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La gente ve lo que hizo el turco

Para los encuestados, se bajó porque perdía, se va a dedicar a desestabilizar y su objetivo es la venganza, no el retiro.

 Por Raúl Kollmann

Carlos Menem desertó del ballottage porque sabía que iba a perder en forma contundente, se va a dedicar en el próximo período a desestabilizar el gobierno de Néstor Kirchner y es el principal opositor a la gestión que se iniciará el 25 de mayo. Este es el diagnóstico de una amplia mayoría de la sociedad sobre el riojano. No ven que se trate del retiro de una persona vieja y con dificultades, sino un movimiento táctico, producto de una derrota inminente y con el objetivo de poner en marcha la venganza.
En el imaginario de una gran franja de la población estuvo durante años la idea de que, no se sabe cómo, Menem ganaría otra vez las elecciones. Aunque las encuestas dijeran lo que dijeran, se hablaba de un voto escondido que sólo saldría a la luz el día de la elección. Y que en esa jornada el riojano arrollaría. Aquel mito, alentado por el propio menemismo, quedó destrozado el 27 de abril y más todavía con la deserción del ballottage. Ahora, el imaginario es que será un gran opositor, el mayor obstáculo. Incluso Menem triplica a Ricardo López Murphy y a Elisa Carrió en cuanto a las personas que son vistas como encarnando la oposición al gobierno de Kirchner.
Lo curioso es que el encuestado tiene sensaciones contradictorias. Por un lado están los que creen que Menem seguirá encarnando la oposición, pero también hay quienes creen que el riojano ha llegado al final de su carrera. Esta contradicción se verifica en dos cuadros distintos. En el primero, se pregunta qué hará Menem. Ahí el 66 por ciento evalúa que trabajará para desestabilizar a Kirchner y sólo el 14 por ciento considera que se retirará de la política. Pero cuando se les pregunta a los encuestados si la deserción del ballottage significa el retiro definitivo de Menem de la política, la mitad dice que sí (47 %) y la otra mitad (50%) dice que no. En verdad, la gente cree que el riojano está cerca del final, pero lo imagina en la peor de las hipótesis, tramando contra Kirchner.
El juicio lapidario que existe sobre la década del 90 se traslada fuertemente a todos los aspectos y pasos de Menem. El 70 por ciento dice que no participó de la segunda vuelta porque iba a perder por paliza y más de la mitad de los consultados opina que se retiró para preservar alguna cuota de poder político o por presiones de su entorno. Como se ve, son todas connotaciones negativas.
La encuesta de OPSM demuestra que al menos en un diagnóstico Menem tenía razón: no sólo estaba a punto de sufrir una derrota catastrófica, sino que afrontaba el peligro de sacar menos votos que en la primera vuelta. La consultora que encabeza Zuleta Puceiro les preguntó a los encuestados por quién hubieran votado y el riojano apenas recogió el 18 por ciento de la intención de voto.
En el estudio también se pregunta quiénes salen perjudicados por el retiro del ex presidente y aparecen al tope de las posiciones las empresas privatizadas.

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