Sábado, 8 de julio de 2006 | Hoy
EL PAíS › EL DEBATE POR EL PROYECTO OFICIAL SOBRE DNU
Por Eduardo Tagliaferro
La mayoría de las cámaras televisivas ya se habían apagado, los relojes indicaban que eran las dos de la mañana del jueves cuando cuarenta y dos senadores votaron afirmativamente por el proyecto de Cristina Fernández de Kirchner. Proyecto que regula la aprobación o rechazo de los decretos de necesidad y urgencia (dnu). Diecisiete senadores votaron en contra. Era lógico que luego de tantas horas los senadores abandonaran tumultuosamente el recinto. Si bien no quedaron papeles ni carpetas sobre las bancas vacías, sí hubo muchas palabras y discursos que no tuvieron réplica.
El momento más duro de la sesión y que no llegó a desmadrarse, pero a punto estuvo, fue el que protagonizó la primera dama con el senador socialista Rubén Giustiniani. Entre los artículos periodísticos que utilizó Fernández de Kirchner, uno pertenecía a Giustiniani. “Alcáncemelo, querido. Venga, no tenga miedo. No soy mala”, dijo la senadora al joven que dudaba en acercarle una copia del artículo que el mismo Giustiniani le había entregado cuando ella no daba con el que tenía entre sus carpetas. Luego de decir que el senador criticaba al Ejecutivo por errático, reparó que el santafesino hablaba de un decreto, el 140, destinado a obras públicas en Santa Cruz. La primera dama dijo que ese decreto estaba publicado junto a muchos otros con fondos para distintas provincias. Luego de subrayar que tuvieron que dictar todos esos dnu “para poder incluir las obras”, se preguntó “por qué entonces, esta mala fe”. Afirmó que ella no andaba dando permisos para que critiquen al Gobierno y terminó diciendo: “un poco de honestidad, Giustiniani”. A esa altura nada detenía a la senadora. Tan sólo el pedido de una cuestión de privilegio le permitió hablar a Giustiniani. Cuestión de privilegio que finalmente desistió de presentar. Se limitó a pedir que “se discutan ideas y no ese tipo de imputaciones”.
Casi al finalizar la sesión, Giustiniani tuvo que pelearse con José Pampuro que desde la presidencia del cuerpo y a instancias del oficialismo querían dirigir su exposición. “Debate libre, composición tema la vaca”, gritó desde su banca Miguel Angel Pichetto, antes de la intervención de Pampuro. Al oficialismo le molestaba que el santafesino hubiera dicho que “pareciera que el Gobierno es dueño del dinero nacional. Pareciera que la billetera le fuera propia”.
Mientras Fernández de Kirchner, como miembro informante del oficialismo, puso el acento en el contenido de los decretos de necesidad y urgencia, para diferenciarlos de las políticas antipopulares que otros gobiernos impulsaron, la oposición pretendía, con nada de éxito, preguntar si realmente era un marco de urgencia el que llevó a firmarlos. El jujeño Gerardo Morales entregó sus dudas y unos decretos en los que el Ejecutivo había reasignado 395.582 pesos del Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial en favor de un fondo que subsidia a las empresas de transporte de la ciudad de Buenos Aires. Otro tanto hizo cuando preguntó por dos decretos que transfirieron 4422 millones a empresas privadas y entidades financieras. Transferencia que dijo “estaban fuera del esquema de compensación”. Entre tantas palabras del oficialismo, no hubo respuestas para Morales. Para el jujeño, el proyecto que finalmente se votó representaba el espejismo de presentar la conformación de la comisión bicameral como un avance “cuando el Congreso puede seguir sin expedirse por el tiempo que le plazca”.
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