EL PAíS
De ruedecitas y motores
En la resolución, el juez consideró que todas las personas que desarrollaron una actividad en el campo de detención, ya sea que se vinculara a la guardia o aseguramiento de los detenidos, ya sea que interviniera en los interrogatorios o fuera miembro del grupo de tareas, efectuaba “un aporte esencial al mantenimiento de las víctimas bajo un régimen de vida constitutivo de la imposición de tormentos, más allá de la mayor responsabilidad penal que oportunamente corresponda asignarle a aquellos que tuvieron intervenciones más directas en la aplicación de suplicios”. Al respecto, mencionó el análisis que hizo la pensadora Hannah Arendt sobre el rol de Adolf Eichmann en el Holocausto. “Escuchamos las afirmaciones de la defensa en el sentido de que tan sólo era una ‘ruedecita’ en la maquinaria de la Solución Final, así como las afirmaciones de la acusación, que creía haber hallado el verdadero motor de aquella máquina. El tribunal reconoció en su sentencia que el delito juzgado únicamente podía ser cometido mediante el empleo de una gigantesca organización burocrática que se sirviera de recursos gubernamentales. Pero en cuanto las actividades en cuestión constituían un delito, todas las ruedas de la máquina, por insignificantes que fueran, se transformaban, desde el punto de vista del tribunal, en autores, es decir, en seres humanos. Si el acusado se ampara en el hecho de que no actuó como tal hombre sino como funcionario cuyas funciones hubieran podido ser llevadas por cualquier otra persona, ello equivale a la actitud del delincuente que, amparándose en las estadísticas de la criminalidad, declarase que él tan sólo hizo lo que ya estadísticamente estaba previsto y que tenía carácter accidental el que fuese él quien lo hubiera hecho y no cualquier otro, por cuanto, a fin de cuentas, alguien tenía que hacerlo.”