EL PAíS

“No lo puede explicar con palabras”

 Por M. P.

El cantito comenzó tímidamente y luego se extendió por el patio de honor del Colegio Militar. “Madres de la Plaza/ el pueblo las abraza.” Nunca se sabrá quién lo inició, pero se prendieron casi todos los invitados. Aunque duró poco, quizá por el impacto que significaban los uniformes verdes o las inscripciones de las paredes. Una de ellas, que pocos pudieron ver, estaba medio oculta en un pasillo detrás del palco que ocupaba Néstor Kirchner. Era el “Código de Honor Sanmartiniano”, un decálogo de mandamientos que el Libertador creó ex profeso para los oficiales del Ejército de los Andes. Según la inscripción en piedra, eran los “deberes por los cuales deben ser arrojados los oficiales”. Página/12 detuvo su mirada en el número 10: “Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella”. El castigo por cometer esa falta no estaba expuesto, aunque podía imaginarse. A pocos metros de la pared que ostentaba esas reglas estaba sentada la mujer más saludada del acto. Era Hebe de Bonafini. En primera fila, casi enfrente de Kirchner, Hebe siguió el acto en silencio. Cuando se iba habló con los periodistas.

–¿Qué sintió al estar acá, en este lugar? –le preguntaron.

–Lo que para mí es más fuerte es la reivindicación de la lucha de nuestros hijos. Cantar el Himno en este lugar me pareció muy fuerte. No lo puedo explicar con palabras. Que el Presidente dijera lo que dijo acá es muy fuerte también.

–¿Qué opina de la mención a Carlos Menem que hizo el Presidente cuando habló de los indultos?

–Me parece sensacional que se revean los indultos de ese señor, que también entregó el país, como la dictadura, y que no tuvo el coraje de presentarse en las elecciones. Es una basura.

Hebe salió del patio de honor casi abrazada por un asesor del secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Se fue no mucho después de que terminara el discurso de Kirchner. Ana Pérez de Aguirre, quien también tiene un hijo desaparecido, se quedó más tiempo. Vestida con una remera negra con la leyenda “¡Aguante la memoria!”, Ana charló con Página/12 frente a la placa que inauguró la ministra de Defensa.

–En Luján hubo 21 desaparecidos. Pero la gente es muy dura –dijo ella–. –Y... está la Iglesia, que fue ciega, sorda y muda –completó su hijo.

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