EL PAíS
De la Sota espera que Duhalde no negocie más
Por Sergio Moreno
A las 21.30 de anoche, el precandidato José Manuel de la Sota nada sabía de las alquimias que ensayaban duhaldistas y menemistas para intentar deshacerse del decreto que convocó a las elecciones internas abiertas del 24 de noviembre. Sí sabía, en cambio, de las versiones y operaciones que lo sindicaban bendiciendo una hipotética elección estilo ley de lemas, sin lemas (ver página 9), algo así como una suicida atomización de los votos que podría acumular el peronismo en una elección general. “Yo no bendije nada –les dijo a los suyos, reunidos a la amplia mesa del despacho principal del primer piso de la Casa de Córdoba en la ciudad de Buenos Aires–, ni tengo idea que estén negociando nada. Acá hay que votar y dejarse de joder. Espero que Duhalde mantenga el decreto; no creo que se deje correr por Menem, menos en las condiciones en que está el ex presidente.” El gobernador mediterráneo confía en que finalmente se realice la interna del PJ con su propuesta (depurar de los padrones a los afiliados a otros partidos que ese día no tengan su propia compulsa) y que todos los candidatos se presenten por dentro, aunque tiene serias dudas de que Carlos Menem, finalmente, decida competir.
“Es la primera vez en mi vida que lo escucho hablar de la posibilidad de perder –dijo ‘el Gallego’ sobre el riojano a su auditorio–: cuando dijo que quizás en esta interna sea la primera vez, y cuando dijo que, si perdía, se iba a vivir a Chile. Creo que lo están empujando pero que si fuese por él, se bajaría. Quizás, algunas de las causas judiciales que tiene les den la coartada para hacerlo.”
De la Sota observa con aparente tranquilidad el devenir de los hechos que derrama la interna peronista a su alrededor. Es una ficción, pero parece intocado. La coyuntura está siendo dominada por la discusión impuesta por el menemismo sobre la posibilidad de evitar las internas tal como está en el decreto firmado por Eduardo Duhalde. De la Sota descree de las chances de Menem en la compulsa y espera que no se manque: “Hay que votar –les dijo ayer a los suyos–, y espero que Menem juegue, para ganarle”. El gobernador cordobés sabe que los operadores más sensatos del menemismo –Carlos Corach y Eduardo Bauzá– no están siendo escuchados por el ex presidente y que en ese universo quienes hasta no hace mucho eran medidos, hoy han dejado de serlo.
–Yo quiero decirles –explicaba días atrás el senador Eduardo Menem en una reunión de bloque en la Cámara alta– que con estos decretos el diputado Leopoldo Moreau podría mover el aparato del radicalismo bonaerense para votar en la interna del justicialismo y perjudicar las chances del ex presidente Carlos Menem.
Conocedor de este episodio –varios hombres suyos estuvieron en esa reunión–, De la Sota intuye algo más que nerviosismo en los campamentos riojanos. “Menem ha perdido su valor agregado: no puede caminar y mirar a los ojos a la gente, no puede besar a las viejas, ni a los chicos. Espero que se quede, aunque es probable que finalmente se baje.”
Lo que los delasotistas no logran comprender es la actitud negociadora de algunos hombres del Gobierno. El gobernador está acostumbrado a hablar solamente con el Presidente, evitando así ser sujeto de conjuras propias de los entornos. Dice que Duhalde –con quien nunca se llevó demasiado bien– viene siendo noble en su actitud y que lo ha visto firme en su decisión de no modificar el decreto de marras. “Espero que no los cambie –dijo anoche a sus contertulios–, no puede dejarse ganar por Menem, menos aun cuando está devaluado.”
El cordobés ha tomado de su colega santafesino Carlos Reutemann el concepto de la carrera de regularidad. Ha visto cómo Elisa Carrió estuvo primera en las encuestas y ahora quedó en una meseta que amenaza con declinar; vio, también, cómo creció y se desinfló la burbuja de Menem cuando defeccionó Reutemann. “Ahora está primero el Adolfo (Rodríguez Saá), veremos quién llega mejor parado a fin de octubre”, sostiene De la Sota a todo aquel que le recuerde su baja performance en los sondeos.
El mediterráneo –un hombre que sigue creyendo en las privatizaciones, en el diálogo con los dueños del capital y en profundizar la modificación de la legislación laboral– aspira a lograr esa regularidad, y estudia el momento oportuno para dejar de ser el candidato que no se pelea con nadie para comenzar a pelearse. “Hay que evitar que pase lo que le pasó a (Marcelo) Bielsa, que consiguió una clasificación impecable pero que con eso mató a los jugadores a la hora de pelear el Mundial. Nosotros tenemos que estar bien para los partidos del Mundial”, metaforizó anoche frente a su audiencia, mientras espera que el referí que está en la Rosada no suspenda el partido antes de empezarlo.