EL PAíS
Alperovich retuvo la gobernación para el PJ, por un amplio margen
Por Felipe Yapur
En la madrugada del lunes, en el imponente salón Blanco de la casa de gobierno tucumana, el ex radical, novel justicialista, senador nacional del PJ y gobernador electo José Alperovich, anunció que “voy a trabajar para asegurarles a los tucumanos una distribución equitativa de los ingresos para sacar a la familia de marginación”. El discurso, que buscó alinearse con la gestión de Néstor Kirchner, tuvo como espectador privilegiado a Julio Miranda, el hombre bajo cuya administración murieron decenas de niños por desnutrición, mantuvo durante todo el tiempo la vista clavada en el techo. Este y otros problemas estructurales son un duro condicionamiento para la gestión que comenzará el próximo 29 de octubre.
La amplia diferencia que el PJ mantuvo en todo momento con el candidato del partido Unión por Tucumán, Esteban Jerez, no se tradujo en un festejo acorde con el porcentaje obtenido. Es más, si no fuera por los fuegos de artificio muy pocos tucumanos se hubieran enterado de que el justicialismo retuvo la gobernación. Poco menos de un centenar de militantes llegaron hasta la escalinata de la casa de gobierno, que hicieron todo lo posible por cubrir con sus gritos la plaza Independencia cuando Alperovich llegó acompañado de una veintena de autos. A menos de cien metros de allí, Jerez masticaba bronca y denunciaba fraude.
Las cifras finales daban cuenta de un indiscutido triunfo. Con el 95,41 por ciento de las mesas escrutadas, el PJ cosechó el 42,37 por ciento de los votos. Jerez consiguió el 24,74 por ciento, desplazando a Ricardo Bussi a un lejano tercer puesto con apenas el 19,18 por ciento.
Por primera vez en semanas, Alperovich se mostró junto a Miranda, quien por pedido del gobernador electo se mantuvo al margen de la campaña. La desastrosa gestión era una pesada mochila para el senador y podía dañar la buena imagen que había cosechado.
El gobernador electo en todo momento buscó diferenciarse de Miranda, pero despegarse no implicó criticarlo. Es más, en los últimos días prefirió no hacer declaraciones para evitar responder a incómodas preguntas. La única vez que le agradeció por su apoyo fue durante la madrugada de ayer, recién cuando percibió que tenía asegurado el triunfo. Después de todo, Alperovich le debe su designación como ministro de Economía y su apoyo a través del aparato partidario durante la campaña. Ayer recibió felicitaciones de Kirchner y hasta un llamado desde París de Eduardo Duhalde.
Durante su discurso triunfal Alperovich se comprometió a transparentar la gestión y trabajar para sacar a los tucumanos de la marginación que provocó la crisis económica. Si bien no sería razonable dudar por ahora de sus buenas intenciones, también es cierto que éste consiguió su triunfo gracias al apoyo de muchos de los actuales responsables de la crisis que vive la provincia.
Hay razones para dudar de que podrá reconstruir un estado con los mismos que se encargaron de tirarlo abajo. También es cierto que la crisis jugó a su favor. Esto le permitió a aquellos que hoy ostentan cargos legislativos, que significan jugosas dietas, controlar el funcionamiento y el desarrollo de los sublemas. Esta y no otra es la razón que explica, por ejemplo, que el legislador Germán Alfaro –sospechado de haber recibido una coima para aprobar la necesidad de la reforma constitucional– fuera ahora electo concejal en el mismo sublema que tenía a su esposa Beatriz Avila como candidata a una banca de legislador. Ambos, más un primo de Alfaro, fueron beneficiados por los votos y tendrán dieta asegurada durante los siguientes cuatro años. El último y más patético caso es el de Sisto Terán. El vicegobernador de Miranda fue denunciado por ser el responsable de las coimas que se habrían pagado para votar la reforma constitucional. Estos casos son los que no concuerdan con lo que pretende hacer Alperovich que en la madrugada del lunes dijo en la casa de gobierno que “sin magia ni demagogia vamos a transformar cultural, económica y socialmente a la provincia para poner de pie a Tucumán”. No será fácil.