Domingo, 10 de agosto de 2008 | Hoy
Por Mario Wainfeld
“En política no sirve mucho pensar en ‘recuperables’ o ‘irrecuperables’”, comenta el master en rosca política graduado en la University of the Street. “Hay que hablar con todos”, adoctrina y se aplica a corretear detrás de las ovejas descarriadas, que proliferan. La majada pejotista se ha desmadrado, su misión será ardua.
Aun prescindiendo de la expresión “irrecuperable” está escrito que no hay trato imaginable con Eduardo Duhalde y su ONG todo terreno, el Movimiento Productivo Argentino (MPA). Haciendo honor a su nombre, el MPA se mueve por todo el país, con el ex presidente a la cabeza, flanqueado por Carlos Brown y el equívoco líder gremial de la peonada rural, el Momo Venegas. Duhalde “camina mucho” describe el master, es una metáfora: el hombre viaja en aviones privados. ¿Hasta donde llegará, con tanto despliegue? “No hay que alarmarse tanto –alecciona el master– en la provincia hay demasiados caciques y no tantos indios.” “La provincia” es Buenos Aires, el centro del universo. Duhalde dista mucho de estar solo en sus pagos, Felipe le compite. ¿De Narváez? “No conoce el conurbano, no tiene contacto con los intendentes... Tiene ambición, medios, dinero, pero no le queda otra que ir con Duhalde.”
El devenir de Solá motiva debates en el campus de la licenciatura: algunos lo ven triangulando con el ex presidente y el diputado-empresario. Al master le cuesta imaginarlo de segundón o aún de par: augura que será eje convocante de un espacio lindante con el kirchnerismo, una mezcla de radicales K, con “progres” y peronistas desenganchados. De momento, Solá se fortalece en el Congreso sobre la misma base que lo siguió en su divergencia sobre las retenciones móviles. Ahí contará con un espacio, vaticina el master: “Tiene discurso, imagen en la sociedad, más prestigio que los otros. Es algo, no es tanto”, computa nuestra fuente: “algún peón le comimos”.
Según la taxonomía del master, los peronistas discordantes califican en dos categorías, los que tienen territorio y los otros. Adivinen cuáles son los que valen más. El único gobernador que está bien de punta con la Casa Rosada es Juan Schiaretti. Los demás disidentes trajinan la llanura, deben remontar mucho. Jorge Busti, sin ir más lejos. Puede diferenciarse del kirchnerismo pero tiene urgencias locales mayores e ineludibles, entre otras cosas pujar por volver a ser gobernador. Cuenta con chances, reconocen en la Academia. Pero resaltan una pirueta del destino: en Entre Ríos no hay reelección, un karma que padeció Busti quien consiguió ser gobernador en tres ocasiones, no sucesivas. En estos días sesiona una Constituyente, se discutió la posibilidad de reelección, clásica bandera de Busti. Pero también un rebusque para el gobernador Sergio Urribarri, su pollo que le viene despegando y acercándose al oficialismo nacional. “Si Busti daba vuelta la Convención y bochaba la reelección, Urribarri era un pato rengo, quedaba frito. Así tiene algo de futuro”, observa el master, deslumbrado por las charadas de la historia. Este viernes Busti hace un acto machazo en Paraná. Quién le dice, el líder del MPA, aporta su presencia.
“El año que viene, todos deben armar listas en sus provincias, difícil que se junten en algo grande. ¿Para qué garpar por los fracasos de otro, en otro territorio?”, supone, extrapola. Ese es el escenario de hoy, cuya vigencia es efímera, como todo en estas pampas. En dos semanas habrá que diseñar una nueva carta de situación. Cambiar de criterio si el viento enfila para otro lado, si hay “operaciones”.
El hombre se va, hay mucho que hablar, tiene por delante hectolitros de café con supuestos irrecuperables, hay que repatriar hijos pródigos a como dé lugar. Ya de salida, practica un juego que sabe y le gusta. Tira data, chusmea, marca tendencias: “¿Usted sabe que Mario Das Neves larga su candidatura en octubre? Qué pronto, ¿no?”. Los tiempos han cambiado o, por la parte baja, se han acelerado.
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