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La campaña mediática de los abogados

 Por Raúl Kollmann

Durante la semana que pasó, los abogados de Sandra Arroyo Salgado y sus hijas pusieron el acento en dos cuestiones que no parecen tener relación directa con la muerte de Alberto Nisman.

Por un lado, destacan que en el celular del fiscal aparece borrado el registro de sus últimas llamadas y mensajes. Nisman tenía experiencia en materia informática. En su computadora, por ejemplo, hacía correr el programa ccleaner en forma muy regular –así dice el dictamen de la pericia informática– y guardaba muy pocas cosas, básicamente registros de sus movimientos económicos. En la notebook usaba poco el Word y ni siquiera tenía archivada la denuncia que presentó contra la Presidenta y el canciller. Es muy probable que usara también un programa similar en el celular o que simplemente borrara, con fáciles recursos del programa Android, el historial de llamadas y mensajes. De todas maneras, no tiene lógica que alguien –según sugieren los letrados– ingrese en secreto al edificio de Le Parc –con todos los riesgos que eso implicaba– para borrar las llamadas en el celular, cuando esa información sale fácilmente de los listados que entregan las compañías de celulares.

En el mismo sentido, varios medios se siguen haciendo eco de que a Nisman le plantaron un programa troyano para espiarlo. En forma unánime, la pericia informática dictaminó que el troyano no espió nada porque sólo servía para el sistema operativo Windows y Nisman tenía Android en su celular. No sólo firmaron esta conclusión los peritos oficiales, sino también Presman, el de Arroyo Salgado; Torok, el de la defensa de Lagomarsino, y dos empresas especializadas convocadas para analizar el caso.

Según reveló Diego Lagomarsino, antes de volcarse al derecho Nisman quiso ser técnico informático y había empezado a estudiar esa carrera. Después la abandonó para emprender sus estudios de abogado. De manera que conocía mucho de computación y debatía constantemente con los técnicos, incluyendo a Lagomarsino, sobre los softwares que usaban.

La otra cuestión sobre la que los letrados pusieron el acento tiene que ver con la consigna de la Prefectura que, según parece, había fuera de Le Parc. El argumento es que estaban espiando al fiscal, una especulación llamativa si se tiene en cuenta que los supuestos consignas estaban a 30 metros del edificio, había prefectos haciendo adicionales dentro de Le Parc (por un convenio con el complejo) y además Nisman estaba rodeado de personal de las fuerzas de seguridad, entre ellos más de diez efectivos de la Policía Federal que integraban su custodia.

Todo indica que, en la medida en que se acumulan las evidencias que refuerzan la hipótesis del suicidio (ver aparte), los abogados querellantes centran su estrategia en señalar que está “mal hecha” la investigación o insisten en cuestiones laterales que no tienen que ver directamente con la muerte del fiscal.

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