Lunes, 9 de enero de 2006 | Hoy
Por José Natanson
Los profundos efectos de las violaciones a los derechos humanos durante el ciclo de dictaduras militares han generado textos que van desde el testimonio a la denuncia con nombre y apellido, desde los estudios sobre la memoria y la identidad a los recorridos históricos, pasando por los análisis políticos y las investigaciones sobre la relación entre golpes militares y neoliberalismo. Hay, sin embargo, pocos estudios que analicen los diferentes costados del asunto de modo comparativo: esto es justamente lo que han hecho Luis Roniger y Mario Sznajder, latinoamericanistas de la prestigiosa Universidad Hebrea de Jerusalén, en El legado de las violaciones a los derechos humanos en el Cono Sur.
El objetivo, según sostienen los autores, es encarar un estudio sistemático y exhaustivo acerca de cómo Argentina, Chile y Uruguay han enfrentado el legado de las violaciones a los derechos humanos, y cómo han intentado reformular el área de derechos humanos a partir de las transiciones a la democracia en los ’80 y ’90. Cada uno lo hizo a su modo: Argentina, con el Juicio a las Juntas primero y las leyes de impunidad y los decretos de indulto después; Chile, con un proceso gradual de desmilitarización institucional y, últimamente, con avances en los juicios contra Pinochet, y Uruguay, con una amnistía plebiscitada que recién ahora comienza a ser cuestionada. A pesar de las diferentes experiencias, la elección de estos países no es casual: no sólo estuvieron entre los que más sufrieron las consecuencias de los regímenes militares, sino que reconocen puntos comunes: un mismo trasfondo institucional y cultural y el hecho de haber enfrentado recientemente temas relacionados con violaciones a los derechos humanos.
A la vez que subrayan los denominadores comunes, Roniger y Sznajder reconocen la complejidad del tema y abordan algunas cuestiones que han dificultado los avances en materia de derechos humanos: los problemas de convivencia entre las viejas y las nuevas fuerzas políticas y sociales, los dilemas institucionales generados luego de la reinstalación de la democracia y las tensiones entre las nuevas normas establecidas por los regímenes democráticos y las limitaciones planteadas por las contingencias políticas.
Producto de una investigación profunda y un vasto conocimiento del tema, se trata de un libro académico en sentido puro, cuyos capítulos aparecen cruzados por los tres grandes ejes que afectan a los países del Cono Sur desde el fin de las dictaduras: las implicancias profundas de la tercera ola de democratización, la globalización económica y el nuevo discurso global de derechos humanos y el avance de los estudios más recientes sobre memoria e identidad.
Aunque el temario es amplio, hay detrás de todo el libro una idea, que se menciona en la presentación y en el final del texto, y que funciona como tesis general de la investigación: los temas relacionados con los derechos humanos –señalan los autores– no forman parte de una problemática aislada, sino que se inscriben en el cuadro más general de construcción institucional y política post-autoritaria. “La ampliación de las acciones judiciales que tratan el legado de los derechos humanos en el Cono Sur se ha constituido en uno de los marcos centrales en los que se van dilucidando los procesos que tan duramente han golpeado a cada una de estas sociedades y, de una u otra manera, contribuyen no sólo a la formación de una memoria colectiva con ciertos niveles de consenso social, sobre la base de la legitimidad y efectividad de los poderes judiciales, sino también a la consolidación democrática en cada uno de estos países.”
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