y los piquetes polarizó más la relación con el Gobierno.
Imagen: Télam
 
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