“Yo, si voy a votar, voy a votar en blanco, no por Gabriela Michetti, pero tengo que ir a votar.” Y lo hará en blanco. Así, Lilita Carrió dejó zanjada la discusión sobre qué posición adoptará ante el final de las elecciones porteñas y el próximo ballottage. Detrás suyo, el ARI anunció que sus electores votarán con “libertad de conciencia” y hoy presentará formalmente la posición en una reunión de acuerdos con la Coalición Cívica. De todos modos, y aunque ninguno de los dirigentes lo acepta en voz alta, la postura parece dejar abiertas las puertas para un drenaje de votos al macrismo.

Entre sumas y restas, desde el domingo a la noche los principales dirigentes del ARI trazan proyecciones y analizan resultados, en el tablero actual y en el proyectado: aquel que se jugará en 20 días, durante el ballottage.

Lilita hizo un movimiento estruendoso en las últimas horas para ese tablero. Apenas terminada la elección, y finalmente aceptada la derrota de la coalición, salió a distanciarse de Mauricio Macri y de Daniel Filmus, las dos alternativas en carrera. Ayer volvió a repetirlo, pero con una postura que parece quedarse a mitad de carrera.

“La verdad es que tengo objeciones enormes de tipo moral y político contra los dos candidatos que van al ballottage”, explicó y salvó de la estampida a Gabriela Miche-tti. A quien, dijo varias veces, “la votaría con las dos manos”. En esa línea, anunció que llevará a la reunión de hoy de la Coalición Cívica la propuesta de la “libertad de conciencia”, es decir, de un voto no direccionado. Y que su voto será en blanco.

Según primerísimas líneas del ARI Capital, y de la conducción nacional del partido, esa posición es una posición neutra. En las elecciones del domingo, se sabe, su sector fue uno de los derrotados. Según sus números, Carrió gozó históricamente de un piso de 15 por ciento en Capital. Aunque la coalición con Telerman desdibujó los resultados de las posiciones propias y de las ajenas, en el ARI creen que aportaron por lo menos los votos de los legisladores, un 8,8 por ciento.

Esos números ahora son un capital político. Pueden cambiar, es cierto, pero ahora sirven como matriz de análisis en las filas del ARI para evaluar qué piensan o pueden pensar o pueden soñar o no soportar sus electores. Una persona de la Dirección Nacional sospecha, por ejemplo, que más de la mitad de ese 8,8 por ciento de votos son de o para Macri. El perfil es de un voto radical, muy pero muy ortodoxo, antiperonista, que votó a Carrió sólo como una concesión moral, pero que hubiese votado a Macri. Fuera de eso, creen que el abanico del ARI recoge además una izquierda socialdemócrata que votará la mayor parte en blanco y un sector más progresista, pero reducido, votaría por Filmus.

Estos son los números que manejan en el ARI, y están presentes a la hora de evaluar posiciones. En esa línea, en el ARI creen que el voto “blanco” de Carrió puede ser un llamado a frenar, créase o no, un drenaje de votos mayor al macrismo. Dicen que ese drenaje se profundizará con el correr de las semanas y que puede cosechar votos de los sectores que “tienen bronca”. Esos son los del voto en blanco, electores que se tomaron en serio la pelea Telerman-Filmus y ahora no podrían votar a quien se convirtió en un gran enemigo.

Fuera de estas especulaciones quedan los hechos. Detrás del llamado a elecciones libres, Carrió inscribió los resultados de las elecciones como un “triunfo” de un 75 por ciento de la “oposición”. Y su delegado a vice en la fórmula con Telerman eliminó a Filmus de la carrera al ballottage.

Enrique Olivera dijo estar “muy alejado” de Filmus de cara a la segunda vuelta y adelantó que va a “pensar seriamente la otra alternativa”, que encarna Mauricio Macri. Cabe recordar que, hace unos días, en el cierre de campaña, Olivera había dicho: “No queremos que Buenos Aires sea gobernada por un empresario, porque los empresarios son proclives a acordar con el poder”. En el ARI nacional dicen que para sus votantes una alianza con Macri es “intragable”, por eso, tal vez, ni siquiera la mencionan.