Lunes, 17 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › LA OPINION DE DOS PERITOS
Por R.K.
El doctor Roberto Fessel es psiquiatra y realiza peritajes forenses desde 1991. La licenciada Adriana Brawn es psicoanalista y también tiene una larguísima experiencia en peritajes forenses, entre ellos, numerosos en causas por abuso sexual. Ambos evaluaron el fallo como correcto y equilibrado.
- Roberto Fessel: “Me parece un buen fallo. En la Justicia se arrastró durante toda una época el prejuicio de que las denuncias basadas en lo que decían los chicos no tenían validez y que, sí o sí, debía haber pruebas objetivas, lesiones, testigos o lo que fuera. Luego vino la oleada contraria: con la idea de darles a los chicos más status de personas, cualquier cosa que decía el chico pasaba a ser verdad y debía ser convalidado. Hay una postura de equilibrio que parte de desarrollar técnicas de abordaje que permitan separar la paja del grano: lo que realmente es relato de algo que el chico vivió y lo que son añadidos que surgen de los comentarios o versiones de los mayores que los chicos escucharon. Una de las críticas que hace el fallo es que, a priori, dos psicólogas actuaron como defensoras de víctimas, como integrantes de una sociedad de defensa de niños abusados, en lugar de buscar, esclarecer. No tuvieron mesura. Es terrible que las entrevistas con los niños se hayan tomado junto a sus padres. Es un error gravísimo. Los chicos quieren agradar, quieren el reconocimiento de los adultos. Es muy fácil que diga lo que pescó que les gusta a sus padres o a los adultos. Se creó una especie de histeria colectiva de los padres, en primer lugar a partir de un mal manejo de la situación de la escuela y, de inmediato, un mal manejo de los padres. En mi experiencia no hay nada peor que un padre rechazado con semejante angustia. Todos reaccionan, todos buscan apoyo en otros padres y consideran a la escuela como una secta perversa. La idea de que 15 personas participan o avalan los abusos es muy poco verosímil. En una escuela abierta, donde los chicos vuelven a sus casas todos los días, eso es poco creíble. Se ve en el fallo que las psicólogas que decían que no percibían abuso sexual en los chicos fueron descartadas y de inmediato se las suplantaba por profesionales que dijeran que sí. Y eso ocurre muy a menudo”.
- Adriana Brawn: “Buena parte de los 21 chicos fueron llevados por sus padres a psicólogos en los tiempos posteriores a la primera denuncia. En la mayoría de los casos no encontraron ningún síntoma psicológico de abuso. Y atención que los síntomas de abuso son muy claros y están determinados internacionalmente. Tampoco se encontró en ninguno de los chicos síntomas físicos de abuso, algo que también está determinado internacionalmente. En mis 15 años de realizar estudios, no hubo un solo caso en el que no se manifestaran síntomas psicológicos o físicos. Parece evidente que todo empezó con el juego de la cola del zorro y el otro juego del secretito. Una familia abordó el tema con una enorme carga, empezaron a interrogar a su hijo, él les dijo que la cola se la ponía el maestro, se hizo una mezcla, una gran confusión con elementos de fantasía. Los testimonios –según el relato detallado del fallo– muestran enormes contradicciones entre los mismos chicos y, sobre todo, entre los chicos y lo que dicen los padres. En la escena entran en juego un par de psicólogas que tal vez sepan de teoría, pero no de práctica, porque al entrevistar a algunos niños junto a los padres, se perdió toda posibilidad de hacer un diagnóstico serio. Eso influencia muchísimo las respuestas”.
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