Desde Puerto España

Por si quedaban dudas de la postura que mantendría Hugo Chávez en el primer evento que compartirá con Barack Obama, ayer el venezolano anticipó su veto al documento final de la Cumbre de las Américas. “Es una declaración difícil de asimilar, está totalmente descolocada en el tiempo y en el espacio, como si el tiempo no hubiera pasado”, adelantó ayer antes de encabezar su propia cumbre, la del ALBA, encuentro del que participó el presidente cubano, Raúl Castro. Sugestivamente, Obama y el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvieron ayer un contacto telefónico para conversar acerca de las posturas que ambos expondrán en Trinidad y Tobago. El brasileño, contó luego, le pidió al norteamericano que deje atrás las políticas de la época de la Guerra Fría. Obama quiere evitar el sofocón de un frente opositor como el que le tocó enfrentar a George Bush en la anterior Cumbre de las Américas, en 2005, en Mar del Plata, pero no la tiene sencilla.

Las líneas generales de la declaración final están consensuadas desde hace más de un mes y no pasan del consabido rosario de buenas intenciones. Se habla allí de lucha contra la pobreza, de desarrollo, de energía, de derechos humanos, de democracia y de seguridad. Desde hace dos días funcionarios de las cancillerías de los 34 países continúan discutiendo la letra chica del documento en los salones del flamante Hotel Regency Hyatt. Representando al gobierno argentino se encuentra el subsecretario de Política Latinoamericana, Agustín Colombo Sierra. Ya el miércoles, los enviados de Venezuela y de Bolivia comenzaron a plantear sus diferencias con algunos párrafos. Uno de ellos tiene que ver con el que destaca el papel de la OEA en la solución de los problemas regionales. Chávez ya se cruzó en los días previos con el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, y reclama la vuelta de Cuba al organismo hemisférico del que fue expulsado en 1962.

Los presidentes terminarán de definir entre ellos los detalles de la declaración durante la sesión de mañana. Las generalidades son tantas que, por lógica, no debería generar rispideces, pero evidentemente es el resquicio por el que Chávez, el boliviano Evo Morales o el nicaragüense Daniel Ortega quieren marcar sus diferencias con Washington. Obama busca no darles motivos. Ayer, en una entrevista con la cadena CNN, el norteamericano evitó criticar a Chávez, Morales y al ecuatoriano Rafael Correa por sus recientes reformas constitucionales. “Es importante para Estados Unidos no decir a otros países cómo estructurar sus prácticas democráticas ni qué deben contener sus constituciones”, respondió Obama, quien había anticipado que con él se acabarían las órdenes emanadas desde la Casa Blanca hacia la región. Una de las nociones con que busca diferenciarse de lo que fue la era Bush es que su idea es entablar un diálogo entre iguales con sus colegas americanos. Ni siquiera se salió del libreto cuando le preguntaron concretamente por Chávez. “El es el líder de su país y será una de las personas que tendré oportunidad de conocer”, respondió.

Los norteamericanos quieren evitar un frente antinorteamericano como el que se estrelló con Bush en la Cumbre de Mar del Plata, cuando el ex presidente quiso imponer el ALCA en la región. Incluso, el principal asesor de Obama para América latina, Dan Restrepo, y el subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Tom Shannon, se lo hicieron explícito al canciller argentino Jorge Taiana y al embajador nacional en Washington, Héctor Timerman, cuando se reunieron en Washington días atrás. Obama, les explicaron, no tiene problemas en dialogar sobre Cuba, pero le interesan muchos otros temas de conversación con los líderes de la región, como la recuperación económica, la producción energética y la seguridad. Hoy se sabrá si se tiene éxito.