ESPECTáCULOS › LOS ESTRENOS DE LA SEMANA
“Año Mariano”, el chiste sobre el incendio en un campo de marihuana
El nuevo film de los españoles Fernando Guillén Cuervo y Karra Elejalde, responsables del exitoso “Airbag”, comienza mejor de lo que termina, y nunca deja de ser un chiste estirado sobre un tema alguna vez tabú.
Por Martín Pérez
Un auto y una carretera. Un conductor y un trabajo tan desganado como el de reponer casetes a la venta en estaciones de servicio perdidas. Una radio que habla de catástrofes de todo tipo durante el día y con alguna voz femenina prometiendo compañía al caer el sol, una noche de esas para conducir ebrio en medio de una carretera totalmente a oscuras, hasta terminar dando de lleno contra un árbol perdido en medio de una extraña jungla. Que no es más que una enorme plantación de marihuana, a punto de ser quemada por una formación de la Guardia Civil española en curioso servicio nocturno y armada con lanzallamas. Todos sus miembros tienen sus respectivas máscaras de gas pero, claro está, el conductor estrellado -del que no se han percatado los hombres de la ley– no tiene la suya. Por lo que está a punto de tener el cuelgue de su vida.
Así es como comienza Año Mariano, el segundo opus de Fernando Guillén Cuervo y Karra Elejalde, la dupla directora de aquel megaéxito del boom del cine español de los noventa titulado Airbag (1997). Aunque supieron advertir desde el vamos a la prensa española que no se trataba de Airbag II sino de otra película de los dos de Airbag, Año Mariano es una obra que persigue los mismos fines que aquel exitazo: el desquicio casi al descuido, con aire a broma de fin de curso y mucho humo dulzón. Ese es el espíritu que guía la historia de Mariano, un sorprendido viajante -interpretado por Karra Elejalde– que termina cayendo en los brazos de una parva de entusiastas creyentes y un avispado embaucador profesional, rol reservado para Guillén Cuervo. Todos ellos terminarán protagonizando una farsa mística de proporciones, de la que no son ajenos los retruécanos verbales ni una festiva crítica social apuntada hacia la hipocresía de las clases dominantes.
Mucho más disfrutable como guarrada cinematográfica que cualquier otra cosa, Año Mariano más que una película es un gag previsible que termina haciéndose largo y aburrido, a pesar de cada uno de sus pasos. Su trama cuenta cómo todo el humo del incendio del campo de marihuana hace que su protagonista –que antes del accidente viene escuchando por la radio un programa nada casualmente llamado “A solas con María”– crea haber visto una aparición de la Virgen. Nada menos, claro está, que la Virgen María. O maría –así, sin mayúscula–, si se quiere. Iglesia, fuerzas del orden y clases altas se embarcarán en sacar del medio un creciente culto que tendrá su momento mediático, en un film producido ni más ni menos que por –entre otros– Karlos Arguiñano. Chef internacional antes que productor cinematográfico y actor, el simpático Arguiñano interpreta al poseedor del secreto de un queso casero con ciertas hierbas –obvias, a esta altura–, cuya receta merecería estar en alguno de sus programas, además de ser también el centro de un film que nunca alcanza a ser algo más que una tontera. Salvo, claro está, que se la intente ver a la altura de su protagonista. Pero allí ya se estaría hablando de otra clase de espectáculo.