EL PAíS

La derecha encontró una punta

 Por Eduardo Aliverti

El instrumento Blumberg se reveló otra vez como altamente efectista. Si además es efectivo depende de qué se considere por tal cosa. Si “efectivo” significa que la clase media pueda sentirse más segura frente al delito, en la hipótesis de que los petitorios encabezados por el instrumento Blumberg sean aprobados y se lleven a cabo, conviene tener en cuenta que el tramo central de sus reclamos ya encontró larga respuesta, porque la sanción de leyes más duras viene aplicándose desde 1998; que buena parte de lo que se exigió el jueves ha sido contemplado en el Plan Nacional de Seguridad del Gobierno, y que en el mejor de los casos, tanto lo que pide Blumberg como lo ofrecido por las autoridades son medidas a mediano y largo plazo, sin siquiera entrar en el señalamiento de que la mayoría de esas ideas, formalmente correctas, implica una asignación de fondos que choca de frente contra el bruto ajuste impuesto en el acuerdo con el FMI.
La segunda acepción de “efectivo” tiene por lo menos dos lecturas, aunque complementarias. Una se relaciona con el tipo de individuos que motorizan, al menos públicamente, las urgencias del padre de Axel. Se trata sin excepción de personajes mediáticos ubicados sin tapujos a la derecha de la derecha y que venían entre desaparecidos en acción, como Bernardo Neustadt, y considerablemente golpeados por la popularidad de un Presidente con discurso de centroizquierda. Hay además una cantidad no menor de demagogos y sensibleros pululando por la radio y la tevé, que se suben al instrumento Blumberg para no quedar “político-correctamente” desacomodados. Son esos conductores y periodistas “de las madres y las novias”, que lo último que harán en su vida es criticar cualquier cosa que cuestione a la moral media desde cualquier lugar en cualquier tema. Pero Blumberg como operativo está en manos de los otros, sólo de los otros, y ése es todo un dato: si la derecha no tiene más opción que recurrir a esa clase de engendros comunicacionales para pasar la factura por el acto en la ESMA y reinstalar una campaña de mano dura, no anda muy bien que digamos. Carece de figuras creíbles y populares y tuvo que prenderse como una garrapata de la tragedia de un hombre común, a quien de la noche a la mañana, literalmente, pretende mostrar como un insuperable experto en seguridad, justicia, regímenes administrativos, horarios tribunalicios, mecanismos de fiscalización, aspectos legislativos, equipamiento policial, sistemas de protección, reválida de títulos, auditorías, compilación informativa, códigos procesales unificados, publicaciones estadísticas, reglamentos de atención al público, estados de emergencia, recursos tecnológicos, declaraciones patrimoniales, juicio oral, designación y remoción de jueces, sentencias discriminadas. Para no abundar. Ahora también visita a Maradona y opina sobre el caso García Belsunce. E insiste en aclarar que su lucha es apolítica, mire qué cosa. Decenas y centenares de miles de personas ganando la calle son “apolíticos”. ¿Quién le da letra al instrumento Blumberg? ¿Puede ser que casi nadie se lo pregunte, o quienes lo hacen tienen pavura de salir al ruedo y ser dejados en orsay por el dedo de las comadres de barrio y los pequebú atemorizados que sostienen la agenda de los grandes medios? Todo esto habla del carácter patético y salvaje de la derecha argentina. Su única moral es el aprovechamiento de las circunstancias. La segunda lectura de la segunda acepción de la palabra “efectivo” es que, sin perjuicio de lo anterior y de los serios problemas de la derecha para dotarse de un liderazgo carismático, el instrumento Blumberg se apoya en una sensación y una exigencia populares que son legítimos. “La gente” tiene miedo y tiene por qué tenerlo, y no se debe discriminar entre “la gente” de la clase media urbana (única “la gente” que existe para los medios) y “la gente” de los bajos de los suburbios. Incurrir en esa lógica es hacerles el juego, justamente, a quienes diferencian a las víctimas según su condición social. Sin embargo, no puede dejar de anotarse aquello de que “la gente” media es aquella que da pasto a las urdimbres autoritarias. En una palabra, la derecha encontró una punta. Y en condiciones objetivas de desarrollarse.

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