SOCIEDAD
El colegio ahora tiene prohibido expulsar al chico que será padre
Así lo dispuso el Ministerio de Educación de Santa Fe, que intervino en el caso del instituto religioso de Rosario. El padre del alumno dijo que la decisión final será del chico.
Por Horacio Cecchi
En el colegio parroquial Santa Teresita, de Rosario, que expulsó de sus claustros a un alumno de 14 años porque será padre, las cuestiones seculares han sufrido un sinfín de tropiezos ante presiones del tipo terrenal. Presiones de los medios periodísticos que preguntan, preguntan y preguntan. Presiones para un colegio que logró una publicidad tan gratuita como incómoda. Presiones de los padres del alumno, que no quieren presionar pero estrechan filas en torno a su hijo. “No es por desafiar a nadie. Si mi hijo se quiere ir, se va. Y si se quiere quedar, se queda”, aseguró a Página/12 su padre. Y ahora, presiones ministeriales: las recomendaciones del Ministerio de Educación, ayer trasmutaron en orden: el chico se queda. El director de Enseñanza Privada provincial, Guillermo Sáenz, aseguró que “tenemos todo el derecho de intervenir. Que sea una escuela privada no quiere decir que puedan hacer lo que quieran. Confío en la reflexión y el sentido común”.
Se queda, no se queda, se queda, no se queda. Hasta fin de año, para Julio Ríos las posibilidades y los días serán como cuentas de un rosario, desde que aceptó mantener al joven en el colegio durante el 2002. Ríos, representante legal del Santa Teresita del Niño Jesús, decidió claramente instalar una impasse: bah, patear todo el asunto hasta fin de año. “Veremos a fin de año –dijo–, ahora todo está demasiado caliente.” En diciembre próximo, el joven alumno concluirá su ciclo de enseñanza obligatoria y tendrá la opción de continuar sus estudios.
Mientras Ríos reza para que esto no ocurra, al menos en el Santa Teresita, el plazo impuesto por el colegio sufrió una modificación externa: la recomendación del director de Enseñanza Privada provincial, Guillermo Sáenz, anticipada por este diario, ayer tomó el nivel de una orden. Un vocero ministerial ya deslizaba durante el mediodía que, “en la práctica, el chico se va a quedar”. Durante la mañana, un supervisor estatal visitó la escuela e hizo llegar a Ríos en persona la posición del gobierno. Además, recibió una copia del “Compromiso entre los Padres y la Institución”, el mentado contrato incumplido que Ríos utilizó como argumento para ordenar el fin de clases individual e intempestivo.
En ese compromiso se establece que el colegio se reserva el derecho de admisión si se producen “cambios en la vida del alumno/a (por ej: embarazo)” (sic). Durante la mañana, y pese al sic, el padre Ríos, después de aceptar que el joven actuó responsablemente, insistió en el derecho de admisión y en el compromiso firmado, donde figura una serie de normas. “Entre ellas –aclaró–, no se especifica que los alumnos no puedan tener familia. Pero sí se establecen preceptos en cuanto a las relaciones.” Sexuales, cabría agregar. Podrán tener hijos, pero no como Dios manda.
Entre tanto, el padre del alumno dijo a este diario que “mi hijo se queda hasta fin de año. No vamos a tomar ninguna actitud caprichosa, ni desafiante. Todo depende de él, si se quiere ir, aunque el cura quiera que se quede, se va. Si se quiere quedar, se queda. Si el cura dice que no, adoptaremos otra actitud. La ley nos ampara”.
Por la tarde, Sáenz sostuvo que “nadie hace apología de la paternidad precoz, porque cualquiera sabe que a los 14 años no se está en condiciones de ser padre en plenitud. Pero el problema que creó el colegio es anacrónico. Confío en la reflexión y el sentido común. Yo mismo me comuniqué telefónicamente con el sacerdote para darle el criterio oficial, que es que el alumno no sólo permanezca hasta fin de año sino que si quiere optar por seguir sus estudios ahí, que pueda hacerlo”.
–¿Y si a fin de año el colegio se niega?
–Quiero dejar aclarado que impartir enseñanza privada es respetar convicciones pero no hacer lo que quiero. Este es un colegio privado, cuyos planes de estudio son aprobados por el Estado y que está subsidiado en el ciento por ciento de los sueldos de sus profesores. Tenemos todo el derecho a intervenir en el tema. Pero no sólo por esto. También porque el problema que genera el colegio es anacrónico y perjudica a los mismosalumnos. Si esta situación se mantiene, impondremos nuestro criterio de otro modo.