- Saludo. Antes de empezar su exposición, Aníbal Fernández recorrió todo el recinto para saludar uno a uno a todos los diputados presentes, pero no todos respondieron de la misma forma. Los cívicos Juan Carlos Morán y Elsa “Tata” Quiroz le negaron el saludo al jefe de Gabinete.

- Horrible. “Yo soy el autor del proyecto horrible”, le dijo Gerardo Milman mientras estrechaba la mano del ministro, que soltó una carcajada como única respuesta. Después, Fernández pidió disculpas públicas al diputado del GEN por el uso del calificativo, cuando lo consultaron sobre el proyecto de “medidas mínimas” para las salideras bancarias.

- Fracaso. El radical Oscar Aguad había insistido en que el modelo K “ha fracasado” y salió al cruce de las comparaciones numéricas macroeconómicas que Fernández hacía entre la crisis de 2001, tras la caída del gobierno de la Alianza, y la actualidad. “No se comparen con 2001, hay que corregir el modelo, porque tenemos un viento de cola fenomenal. No nos comparen con 2001 que es la Argentina del fracaso”, sostuvo Aguad.

- Gritos. No es la primera vez que la diputada Fernanda Gil Lozano inicia un escándalo a los gritos en Diputados. A fin de abril, su blanco fue el jefe del bloque Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella, a quien acusó de jugar para el oficialismo por llegar tarde a una sesión en la que se iba a tratar el proyecto de impuesto al cheque y el de matrimonio igualitario, justamente un proyecto del bloque de Sabbatella. Gil Lozano llegó a decir que Sabbatella había recibido dinero para refaccionar el Hospital de Morón a cambio de la llegada tarde que hizo caer la sesión.

- Disposición. “No siento que entorpezca el diálogo. Mucha gente que no es del bloque de mi partido me solicita información y se la brindo. He sido amigo hasta último momento con el doctor Alfonsín. No es lo mismo con (Felipe) Solá, de caballero tomemos un café los dos juntos que tendremos varios días para charlar”, dijo Fernández en respuesta al diputado del Peronismo Federal. “Tomaremos un café cuando yo lo disponga”, respondió Solá. “No, cuando yo lo disponga”, replicó el ministro.