ESPECIALES • SUBNOTA › LA MESA DE LOS GALANES
› Por Roberto Fontanarrosa
Suena sensacionalista, lo admitimos, pero es nuestro deber periodístico recoger un rumor que ha ganado la calle y sacude a la opinión pública. La noticia de los diarios fue bien clara: Madonna, la diva de la canción, está embarazada y todo apunta a suponer que el padre de la criatura es un profesor de gimnasia, el cubano Carlos León. Sin embargo hay varios datos que no cierran en el trascendido. Consultamos a varios expertos en educación física y todos coincidieron en un punto: no hay ejercicio físico alguno que origine el embarazo, ni siquiera el controvertido “relajación púbica con flexiones espasmódicas”, más conocida como “el gusanito”. Por otra parte (y esto fue un aporte del experto en relaciones internacionales, Willy Ryan), es bien sabido que entre los Estados Unidos y Cuba no existen relaciones comerciales y mucho menos comercio carnal, lo que haría imposible la concepción.
Por lo tanto, la versión que toma cuerpo (mes a mes hasta completar nueve) es que Madonna habría encontrado la horma de su zapato acá, en Argentina, y para ser más precisos en Rosario, donde fueron bien registradas sus escapadas nocturnas. “El muchacho es un empleado de este aeropuerto –nos confió un custodio del aeropuerto Fisherton, quien pidió reserva sobre su nombre–, fornido y musculoso, como le gusta a ella. Dos o tres veces los vimos juntos y él le llevaba el equipaje. Me pareció una relación por conveniencia ya que, luego de que eran embarcadas las valijas, Madonna le daba dinero.”
Esta infidencia blanquearía la situación del atribulado cómico local Juliovich sobre quien, más de una vez, recayó la sombra de la sospecha. “No saben cuánto me dañaron con esas infamias –se lamentaba días atrás el astro del éter–, ensuciaron toda mi vida de la farándula. Incluso, por esos rumores, llegué a sufrir una dolorosa escena de celos con Tina Turner.”
Nos escribe el lector Teodoro Manusovich y en sus líneas se trasluce todo el furor de un hombre bueno herido por la indignación. “Señor director –nos dice–, nuevamente el espíritu malsanamente competitivo y –¿por qué no?– la pura e insidiosa envidia afloran en los espíritus de los porteños al asistir, atónitos, a nuestros continuos éxitos. Basta que los rosarinos anunciemos la construcción del puente Rosario-Victoria para que ellos proclamen a los cuatro vientos el comienzo de los trabajos del puente Buenos Aires-Colonia. ‘El más largo del mundo’, se regodean. Ya hicieron lo mismo con nuestro puerto, que nos robaron para acrecentar el poderío del puerto porteño. ¿Y qué hicieron entonces, cuando nos destruyeron? ¡Se dejaron robar miserablemente la supremacía por el puerto de Hamburgo, ciudad que logró gracias a ese liderazgo convertirse en uno de los centros mundiales más sofisticados de la prostitución! Distinción que habíamos ostentado nosotros en los tiempos gloriosos de Pichincha. ¿Adónde iremos a parar, señor director, con esta hoguera de vanidades, con esta controversia estúpida e infantil? ¿Qué dirían los porteños si anunciamos que un grupo construye un nuevo puente Rosario-Dakar? ¿Con qué contragolpearán, entonces? Ocurre que ellos no soportan que River, Boca y Racing hayan caído últimamente a manos de nuestros bravos adalides del deporte, mordiendo el polvo de la derrota. Ni que Rosario tenga las mejores mujeres, la mejor soja, el más exquisito praliné. Les indigesta admitir una realidad que les está disputando su poderío y que puede llegar a conmocionarlos decididamente cuando otra notoria revelación gane la calle: Carlitos Gardel sería rosarino. Sin más saluda atte.”
(Publicada el 19 de abril de 1996)
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