“La Justicia no hizo justicia porque la Iglesia está de por medio y es muy poderosa. Lo mismo pasó con nuestros hijos: si la Iglesia hubiera intervenido, se podría haber impedido la matanza”, afirmó Angela Barili de Tasca, la abuela que en febrero de este año recuperó a su nieto Sebastián, que había sido secuestrado durante la dictadura militar. Las Abuelas de Plaza de Mayo marplatenses participaron en la última movilización de padres y familiares de las víctimas contra el fallo judicial que absolvió a Fernando Melo Pacheco por abuso sexual infantil en el Colegio Nuestra Señora del Camino.

Los manifestantes llevaban máscaras blancas sobre las que se deslizaba una lágrima negra y pancartas con inscripciones: “Los niños tienen derechos”; “Pequeños grandes héroes gritaron la verdad y sus voces hicieron eco”; “Maldito abusador”. La marcha se dirigió a la Catedral: allí, de espaldas a sus puertas –“porque el Obispado de Mar del Plata nos dio la espalda”–, una de las madres leyó una carta a la comunidad para pedir que “este juicio se declare nulo y se nos brinde un tribunal justo, comprometido con la verdad y sin miedo a la presión de la Iglesia ni de los poderosos. Esperamos que la comunidad nos escuche, que crean en los chicos, porque la verdad de todo lo que ocurrió está en ellos, no en este juicio”.

Según los padres, los jueces “querían que nuestros hijos no hablaran y si lo hacían, que fuera mal. (...) Tuvimos que soportar que nuestros hijos pasaran por muchas situaciones injustas, que se rieran de ellos, que a todos nos faltaran el respeto sin ningún miramiento”. El documento afirma que los docentes del Colegio Nuestra Señora del Camino “fueron con un discurso tan armado que quedaba bien en claro cómo se cubrían unos a otros. No fuimos preparados ni armados para escuchar mentiras, ni soportar cómo las cosas se tomaban al revés y se ensuciara a nuestros hijos”.