Viernes, 17 de agosto de 2007 | Hoy
Por Carlos Noriega
“Esto es una locura, gran parte de la ciudad está destruida, las calles cubiertas de escombros, las pistas se han abierto, estamos sin luz y sin agua”, le dijo a Página/12 Henry Mitrani, historiador nacido en Chincha, una de las ciudades más afectadas por el terremoto, con quien este diario pudo comunicarse por teléfono gracias a que Mitrani tiene un celular con código de Lima, porque los celulares de Chincha no funcionan, y el servicio de telefonía fija recién comenzó a restablecerse ayer en la noche, 24 horas después del terremoto. “Las calles principales tienen la mayor parte de las casas de adobe y todas se han caído –contó–. Estamos a oscuras. Los pueblos de los alrededores están totalmente destruidos. El terremoto fue tan fuerte que la gente se caía por el movimiento del piso y para poder caminar tenían que agarrarse entre varios. Aquí la gente está muy asustada. En la noche del miércoles y la madrugada del jueves se sintieron varias réplicas muy fuertes. A partir de la una de la tarde de hoy (ayer) ha comenzado a bajar la intensidad y la frecuencia de las réplicas. Todos van a dormir en la calle. Incluso las autoridades están pasando recomendando que la población pase la noche fuera de sus casas. La gente está en la calle por miedo a nuevos temblores o a que sus casas, que han quedado muy deterioradas, se derrumben, pero también tienen miedo de estar en la calle por los 600 presos que se han escapado de la cárcel de Chincha que se derrumbó. Mi casa se ha rajado toda, pero no se ha caído y eso nos convierte en privilegiados en estas circunstancias. He hablado con gente que ha estado en Pisco y ahí la cosa es todavía mucho más grave que en Chincha. No ha habido tsunami pero sí un fuerte maretazo y en las zonas cercanas a la playa el mar se ha salido hasta las pistas y las casas.”
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