EL PAíS › LUIS FAVRE *

El pueblo no es idiota

La reforma previsional que impulsa Lula será aprobada porque es una exigencia del país para poder salvar el sistema previsional público, que acumula un déficit gigantesco. La mitad de los trabajadores brasileños no tiene jubilación y el Congreso es muy sensible a esta exigencia. Además, contra lo que dicen algunos líderes sindicales, la mayoría de los funcionarios públicos no será afectada por estas reformas. Estos líderes sindicales no representan a la mayoría de los funcionarios públicos, sino que representan a una minoría conservadora. Las mujeres que trabajan en el servicio público se jubilan a los 48 años, mientras los hombres lo hacen a los 53, algo que ya no se corresponde con la esperanza de vida de los brasileños. Así que el aumento de la edad de jubilación para el sector público me parece una evolución natural.
Con respecto a la política económica que está llevando a cabo Lula, en primer lugar no puede hacerse abstracción de la situación de Brasil cuando el actual presidente recién iniciaba su mandato. El país estaba al borde de la bancarrota, el dólar se había disparado a cuatro reales, no había flujo de capitales y la inflación llegaba a los dos dígitos. El desempleo era gigantesco y el peso de la deuda pública estaba por llevar al país al colapso. Contrariando los malos augurios de los adversarios del PT, la enérgica conducción del gobierno consiguió enderezar la situación. El dólar cayó a niveles naturales; el riesgo país, que estaba a más de 2000 puntos, hoy está en 600 y la tendencia de la inflación anual es del nueve por ciento. La deuda pública se ha reducido gracias al extraordinario trabajo de exportación, que alcanzó un nivel record, y al esfuerzo que implicó el recorte de gastos. Todas estas medidas que han estabilizado al país ahora le permiten comenzar un proceso económico de crecimiento que además genere empleo. Con respecto a la tasa básica de interés, no sé si el Banco Central procederá a mantenerla o bajarla. Pero este organismo actúa de manera autónoma a partir de directrices firmes del gobierno para matar el proceso inflacionario.
No considero que estas medidas sean impopulares. La mejor prueba es que en los últimos meses Lula ha visto crecer su popularidad. Son medidas que benefician al pueblo a largo plazo. El pueblo no es idiota. Algunos intelectuales y elementos radicales que en años anteriores no mostraban tanta urgencia, ahora están preocupados por conseguir que las cosas se hagan ya. El ex presidente Fernando Enrique Cardoso dijo que iba a guardar silencio y nunca lo hizo. Creo que quiere apagar la situación calamitosa en que dejó al país. Pero Brasil tiene una coyuntura que puede conducir a un boom económico. Hay sectores que están con su capacidad de producción plena. Es cierto que otros se encuentran más deprimidos, pero para elevar su producción hay que avanzar en esta política que permita reducir el desempleo, lo que entraría en la fase dos del plan del gobierno.

* Asesor de la Secretaría de Relaciones Internacionales del PT.

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