Desde Arroyo El Sauce

“Aparentemente no hay nada”, carraspeó Alfredo de Angelis. “¡Corte! ¡Corte!”, coreaba su público. Eran las 22 y la reunión entre el Gobierno y la entidades del campo había pasado a un cuarto intermedio aparentemente sin resultados. “¿Corte general o dejamos pasar autos y colectivos?”, preguntó De Angelis. Se votó para que sólo se retuviera a los camiones con mercadería. “Ya dimos gestos de buena voluntad, desde las cinco de la tarde que abrimos el paso. ¡Vamos a la propuesta la decisión en la ruta!”, concluyó el presidente de la Federación Agraria entrerriana, de la votación a mano alzada, al cierre de esta edición.

Un rato antes, mientras los productores rurales escuchaban por la radio de una camioneta, amplificada por dos parlantes, que el Gobierno propondría subsidios para medianos y pequeños productores, los ánimos se caldearon. “Esos subsidios ya los dieron. No sirven. Te dan la plata seis, ocho meses más tarde. No sirve”, saltó Ezequiel Tommasi. “¿Y qué propuesta te cerraría?”, preguntó Página/12 y el joven tiró su propuesta, como si la hubiera practicado en casa: “37 por ciento fijo para la soja, dos puntos menos para el trigo y el maíz y a la mierda. Si no te obligan a plantar soja y cada dos años tenés que rotarla porque destroza la tierra”.

Por momentos, la gente se paraba en la ruta, ensanchada por una larga fila de móviles de televisión. Antes de retomar el corte, De Angelis pidió a la gente que se calmara (había pequeños grupos que seguían discutiendo) y que despejaran la ruta, por pedido de la Gendarmería. Sin embargo, durante casi toda la tarde, los productores rurales levantaron el corte hasta escuchar alguna oferta concreta del gobierno provincial o nacional. El dirigente había ido informando a los pequeños grupitos que integraban las casi 500 personas apostadas sobre El Sauce, ruta 14, kilómetro 40.

Bajo un enorme nubarrón, la gente se dispersó hacia las márgenes. A cada paso, sobre el matorral se veían los ojos de ceniza que delataban la espera, entre mate y asado a las brasas. Los camioneros que venían de Capital hacían sonar las bocinas, los que iban en la dirección contraria, con la responsabilidad de abastecer al mayor centro urbano del país, pasaron lo más rápido posible y en silencio. Algunos habían estado esperando al costado de la ruta diez días.

Apostados sobre la banquina, dos chacareros, Elvio y Carlos, se turnaban para explicarle a este diario cómo el sistema de pools de siembras viene arruinando a los medianos y pequeños productores. “Consiguen las semillas, el glifosato y los fertilizantes a precio mayorista, traen su propia gente y compran toda la cosecha y concentran cada vez más hectáreas”, enumeró Elvio. Carlos lo cortó en seco: “Hacé el cálculo. El 5 por ciento de mil pesos es algo, el 5 por ciento de cien no es nada, no hay que ser abogado o contador para darse cuenta de esto. Con las retenciones ganan los grandes nada más”.

“No es que sean todos malos (los pools), pero algunos son unos inconscientes: saben que nos están destruyendo”, comentó Elvio, que explicó que trabaja “unas 300 hectáreas, pero acá hay gente que cría pollos o fabrica miel y con suerte tienen 10 hectáreas”. Los productores aseguraron que el sistema de pools empezó a fines de 1998 y que ahora dominan la provincia. “También hay gente que tiene campos de 28 mil hectáreas, como la estancia El Potrero (comprada por el grupo Bunge y Born), por eso le pedimos a Cristina que sepa diferenciar, en el campo no somos todos iguales.” Más tarde, un peón que estaba con ellos se acercó para aclarar que no es cierto que se mueren de hambre “como dicen los medios”. Roberto vive en la Aldea San Antonio y contó que ganaba mil pesos por mes manejando el tractor.

El jueves pasado, el discurso de la Presidenta tuvo más rating que el partido entre Boca y Colo Colo. Ezequiel Tommasi no se sorprendió con el dato y deslizó su “dream team” para dar vuelta la situación en el campo: Trigo-soja-maíz-soja. En ese orden de rotación y, por supuesto, “con retenciones fijas”.